#CultureClub: Máscaras de Alambre, un grito de la muerte a la vida

// Por: Oscar Adame

lun 2 marzo, 2020

Fotos: Josue Casasola

Máscaras de Alambre es un proyecto creado en el 2017 dentro de la Ciudad de México por los artistas David Miguel Herrera y Pablo Cobo con el objetivo único de “proyectar puros sentimientos y emociones”. Desde entonces, han logrado un alcance enorme gracias a lo vistoso que resulta apreciar su enfoque artístico; único en su tipo dentro de todas las etapas de creación, desde el material, hasta la materialización de sus obras. 

El proyecto nació de la necesidad de dos personas de hacer arte siendo autodidactas, pues de acuerdo a David, “estábamos reprimidos porque no estábamos haciendo arte y somos canales que necesitamos estar usando las manos; estábamos haciendo cosas muy chidas, pero no estábamos usando las manos y la energía para canalizar un chingo de cosas que teníamos en mente”. 

La pequeña sombra, el alma del esqueleto

Trabajaron durante varios meses en otros procesos de creación artística más tradicionales, como la escultura con arcilla y la pintura a óleo; pero hubo un momento en el cual todo cambió. “Yo estaba jugando con el alambre del corcho de una botella de vidrio, con él formé una carita”, nos declaró David, “expresaba algo, lo vimos y nos dimos cuenta de que tenía mucho valor, así que la pusimos en una pared y ahí nació la idea”. 

A ambos les habló de formas muy poderosas, razón por la cual Pablo se dio cuenta del cómo esta primera máscara “proyectaba su pequeña sombra en la pared y formaba otra pieza aparte, como si se tratara de su alma”. De acuerdo a lo señalado, “entramos en un respecto por la pieza que hizo que nos decidiéramos por seguir esa técnica”. Literalmente se convirtió en “un diamante”. 

Sus primeros pasos fueron con ganchos de tintorería, súper duros y con expresiones que salían bastante más burdas y crudas. Ellos hacían cenas cada fin de semana y la gente de su círculo se las llevaba. Todo nació de la observación ” y descubrimos que  también resonó con los demás”. 

Un grito por salirse de la piel

Ahora, ellos no se limitan a esculturas de alambre basadas únicamente en el esqueleto humano, aunque este sigue siendo la marca característica del proyecto. Una máscara de alambre con forma de craneo, la favorita de David, que se transforma en “un grito de salirme de la piel para proyectar lo que todos somos; es una estructura que dice -esto no es muerte, esto es vida-, porque todos los que estamos aquí somos esqueletos”. 

De acuerdo a él, lo que proyecta es “la estructura humana saca y puesta en viceversa, primero esqueleto y luego la piel; está sacando lo de adentro, sacándonos y rasgando para dar este discurso”. Es por ello que han “hecho muchos cráneos, pero del resto de las máscaras casi ninguna la hemos repetido”. 

Por ejemplo, la que usa Pablo es una pieza un tanto más pesada que tiene la figura de un cerdo, pues “si es el año del cerdo y te vistes de cerdo, te haces sentir que eres parte de su flujo de energía”. Eso sin mencionar su connotación política, pues normalmente se les ve como la imagen de un aristocrático “por la imagen de Animal Farm de George Orwell y el universo de Pink Floyd”. Es tanto “virtud, como defecto”. 

Así es como ejemplificamos que el uso de alambre les dio una gran apertura para tener un discurso amplio, “para que la gente viera, para que la gente se identificara y siguiera con su camino; sentimos que todo está transformándose a algo muy chido”. 

Según lo declarado, su trabajo “cada vez se transforma más, pues es interesante ver cómo empezamos a hacer algo con puro alambre sin trenzar y después lo hicimos, lo cual nos dio más rigidez y luego logramos un tejido en el cual entrelazábamos los alambres”.

De joyería a escultura en gran formato

Estos mismos cambios los han llevado a trabajar en distintos proyectos con los cuales se volvieron más versátiles, transformando las máscaras de alambre en finos objetos de moda como “accesorios de plata chiquitos” y en esculturas enormes de gran formato, en donde empezaron a experimentar con distintas cosas, pues “hicimos un Dios Azteca del Arte y la Literatura de ocho metros y una cabeza para que la gente entre por los oídos”. 

Así fue cuando el trabajo “dejó de ser un ejercicio experimental catártico, si no algo más serio al ser proyectos que toman mucho más tiempo y energía”, para los cuales “te invitan a muchos más lugares y te dan financiamiento”. Además, con este tipo de proyectos se dieron cuenta de que el alambre puede crecer tanto como quisieran, pues “vimos que las posibilidades son infinitas y que podríamos hacer cualquier cosa con alambre”. 

Ambos formatos son complicados, pues “una pieza chica te puede tomar mucho tiempo si quieres hacer algo muy específico”. Por ejemplo, ellos empezaron a hacer una línea de cuerpos chicos en distintas posiciones, pero la dejaron de hacer porque era demasiado complicado. “Es muy lindo, cuando lo ves tan chiquito es muy chido”. 

Al contrario, “lo grande te envuelve y ves una reacción en donde te sientes dentro de algo, también pasan cosas bien interesantes en tu cabeza; pues tejes para crear un músculo, para que pueda estar firme y cuando estas dentro puedes ver las líneas que asocias con tus manos, es una explosión”, de acuerdo a David. Por otro lado, Pablo dice que “cuando trabajamos en gran formato, pasamos una semana o un mes junto a una pieza; es una locura y te sugestiona, pues hablamos de cosas personales, pero profundas”. 

Un mensaje político 

Es por todo lo anterior que ambos han amaestrado tanto la técnica que “ahora la pregunta no es -¿cómo?- si no -¿qué?-“, pues conocen tan bien el nivel del material que les entrega una libertad increíble.

De ahí deviene también la necesidad de artistas jóvenes sobre hablar de lo que está pasando”, declaró David, pues “sí hemos hecho el mensaje de las emociones y el existencialismo poderoso porque nos relaciones a través de ellos, pero también surgen otras necesidades de hablar sobre lo que estamos pasando como sociedad”. 

Una de sus exposiciones más impresionantes es 100 por ciento política y fue una sobre animales en peligro de extinción que se llevó a cabo en la Biblioteca Vasconcelos gracias a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, ellos colgaron siete especies colgadas en fuga y una cara humana viéndolas de frente.

Lo interesante es que los animales estaban gritándole a la figura humana, formando “un discurso súper depresivo”. Para ellos fue aun más impactante pues “a veces no eres consciente de muchas cosas por ignorancia y cuando nos pasaron la lista para saber en qué animales deseábamos trabajar, me impresionó ignorar todo esto”. 

Así es como va avanzando el proyecto de Máscaras de Alambre, sobre un trayecto de continuo aprendizaje y muchas ganas por expresar.