El Origen de la Cerveza Artesanal en México #WARPnBeer

// Por: Staff

lun 15 agosto, 2016

//Por: Iván Lechuga

Siguiendo la filosofía medular del punk, cerveceros independientes encarnan el espíritu del do it yourself. Recordamos los primeros días de la cerveza artesanal en México.

A mediados de los años 90 nació, en el centro del país, la primera cervecera mexicana artesanal, al tiempo que las marcas principales de los grandes corporativos nacionales (Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma y Grupo Modelo) definían estrategias para conquistar el mercado internacional. En 1995, Gustavo González empezó a cocinar una cerveza tipo ale en la Ciudad de México, inspirado en los cerveceros artesanales estadounidenses; la bautizó Cosaco, en el año 2000.

«Empecé a hacer homebrewing en 1995. Como cualquier hobby, lo puedes abandonar de pronto, descuidar y a veces olvidar, pero para mí fue un efecto bola de nieve. Años previos probé cervezas y empecé a tener un panorama del mundo cervecero», comentó González en entrevista para WARP Magazine.

Casi 20 años después, la marca sigue presente sólo en pequeños bares del área metropolitana.

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«Es cuestión de presupuestos, simplemente nunca he tenido ese alcance económico. Nos concretamos a fabricar cerveza de calidad, estoy en contra de pasteurizar y filtrar porque se limitan los tiempos de vida y la cerveza no “viaja bien”, por lo que estoy a favor de beber cerveza natural, sobre todo si dice “artesanal”. El entorno lo decide el cliente, no es para mí juzgar quién, cuándo, cómo, dónde (se bebe Cosaco)», puntualizó.

La historia de este pionero no pasó desapercibida para otros aspirantes cerveceros. Con la entrada del nuevo milenio surgieron más emprendedores y ellos crearon otros estilos, con planes más ambiciosos de expansión. La cerveza Minerva, de Jalisco, nació en 2003 gracias al ingeniero Jesús Briseño, y Primus, de Querétaro, empezó a distribuir sus dos cervezas principales, Tempus (para un paladar mexicano más tradicional) y Jabalí (una bebida más arriesgada en imagen y sabor), en 2007. Ambas son ahora de las cerveceras independientes más importantes en términos de capital y distribución.

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EL PUNCH CORPORATIVO

De igual manera, durante los últimos años del siglo XX surgió la que sería otra manera de disfrutar cerveza artesanal en México. Los establecimientos cervecería-restaurante, que naturalmente requerían de una inversión más fuerte, aparecieron en Monterrey con Sierra Madre Brewing Company (1996), y en el área metropolitana del entonces Distrito Federal con The Beer Factory (1997), ambos unificados, hoy en día, en Grupo Gigante.

El concepto de ir con familia o amigos a degustar platillos, al mismo tiempo que catas una selección de cervezas exóticas en sabor, fue un modelo que tuvo éxito con el consumidor mexicano. Actualmente, The Beer Factory cuenta con siete sucursales en el Valle de México y Sierra Madre con nueve, ubicadas únicamente en Monterrey.

De manera predecible, los cerveceros independientes y las franquicias de restaurantes cerveceros habían conectado con un segmento que hasta el nuevo milenio había sido desatendido, aquel que simplemente quiere consumir una cerveza mejor, más compleja en sabor y elaboración que lo que Cervecería y Grupo Modelo le venían ofreciendo. Por supuesto que ambos corporativos —que para inicio del 2000 ya se jactaban de haber colocado a México como el exportador número uno a nivel mundial— no iban a quedarse cruzados de brazos mientras peces pequeños acaparaban un nicho de su industria, aunque representara sólo un 0.5% de ventas totales en el país.

Después de que el gigante holandés Heineken compró Cervecería Cuauhtémoc (2010) y la compañía belga Anheuser-Busch InBev hiciera lo propio con Grupo Modelo (2012), las marcas comerciales empezaron a aparecer en modalidades más “artesanales”, como del tipo weizen (de trigo), stout (oscura y amarga) y pilsner, sin olvidar esperpentos con limón, Clamato y, próximamente, gomitas de sabor (seguramente), diseñadas para atrapar a un sector de consumidores que, a diferencia de los conocedores, buscan tomar cerveza solamente para pasar un buen rato.

«Les va a funcionar por un tiempo, porque la gente no es tonta y entiende que (por ejemplo) Indio Pilsner es la misma pero disfrazada», comentó Ernesto González, fundador de la cerveza Mala Santa, en entrevista para Animal Político.

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POR EL PURO PLACER

Ante el panorama complicado que enfrenta el productor independiente, queda claro que los cerveceros artesanales siguen la potencia de su pasión, de cocinar y ofrecer cerveza de gran calidad a aquellos que estén dispuestos a beberla, dejando en segundo lugar el desempeño comercial por alcanzar. Como comentó Sergio Gutiérrez, fundador de Bocanegra, de Monterrey, a WARP Magazine:

«Fundamos Bocanegra en 2011 y la motivación para hacerlo fue lograr una cerveza que pudiera enaltecer la industria mexicana, de manera honesta y sin pretensiones».

Los cerveceros artesanales se han agrupado en ACERMEX y el movimiento “Por la cerveza libre”, liderado por el ingeniero Briseño de Minerva. Además, han unido fuerzas con Cervecería y Modelo dentro de la organización Cerveceros de México, la cual busca impulsar a la industria en general, así como promover campañas de relaciones públicas que exhortan a un consumo responsable. Para la industria, todavía quedan sobre la mesa temas contenciosos que afectan principalmente a los artesanales, como los impuestos más elevados para pequeños productores, la baja cantidad de insumos disponibles (como la malta de cebada y el lúpulo) y el tema de la exclusividad que acaparan los dos grandes en la mayoría de los puntos de consumo.

«El día que como productores de cerveza nos dejemos de quejar de los impuestos, los insumos, los distribuidores, de Tecate y de Corona, y nos pongamos a trabajar en nuestra meta, la industria cervecera artesanal en México mejorará. No estoy de acuerdo en que la falta de insumos sea un obstáculo, creo que muchas veces la gente pone como excusa los obstáculos, porque sí hay cómo conseguir todo aquí en México, hay insumos nacionales de calidad», comentó Gutiérrez de Bocanegra, con ese espíritu progresista que caracteriza a los regiomontanos.

Las condiciones de igualdad para todos los jugadores es algo por lo que siguen abogando muchos productores independientes. A pesar de todo, pagar alrededor del triple de impuestos por ser un productor pequeño, en comparación con los dos corporativos internacionales, es algo que simplemente no cuadra.

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«Por el gobierno que tenemos, decidido a mantener una sociedad desigual, se exprime a algunos sectores, mientras otras personas pueden vivir sin pagar un sólo peso (de impuestos)», señala González de Cosaco.

Lo cierto es que ya son 500 cerveceros independientes en 2016, entre empresas y quienes fabrican en casa, al mismo tiempo que el consumo de artesanal crece de manera constante cada año, junto con el número de festivales nacionales y de establecimientos de consumo.

No vamos a decir que la cerveza artesanal mexicana sube como la espuma, porque sería tremendamente cursi, mejor, por aquellos emprendedores pocos, locos pero apasionados: ¡Salud!