Opinión: La nueva imagen de Adele, la viralización a causa del bodyshaming

// Por: Staff

jue 7 mayo, 2020

Por: Sheila Navarro

Durante las últimas décadas, las administraciones de los gobiernos del occidente han participado activamente en incrementar los programas contra la obesidad y el sobrepeso, generando así nuevas ansiedades que mucho tienen que ver con los efectos negativos para la salud de la grasa corporal; la mayoría de estas campañas dimensionan en los supuestos riesgos que puede traer consigo ser una persona obesa o gorda.

Y es que la gordura se ha convertido en un enemigo público alejado de un estilo de vida saludable, este discurso difundido y amplificado por los medios de comunicación masiva ha generado un nuevo paradigma del bien y del mal en cuestiones que no deberían importarnos, como lo es la apariencia física.

Recientemente se viralizó una imagen de la cantautora y multiinstrumentista británica Adele “luciendo una figura espectacular”; recordemos que se trata de la cantante considerada como una de las 100 mujeres más grandes de la música, quien además cuenta con diversas menciones en el ‘Guinness World Records’ por el éxito de su segundo álbum 21 (2011). Adele es la primera mujer en la historia que ha situado tres sencillos entre las primeras diez posiciones de la lista musical ‘Billboard Hot 100’ de manera simultánea.

Ante el poder absoluto y emoción impresionante que denota la voz de la fémina, las críticas y titulares se han limitado a su reducción de peso corporal y la dieta con la que ha logrado dicha figura; como si el fin último de Adele fuese ser delgada; como si su apariencia estuviese por encima de su talento. Como si esto fuera trascendente para su carrera. 

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El señalamiento en contra de Adele

La carga peyorativa que se le ha denotado a la palabra “gorda” ha resultado sumamente significativa y para amenizar el adjetivo pasamos a hacerlo en diminutivo: “él es gordito”. El problema es que como sociedad enajenada en los mass media, no concientizamos en los procesos internos que pueden ser mentales, emocionales, psicológicos e incluso de salud por los que las personas están atravesando en el camino para aceptar su cuerpo. Con esto se promueve el bodyshaming, que no es otra cosa que sentir vergüenza por tu cuerpo y apariencia física o en su defecto juzgar y señalar aquellos cuerpos que no son estéticamente agradables.

Desde esta perspectiva, el rechazo a adoptar “estilos de vida saludables” se interpreta como el fracaso de la capacidad de la persona en velar por sí misma como expresión de decadencia moral. En ese sentido, ser delgado es símbolo de salud y éxito.

Por el contrario, estar gordo o tener sobrepeso representa una fiel evidencia de un estilo de vida sedentario, una alimentación poco saludable y un foco latente de enfermedades próximas. Esta construcción social de la gordura representa un problema basado en el discurso que termina por estigmatizar a las personas con sobrepeso como irresponsables, perezosas e incluso lentas. Sin considerar siquiera su contexto familiar -que es el más próximo y el responsable de motivar y promover la autoestima en el individuo- social e incluso económico.

Señalamiento público (o cuerpos que no importan)

“Los cuerpos gordos han sido oprimidos e invisibilizados en el contexto audiovisual y textil, generando una gordofobia estructural de la que surge un nuevo sistema de privilegios que sitúa a los cuerpos delgados y esbeltos como lo deseable y superior”, explica Beatriz Romero, periodista del sitio We Lover Size, mismo que se enfoca al feminismo gordo.

En ese sentido, no todas las corporalidades son socialmente aceptadas porque no todas las bellezas son funcionales. Cuando un cuerpo no se ajusta a los esquemas de belleza construidos, no puede ser vendido. Esto sin duda ha tenido consecuencias desgarradoras, generando problemas de salud mental en aquellas personas que no se integran en estos parámetros de “belleza” y perpetuando así la idea de que existen, pero no sirven.

Bajo la premisa de que “si tu cuerpo no sirve”, entonces nada de lo que tengas que decir, hacer o pensar es válido y la secuela se traduce en que hay cientos de personas que viven atacándose a sí mismas por no lucir como se espera, de esta manera hay quienes se someten a todo tipo de procedimientos para transformar su cuerpo en algo que no es. Por lo tanto, y después de fracasar en el intento, deviene un odio desmesurado hacia el cuerpo propio porque no es bello.

Aceptarse físicamente no acaba nunca

Sin duda es necesario de-construir este discurso que ridiculiza y señala a personas con sobrepeso u obesidad, y comprender que el valor y significado de las personas no se traduce en su apariencia física; reconocer que no somos un antes y un después: de la mujer gorda y triste a la versión de fémina falsamente poderosa creada por una falacia. Hablo de mujeres porque el índice es mayor, pero esto también ocurre con los hombres.

Resulta imprescindible, además, entender que reducir la gordura a mera holgazanería es gordofobia y, por ende, no asumir procesos, no entender pluralidades ni la heterogeneidad. Es pretender ser iguales, querer que la fantasía de la publicidad atraviese la realidad por excelencia.

Zazil Abraham, escritora, tallerista y portavoz del Movimiento Body Positive en México ha precisado la siguiente pregunta: “Si te aceptas y te amas como eres, ¿qué te van a vender?”. Se trata de aceptarte físicamente, un proceso difícil y que quizás nunca termina porque evolucionamos y nuestra mente y cuerpo cambian gradualmente, sin embargo, reflexionar y concientizar sobre nuestras necesidades y deseos, lejos de aspiraciones. Se trata entonces de el primer paso a este cambio de paradigma frente a la corporeidad y la belleza.