All of us are animals inside
Inside we cry and weep
We stalk our prey
We hunt for a mate
We all want love
Some can glide
Some sweep
Some some come home late
Some are like a dove
We all are animals inside
Slam Poetry
Todos los que tienen o han tenido mascotas entienden perfecto sobre ese vínculo profundo que se desarrolla entre otras especies animales y nosotros, donde llega un momento en que sentimos cómo hasta nuestros cuerpos se mimetizan, a tal grado con el de ellos, que se enferman de lo que nosotros nos enfermamos o adquieren de inmediato el mismo estado de ánimo que nos invade.
Queda muy claro que en pleno 2017 dos palabras se han cruzado en el camino, por un lado la palabra MASCOTA desaparece cada vez más rápido, pues pareciera haber gente que entiende eventualmente que los animales no son artículos decorativos, ni juguetes, ni muebles.
Por otra parte, después de años de involución en éste tema, hemos entendido ya que los seres humanos también somos ANIMALES y que no hay frontera de jerarquía de especies entre ellos y nosotros.
Sin embargo, no podemos negar que aún quedan muchas familias que gustan de tener un perro en la azotea, o abandonado en un balcón o una terraza, bajo el pretexto de “es para que cuide la casa”, animales que viven expuestos al sol, la lluvia, muchas veces con apenas alimento fresco y agua y en ocasiones caminando durante días entre sus propias heces.
Adoptadores compulsivos que coleccionan decenas de gatos que viven hacinados entre suciedad y miseria.
De las luchas clandestinas de perros, las corridas de toros, o las peleas de gallos ya ni hablamos; eventos muestra de nuestro nivel de estupidez colectiva y de la falta de conciencia de muchos sobre lo que estos seres son: otras especies con las que compartimos el planeta Tierra.
No están aquí para nuestra diversión ni para nuestro entretenimiento, no fueron hechos para nuestro beneficio y sin embargo muchas de esas especies han ofrendado un enorme aporte para la humanidad siendo compañeros de trabajo, de viaje y de vida cuando los tenemos en casa.
Se sabe que hoy en día por ejemplo, una yegua no puede dar a luz sin ayuda humana cuando ya ha sido domesticada, nosotros necesitamos de los caballos y ellos de nosotros de la misma manera, somos sus proveedores de alimento y de techo, al no compartir nuestro mismo idioma (siempre he creído que todos los animales hablan, pero en su propia lengua) no nos pueden decir cuando algo les duele o si se sienten mal, tenemos que ser muy observadores para detectar comportamientos atípicos y poderlos llevar al médico cuando lo requieren.
Los perros saben hacer exactamente lo contrario, pueden olfatear y detectar cuando algo no está bien en el cuerpo del humano con el que viven y en muchos casos, encuentran el camino para advertírselo, salvándole la vida al detectarle cáncer y problemas cardiacos.
Está comprobado que cuando un gato se coloca sobre nuestro regazo o nuestro pecho, las vibraciones que generan sus ronroneos producen efectos benéficos para nuestro estado anímico y de salud.
De hecho, el acto mismo de la caricia es ya en sí mismo un hermoso intercambio de relajación, nuestros ritmos cardiacos se equilibran, nuestros cuerpos se desprenden de los efectos nocivos de la tensión y el placer de la textura de sus pieles nos pone en un estado cercano a la felicidad.
La conexión entre los humanos responsables que aman y cuidan a sus animales y estos últimos se vuelve infinita y profunda, podemos comunicarnos con ellos de una manera que pareciera casi telepática, intuimos sus sueños cuando dormidos, se mueven o hacen ruidos, imaginamos sus pensamientos cuando los vemos absortos con la vista trabada en el horizonte o pareciendo seguir algo invisible.
También está el otro lado, la gente que llega a amar tanto a sus peludos, que los humaniza y los trata como hijos, afectando seriamente la calidad de vida de sus animales, al no permitirles ser y hacer lo que su naturaleza les manda.
Aunque sean domesticados, sus instintos básicos siguen ahí, los más primitivos y esenciales igual que en nosotros y aunque nos amen, siempre obedecerán primero a lo que marca su especie.
Lo mejor para un humano es crecer cuidando, amando y compartiendo con cualquier animal y con ello no solo enseñarle cosas, sino estar dispuesto aprender los millones de lecciones de cariño, entrega y sabiduría que tienen para darnos.
Yo aquí termino porque una hermosa pantera negra acaba de pasar junto a mí y quiere que la acaricie, qué bueno que la naturaleza me la hizo a escala… para poderla tener entre mis brazos.
NUNCA COMPREN ANIMALES, ¡ADOPTEN!.