La danza es una de las expresiones humanas más antiguas y su práctica se remonta sin duda al origen de esta especie que, a través de la experimentación constante, se fue descubriendo a sí misma.
Bosque de Sonidos
Imaginemos ese primer momento en que la raza humana tomó conciencia de su entorno y comenzó a analizar los sonidos de la naturaleza: el rugir del viento, la explosión de las olas de mar, el canto de aves y los rugidos de las fieras, el eco, el impacto de las cascadas sobre las rocas; todo aquello generó tal impresión en los primeros hombres y mujeres que, de manera ritual, trataron de imitar con la voz y con golpes en sus propios cuerpos todo lo que escuchaban.
En ese primer momento, nuestra principal virtud era la observación; sin celulares, tablets ni laptops, ni ninguna clase de distractor, nuestros sentidos estaban constantemente concentrados en el entorno.
De pronto empezamos a darnos cuenta que al golpear ciertos materiales también podíamos producir sonidos a voluntad, así que probamos con todo lo que estaba disponible: madera contra madera, roca contra roca, hueso contra hueso… así inventamos el ritmo, y con la melodía de nuestra voz el primer “instrumento musical” humano, empezamos a crear la música con todo su poder terapéutico y sanador.
En aquellos primeros días de nuestra raza y luego del brinco de primates a homínidos y nuestra consolidación como homo sapiens hace poco más de 28,000 años, la cosmogonía colectiva estaba basada en atribuir un espíritu (ánima) a los objetos y los fenómenos.
Pronto los Dioses o Señores del fuego, de la lluvia, de las plantas, del día, de la noche y un largo etcétera, empezaron a desfilar por el inconsciente colectivo de toda la especie.
Dunas en Movimiento
Además de la música, descubrimos que el movimiento de nuestro cuerpo podía integrase también a una especie de “ritual emocional”, enfocado en agradecer a los Dioses por favores recibidos, celebrar alguna ocasión especial o pedir por buenas cosechas o una abundante cacería para alimentar a nuestras familias.
Sin embargo, esta serie de movimientos, conocidos como Danza desde los tiempos griegos (su práctica estaba ligada al culto del Dios Dionisios junto a la musa Terpsícore y fueron los primeros en definirla así) además de ese sentido mágico animista, también tenían un valor de cohesión social: la danza sirve para infundir fuerza en los guerreros, para el cortejo amoroso, para ejercitarse físicamente, etc.
Desde la danza de corte del Renacimiento, el Ballet Comique francés, pasando por todas las formas de danza popular que en cada país tienen expresiones completamente distintas, hasta el baile actual, muchas cosas han pasado y en pleno s.XXI es la fusión de diferentes estilos dancísiticos lo que reina en el gusto de toda la gente que entiende una buena coreografía como una historia que se nos cuenta sin palabras.
Igual en el baile hawaiano, tailandés o haitiano, que con el movimiento de manos y caderas forma figuras en el aire que nos platican un acontecimiento relevante o una maravillosa leyenda, que en la Capoeira, arte marcial afro-brasileño que combina danza, música, acrobacias y movimientos de defensa y ataque en batallas simuladas, la energía del cuerpo humano en acción es evidente y emocionante.
Nuestra genética nos obliga a reaccionar invariablemente cuando escuchamos un ritmo o melodía que nos invita al baile y sentimos cómo, casi sin pretenderlo, nuestros brazos, piernas y torso comienzan a moverse en espirales a través del sonido.
Baila cada día
El Día Internacional de la Danza fue establecido por la Unesco en 1982, atendiendo a una iniciativa del Comité Internacional de Danza, perteneciente al Instituto Internacional de Teatro (ITI/UNESCO), no podemos olvidar que la danza está sumamente vinculada al teatro y el arte dramático. Para celebrar la danza se eligió el 29 de abril, por ser el natalicio de Jean-Georges Noverre, innovador y estudioso de este arte, maestro y creador del ballet moderno.
Como todos los “días internacionales de…” esta fecha está pensada para recordarnos el valor inefable de una forma de arte que ha dado a grandes exponentes en los más diversos géneros y también ha encontrado nuevos senderos creativos: la danza contemporánea (terreno en el que México tiene fama mundial de calidad y propuesta), la danza urbana, derivada de la cultura Hip Hop, la clásica, la moderna o la folklórica, incluso conceptos como el Cirque du Soleil o la Fura dels Baus, todas ellas son expresiones de una misma necesidad…llevar el espíritu humano a través de experiencias únicas al siguiente nivel, ese donde podremos algún día liberarnos y vivir en libertad y plenitud rodeados de belleza…
Lleguemos o no a lograr esa utopía vale la pena seguir danzando, bailando, cantando y dejando que nuestras células y átomos hagan algo más que solo existir…
“Hay atajos para la felicidad, y el baile es uno de ellos…”
Vicki Baum. Escritora austríaca.