Lugar de Origen: Texas, Estados Unidos
Año de Fundación: 2006
Miembros: Rob Lowe, Michael Muller, Aisha Burns, Jeffrey Olson, Nino Soberon y Sam Pankey
A lo largo de la historia del arte el hombre ha logrado cumplir muchos de sus objetivos, tanto técnicos como expresivos, pero nunca ha logrado llenar aquella sensación de que lo que se ha hecho es comparable al detalle con el que carga lo natural. Pareciera que con la integración de las artes abstractas a finales del siglo 19, los artistas se rindieron ante tal meta, concentrándose mejor en lenguajes y figuras fuente de su subconsciente y dejando a un lado la belleza del exterior.
La tecnología llegó para dejar en jaque a la percepción de la belleza en lo natural: “Es triste que sea normal tener un celular todo el tiempo en tu espacio, creo que lo necesario para sentirse feliz es tomarse el tiempo para respirar, ver las cosas de forma tranquila. Además, como persona creativa, es importante para las artes, para poder comprenderlas y apreciarlas de forma correcta“, me declara Michael de Balmorhea, una agrupación que se deshace de las estructuras convencionales a favor de tratar de retratar la intensidad de emociones que la apreciación de la naturaleza genera.
Hoy en día estamos en un constante bombardeo de información, de notificaciones, chismes y productos culturales que no tienen una pretensión mayor a la de sólo entretener pero para nuestra fortuna si buscas bien dentro de la música te puedes encontrar con agrupaciones como Balmorhea, un sexteto de música instrumental cuyo interés es “hacer música que se siente humana, aquella que tiene instrumentaciones y texturas cálidas.”
Ellos se formaron en 2006 dentro de Austin, Texas, como un experimento expresivo de sus líderes Michael Muller y Bob Lowe. Ambos fueron juntos a ver a una agrupación de música de cámara estadounidense llamada Rachel’s a finales de la década de los 90, una propuesta que sería poco después reconocida como una de las precursoras del género post-rock, “cuando me di cuenta de la atmósfera que creaban con estas piezas instrumentales tan detalladas y hermosas me di cuenta de que ellos crearon aquello que yo quería hacer”, me explica Michael mientras ve por la ventana y me asegura que su disco inspirado en pinturas de Egon Schiele es hermoso, “la música de alguna manera captura los mismos sentimientos que despiertan las pinturas del austrohúngaro.”
Sin embargo, Balmorhea no es un simple proyecto de post-rock puesto que en su música se persigue una causa más académica que la que siguen agrupaciones como Mogwai o Sigur Rós, por dar un par de ejemplos. Influidos por las composiciones de Arvo Pärt y los escritos de John Cage, esta banda está tan interesada en el uso correcto de los silencios como lo es de los sonidos “creo que hay muchas composiciones en la música minimalista y post-clásica que están construidas sobre silencios. Las pausas entre notas son igual de importantes que los sonidos, lo cual es hermoso sobretodo en esta época en la cual todo parece centrarse en la sobre-estimulación y el ruido.”
Sin embargo, cuando juegan con sonidos lo hacen con todo tipo de instrumentos. Tomando una fuerte inspiración de la agrupación islandesa de múm, famosa por integrar elementos electrónicos de IDM protagónicos dentro de sus composiciones repletas de bases formadas con instrumentos orgánicos, Balmorhea tiene como propósito experimentar con los sonidos típicos de computadoras en orden de hacerlas sonar ‘humanas’, “las texturas glitch de las computadoras puede darle una profundidad extraña a las melodías, le da vida a las computadoras.”
Es por ello que sus discos Constellations (2010) y Stranger (2012) los llevaron a la aclamación crítica y al reconocimiento de artistas como Tortoise, Thurston Moore, Efterklang y CoroRosie, quienes invitaron personalmente a la banda como abridores de sus giras por EUA a inicios de esta década.
Desde entonces la banda se encontraba en un descanso indefinido, un intermedio de cinco años en los cuales la música cesó hasta que el año pasado regresaron con Clear Lenguage (2017), una disco atmósfera pacífica y sofisticada gracias a los cuidados y detallados arreglos de su música.
“Con nuestro último disco intentamos de forma cociente tratar de dar al escucha una experiencia en la cual no se permiten distracciones. Dejamos que la música y las notas respiraran para que no estén congestionadas, queremos que la gente se relaje y se deje llevar por la música y la vida mientras nos escucha”, me cuenta Michael citando que le encanta John Cage y que su composición ‘In a Landscape’ es en especial importante para la realización de este disco. “Creo que es una virtud de nuestros tiempos el que alguien pueda disfrutar de la vida sin tener la necesidad de volver a ser estimulado por sus tecnologías.”
Ellos llegarán a México por segunda ocasión el 20 de febrero dentro de las instalaciones del Teatro Milán de la CDMX gracias a Pedro y el Lobo, una promotora sincera y real que se interesa por la música en su estado más puro. Es por ello que entre sus proyectos se encuentran los Silent Concerts, presentaciones en las cuales no está permitido hacer ningún tipo de ruido, además de apoyar a artistas folk y ambientales tales como Moonatic, Ryley Walker, Low Roar y un largo etcétera.
“Pedro y el Lobo es una gran propuesta, en las industrias artísticas y musicales necesitamos a más personas como ellos que hacen las cosas simplemente porque les gustan y no para perseguir ganancias monetarias. Ponen toda su pasión y amor en compartir la música que a ellos les gusta. De eso se trata la vida a fin de cuentas, de disfrutar la experiencia“, declara Michael prometiendo que su concierto de mañana será uno hecho para salir con gusto de vivir.