Los conocí en un concurso de bandas cuyo premio principal era acceder a un espacio en el Vive Latino. Era el segundo día de competencia y ya tenía algunas conclusiones sobre el estado de la ‘’música alternativa emergente’’ de México: Proyectos muy sólidos, que derrochan la confianza que sólo dan los años de experiencia pero que, por alguna u otra razón, terminan por remitirnos a nombres muy reconocibles –y queridos- del ecosistema nacional: que si unos suenan a Café Tacvba, que si estos otros quieren ser Liquits, que ya hay muchas bandas que intentan sonar a La Garfield…
En fin, yo estaba en búsqueda de mi momento La Voz México, ese reality show que se han disputado Televisa y TV Azteca en el que artistas reconocidos del mainstream de América Latina escuchan voces sin saber a quiénes les pertenecen y sólo pueden ver esas caras hasta que aprietan un botón que al mismo tiempo los postula en una subasta para agregar a esos participantes a su equipo.
Repito, era lo que yo buscaba: una propuesta que me llevara a ‘’apretar ese botón’’ y que a mi juicio mereciese un lugar irreprochablemente. Y la encontré, e hizo que toda la estancia valiera la pena: Duck Fizz, unos morros del norte que ahora radican en Guadalajara. Duck Fizz, la banda mexicana que me emocionó como hace mucho no me emocionaba el rock (o lo que sea que sea eso).
Al final se hizo justicia y ganaron con unanimidad. Un par de semanas después vinieron a cobrar su premio y tuve la oportunidad de sentarme con ellos para platicar qué es Duck Fizz, a dónde va y a qué suena.
Están entre sus 21 y sus 22 años. Jann Ibarra, Norman Olachea, Daniel Collins, Mario Álvarez, Johnny Gonzáles y Norbell López. Usualmente diría qué instrumento ocupa cada cual pero uno de los distintivos de los Duck Fizz es que se rotan la alineación de instrumentos según el mood de cada canción. Se denominan una banda paceña; de La Paz, pues, en Baja California Sur como mejor referencia. Vienen de Miramar, Chametla, Camino Real, Pueblo Nuevo… Y sus fundadores se conocieron en la Secundaria Morelos.
Estaban en la prepa y gracias al Internet llegaron a los oídos de un tal Alberto ahora mejor conocido como su manager. ‘’¿Qué se necesita para que vengan a tocar a Guadalajara?’’. Se armó un show con 100 personas de público y nada volvió a ser lo mismo. El mismo Alberto les ofreció un departamento para que se quedaran a radicar ahí y desde entonces son los duques del Jam y barones de hacerse de comer a sí mismos, con todos los riesgos que ambas cosas implican.
Un álbum. Un EP. Varios singles. Una rola en la que samplean diálogos de una película de Jodorowsky. Incluso los confundieron con los Arctic Monkeys en algún momento (Dato 100% real). Sobre todo, una identidad propia con todo y sus referencias reconocibles: Juegos narrativos con voces a lo Beatles, escalas ascendentes a lo King Crimsom, bases rítmicas nietas de Funkadelic, riffs de la misma estirpe que los que hacía Noel Gallagher en Oasis; pero, aún con eso sobre la mesa, nunca dejan de ser los Duck Fizz. Tendrían que escucharlos para entenderlo.
Alguna vez los confundieron con los Arctic Monkeys porque cierta persona tomó una de sus rolas y la subió como si fuera un unreleased de esos batos, lo cual desató todo un quilombo sobre su sonido. Desde entonces ha pasado mucho tiempo y su propuesta se robusteció y maduró… ¿Cómo se dio ese proceso? ¿Lo hablaron conscientemente o sólo pasó?
Creemos que sólo pasó. Crecimos, empezamos a escuchar otras cosas, mejoramos nuestras habilidades técnicas, se ampliaron nuestros recursos de grabación. Tampoco es como que ocultemos nuestro pasado ni nos avergüenza; o sea, es medio imposible no sentirte influenciado por todas esas bandas famosas cuando estás en secundaria o en prepa, y de cierto modo te impulsan a tomar la decisión de empezar a tocar. Ahora sólo lo vemos como una etapa y está bien.
Una de las cosas que más llama la atención cuando tocan en vivo es la rotación de instrumentos. Salvo la batería, todos tocan todo y lo mejor es que la banda nunca pierde solidez a raíz de esto. ¿Cómo definen quién toca qué cosa? Sobre todo porque en muchas bandas es una decisión que suele tomarse desde el ego, las ganas de lucir.
Nosotros lo establecemos por practicidad y según la emoción de cada rola. Y no sólo sucede en los shows, también cuando componemos. Tenemos un buen rato viviendo juntos y en ese departamento tenemos batería, liras, bajo, amplificadores, micros. A veces alguien saca una base o una melodía o un riff por diversión y según lo que nos quede más cerca nos vamos uniendo hasta que se arma el Jam. Eso nos ha llevado a conocernos como nadie. Basta una mirada, un gesto para entender las intenciones y necesidades del otro dentro de una rola; y eso lo trasladamos a los conciertos. Estamos tan familiarizados con la manera de tocar de uno y otro que ya existe una armonía general que nos une a todos.
Esa noche que los vi cerraron con una canción titulada como “El Topo”, que básicamente es un jam inspirado en la película de Jorodowsky, samplean rolas de la misma y todo… Lo que me resulta curioso es que decidan que sea la última rola del set porque mientras la mayoría de proyectos cierra con su track más famoso, ustedes acaban con un momento totalmente anticlimatico. ¿Podrían contarme un poco más sobre esa canción?
Aunque es la última canción que aparece en el disco, fue la primera que compusimos y que nos hizo ver todas las posibilidades artísticas que tenemos como banda. Por eso se volvió la rola final de los shows: nos permite hacer lo que queramos, un desmadre pues; y al final la gente se conecta con esa energía y se vuelven locos con nosotros.
Viven juntos desde hace un rato. ¿Cómo le hacen para que esa convivencia diaria en el plano personal no afecte o desgaste su vínculo profesional?
Lo que pasa es que para nosotros el vínculo profesional y el vínculo personal son casi el mismo. Tenemos la ventaja de que somos amigos desde hace mucho tiempo, entonces nos conocemos muy bien y sabemos cómo actuar con cada uno bajo contextos específicos. Nosotros decimos que somos como novios y como en cualquier noviazgo, aprendimos a gestionar cada aspecto de nuestra vida en armonía con los demás. Obvio nada es perfecto y a veces necesitamos darnos espacios entre nosotros pero creemos que eso también es normal.
Hace quince, veinte años hubiese sido impensable que una banda de Baja California tuviese la proyección que tienen ustedes, con fans en Jalisco, Monterrey, Puebla, Tlaxcala, la Ciudad de México… ¿Cómo pueden explicar ese fenómeno?
La respuesta corta sería que gracias a Internet sucedió todo esto. Al principio ni siquiera éramos DuckFizz y tampoco teníamos música original, pero teníamos la idea de que tocando hasta el cansancio en nuestra zona, eventualmente íbamos a tener éxito. La verdad es que todo se detonó hasta que grabamos algo propio y lo subimos a Internet.
La gente lo encontró entre toda la música underground que circula en las plataformas y empezaron a escribirnos para pedir que fuéramos a sus ciudades porque les gustaba el proyecto. Al principio en nuestro shows era más el público que no nos conocía que aquél que sí, y creemos que lo realmente importante fue que generamos un show en el que la gente también podía jugar e interactuar con chistes locales, gritos organizados… Todo eso al final genera comunidad y hace que recomienden tu proyecto de boca en boca.
Eso nos obliga a que nosotros también nos la creamos y nos tomemos cada vez más en serio lo que pasa a nuestro alrededor porque a veces es muy cagado que de repente, al compa con el que echas desmadre y con el que desayunas cereal todos los días, lleguen y le pidan una foto o un autógrafo. Y no nos alzamos. Creemos que el hecho de tenernos los unos a los otros y seguir siendo amigos por sobre todas las cosas nos ayuda a ver en qué posición estamos como banda y hacia dónde puede estirarse el alcance de la banda.
El otro día leía una conversación entre David Byrne y Lorde en el que hablaban sobre lo cansados que están de que en este momento de la industria musical se trata de todo excepto de hacer música: redes sociales, marketing, estadísticas… ¿Qué opinan al respecto desde su posición de proyecto en estado de efervescencia?
No es nuestra principal preocupación pero sí es algo que hemos tenido que platicar con nuestro manager conforme crece el proyecto, y es muy cagado porque a veces todavía olvidamos publicar tal o cual cosa o seguir el ritmo de una dinámica de interacción; pero es porque queremos mantenerlo orgánico y natural. Vemos, por ejemplo, el contenido de Ed Maverick y es un wey que sube las cosas como son: su día a día, lo que come, que fue a visitar a un amigo; y esa es la clase de material que nos interesa manejar. La importancia que se le da a todo eso extra-escenario también habla de lo que pide la gente y de cierto modo hay que responder a eso. Lo que sí es que nunca puede dejar de tratarse de la música, pase lo que pase. Y así lo vivimos nosotros: cuando tocamos en lugares nuevos o donde sabemos que no somos familiares para la mayoría del público, nos encargamos de que la gente sepa que esto nos apasiona porque eso se transmite y la audiencia empatiza con eso.
Aunque también llega un momento en la vida de todo proyecto en el que inconscientemente te empiezas a interesar más por ciertos aspectos de la banda que antes no consideraban: la ropa que usamos en los shows, poses para fotos de promoción, campañas de medios, etc.
Creemos que aunque la música siempre debe ser lo más importante, cuando esto se vuelve tu trabajo debes entender que la labor va más allá de sólo componer y tocar. Hay que ser multidisciplinario y aprender a involucrarse en todas las facetas de esto.