#CultureClub: Street Lynx, tomando a la calle informal y nutritiva

// Por: Diego Galán

jue 12 diciembre, 2019

Foto por Jocsan Lomelí

Street Lynx es un proyecto que vive en Ciudad de México, Bogotá y Nueva York, todo bajo una misma visión. Tomar la calle, un espacio tan informal y nutritivo, de manera en que su expresión cultural luzca y crezca.

El proyecto funge como tienda (o galería) de arte, además de plataforma para impulsar a artistas de arte urbano. Una definición artística, que de alguna manera se encuentra tergiversada desde años, pero que en Street Lynx prueba su seriedad, intención, además de la gente profundamente involucrada.

Con esto en mente, hablamos con Rex, artista, graffitero y co-fundador de Street Lynx para platicar sobre la gestión del proyecto, sus inicios e informarnos de esta trayectoria que ha visto el mundo del arte urbano cambiar en su perspectiva y formación. 

Street Lynx estará presente en Fayuca Feria de Arte este próximo 14 de Diciembre. 

Punto de encuentro

Cuéntame un poco del proyecto de Street Lynx…

Street Lynx es una tienda de arte totalmente independiente. Gira entre CDMX, Bogotá y Nueva York. Todo surge por mi amigo Lorenzo Masnah, con quién empezó. Teníamos que ponerle un nombre a un stand dentro de una feria de arte, nosotros formamos parte del mismo crew de graffiti llamado APC, queríamos separarlo de esto y armar algo más general. Así salió el nombre, uno que no me gustaba tanto al principio pero pase a adoptarlo y formalizarlo como venta de arte y ahora tiendas físicas.

¿De dónde viene esta relación con Bogotá y Nueva York?

Yo voy a Colombia desde que tengo 9 años de edad. Mi mama se caso con un colombiano y me toca ir allá desde entonces. En mi adolescencia busque la forma de conocer gente que también hiciera graffiti y patineta, así fue cómo me hice de muy buen amigos y nos inventamos el crew APC. 

Lorenzo Masnah es un colombiano que vive en Bogotá, le paso algo parecido qué a mí. Llegó a Estados Unidos con su familia tras emigrar allá. El creció en Nueva York en su adolescencia en Nueva York y casi que el punto de encuentro se volvió Bogotá, para todos nosotros.

El panorama

¿Qué buscan el arte de Street Lynx? ¿Existe una línea específica?

Estamos muy concentrados en el graffiti, el arte urbano, el street art. Es a lo que nos dedicamos y de lo que sabemos. Nos interesa impulsar a la gente que hace cosas en la calle, formalizar la calle.

Esta pregunta viene desde la ignorancia, me parece que el “arte urbano” o “street art” como nombre, lleva mucho tiempo siendo estereotipado. Tiene que ser Banksy o Shepard Fairey, cosas del estilo. ¿Crees qué esto sigue pasando o el panorama se ha abierto para la gente que lo ve desde afuera?

Mi origen es el graffiti, hacer bombas ilegales, hacer tags. Graffiti clásico, wild style. Intente estudiar artes plásticas y diseño gráfico, porque sin duda es algo que me encanta y me nutre pintar, hacer escultura e instalación, la onda es que al tener ese origen tan vandálico como lo es el graffiti tradicional, y ya teniendo casi 20 años haciendo esto, me tocó la transición de ser el graffitero mal visto a pasar all artista urbano que todos quieren ser.

Al principio no me gustaba el término street art, se me hacía algo fresa, algo permisivo, cómo cuándo surge la palabra bullying, un término para que le guste a toda la gente.

Creo que sí hay mucha diferencia entre el graffiti y arte urbano, pero al final es lo mismo, no me la voy a pasar renegado algo que ha evolucionado a esto, el hecho de llamarlo street art, permite que lo entienda más gente. 

Banksy y Shepard Fairey, que están arriba de la movida, yo creo que ya no se dedican a hacer street art directamente, sino ya hacen más publicidad o diseño.

Casi digital

Con la perspectiva de toda tu trayectoria, pensando en nuevos artistas como Felipe Pantone, ¿Tú ves alguna tendencia estética en particular en el arte urbano contemporáneo?

Poniendo ejemplos como Pantone o Demsky, artistas casi digitales, al menos ellos tienen un pasado grafitero, se pintaron sus trenes, hicieron sus bombas, es una evolución total. A mi me da mucho gusto ver a uno de los más vándalos del mundo, que es Katsu, ya pintando con drones, vendiendo piezas en miles de dólares, es como una cachetada con guante blanco. La modernidad y estos tiempos están permitiendo que una persona con este origen pueda experimentar con tanta tecnología. Le tocaba a los graffiteros pasar de nivel.

Estamos en una etapa extraña con esto del boom latino, ahora se quieren llevar todo para allá. Todo se tiene que ver mexa, todo es reggaeton, hay una parte a celebrar, esto del extranjero apegándose a nosotros, pero también está el tema de apropiación… ¿Tu has sentido algún cambio en este sentido? ¿Quizá un acercamiento a proyectos como Street Lynx?

Nos han buscado gente de Japón, de Estados Unidos. Con la conexión que tenemos con nuestro amigo en Nueva York, nos han comisionado a pintar cosas en ciudades como Washington y Los Ángeles, también hemos tenido mucha aceptación con la gente que le interesa, más que la onda latina, la cultura mexicana. El folclor mexicano. A mi me da gusto, y creo que desde hace ya más de 6 años, México ha sido un punto importante para el mundo del arte en general.

Hablando de lo particular, en el arte urbano, pienso que estamos todavía en pañales para muchos países. En los medios, en la forma de hacer cosas en la calle, aún está muy limitado a carteles y stenciles, creo que se pueden hacer muchas más cosas, pero sin duda en México, no está lo mejor, pero el mundo se inspira con nosotros. Viene mucha gente a pintar acá, a compartir acá. México está empezando a poner su marca en el arte urbano mundial.

El siguiente paso

En este sentido, ¿Qué tiene que pasar en México para dar este siguiente paso?

Creérsela, no seguir idolatrando cosas que aquí mismo tenemos. Que nos unamos, pero no solo para echar desmadre, también para producir cosas serias. Al menos a mi me pasa eso, tengo amigos que desarrollan, software, 3D, arte digital, pero nos hace falta unirnos para sacarle provecho a todo lo que está pasando. La calle es tan informal y tan nutritiva, que sí toca agarrarla por los cuernos y hacerla en serio.

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