Para ser un Rockstar™ no solo se requieren virtudes artísticas fuera de la norma y una personalidad excéntrica, también es necesario tener la capacidad física que solo poseen los elegidos. Sí, un rostro lindo y un cabello envidiable; pero sobre todo, un cuerpo que resista una semana completa con apenas 21 horas de sueño, cantidades industriales de sustancias que en la mayoría de los países son ilegales y shows cada tercer noche. Están quienes los vuelven un estilo de vida y de hecho, cuando lo dejan, su salud se va a la deriva. Luego están otros, que por cada mes de esos necesitan someterse a tratamientos que incluyen sangre de bebés y cámaras hiperbáricas. Ya lo dijo Ozzy Osbourne: “No todos podemos ser los Rolling Stones”.
Finalmente están Alex Kapranos y sus Franz Ferdinand, que se debaten entre el querer, el poder y el deber. Era 2006 y la banda acababa de terminar su primera gira mundial. El rock tuvo que salvarse del desahucio en el que cayó tras la debacle del britpop y el grunge, gracias a la movida indie.
La abdicación de Britney y Justin Timberlake dejó al mundo dividido en tres: Los que querían ser como los Strokes, los que querían ser parte del fenómeno emo y alistarse en las filas de My Chemical Romance y Avril Lavigne; y finalmente, los veinteañeros en transición a sus treintas que lidiaban con los achaques mentales de una juventud a medias y una adultez sin piedad ni paciencia. Esos últimos eran los fans de Franz Ferdinand, y cuando todo mundo esperaba una segunda parte de su tour por todo el globo o una secuela inmediata de su aclamado debut, Alex Kapranos decidió que era hora de tomar un descanso. Como era de esperarse, con más colmillo comercial que empatía, el equipo que sostenía a la banda se volvió loco y los instó a reconsiderar.
De por sí, de toda esa generación de bandas prodigiosas que le dieron al rock su última barricada en el mainstream, los escoceses eran los de edad más avanzada y su entorno creía que su éxito tenía una caducidad inmediata, así que cuando se enteraron de la decisión de la banda, creyeron que también estaban sentenciando su propia condena.
“Pasamos de ser una banda que tocaba en bodegas con gente dispuesta a romper lavabos a estar sentados entre James Brown y Hulk Hoogan en los Grammys. Es prácticamente imposible no perder la cabeza después de eso. Yo no quería que fuéramos de esas bandas que se agotan toda la energía en los primeros cuatro años y después se dedican a ser zombies en el estudio y en el escenario. Ahora que lo veo, casi veinte años después, como que me arrepiento un poco.
Sí, estamos menos cansados que muchos de nuestros contemporáneos pero creo que al menos por una vez nos merecíamos las bañeras llenas de champán y el sexo desenfrenado. Otras veces creo que fue la mejor decisión. Ahora siento que no hay rockstars de verdad, sólo jóvenes fingiendo que lo son en sus cuentas de Instagram y Tik Tok. Seguro todos se van a dormir a las nueve y beben café caro, No hay cocaína ni orgías ni Ferraris chocados’’. -Alex Kapranos para The Independent. 2022
Alexander Paul Kapranos Huntley nació el 20 de marzo de 1972 en Almondsbury, en la Gran Bretaña. Su madre -de origen griego- siempre intentó mimetizarlo con la cultura británica para que no sufriera discriminación por su vínculo con Grecia, por lo que decidió nombrarlo Paul en honor al Beatle.
Kapranos pasó su niñez entre South Shields, Sunderland y el sol veraniego de Atenas. A principios de los 80’s se mudó con su familia a Edimburgo y después a Glasgow en el 84’.. A los 17 años Kapranos se matriculó en la Universidad de Aberdeen para iniciar sus estudios en Teología. A partir de ahí inició una peregrinación por diversas instituciones de educación superior hasta que culminó el grado a finales de la década.
Llegados los 90s, se convirtió en una persona popular en la escena cultural de Glasgow. La década se le fue en el 13th Note y el Kazoo Club, una quimera de organización independiente que hacía de venue, galería para artistas gráficos y curadora del next big thing en la música del país.La posición de Kapranos llegó a ser tal que a sus 19 ya era el contacto obligado para ser programado en cualquiera de los lugares importantes de la escena.
Nunca huyó del trabajo con tal de mantener su autonomía financiera. Se multiplicaba y en un sólo día podía hacer de cocinero, camarero, profesor de inglés en el Anniesland College y daba asesorías sobre historia de la religión. La inquietud por la música siempre estuvo y la exposición que tuvo frente a artista de toda clase lo dotaron de capacidades técnicas y comunicativas para involucrarse en algunos de los proyectos más populares de Glasgow. Bandas de rock en crudo, propuestas electrónicas y la movida incondicional de ska con The Amphetameanies, The Yummy Four, Quinn y The Karelia. Incluso fungió como productor y arreglista de Urusei Yatsura, uno de los entes más vanguardistas de la zona en esos años.
Tras mucho tiempo de saltar entre equipos de trabajo, finalmente aterrizó con Nick McCarthy, Paul Thomson y Bob Hardy para formar Franz Ferdinand.
El primer single de la banda -“Darts of Pleasure”– no tuvo una repercusión significativa, fue hasta el siguiente lanzamiento que la banda alcanzó los puestos de honor. “Take Me Out” alcanzó el tercer puesto en los rankings del Reino Unido. El álbum debut homónimo publicado apenas unas semanas después debutó en la Gran Bretaña en el Top 5. El ruido que generó le valió a la agrupación para ser nominadas al Premio Mercury 2004, galardón que se llevaría a casa y que completaría con dos Brit Awards en el 2005 por Mejor Grupo Británico y Mejor Actuación de Rock Británico. NME nombró a Franz Ferdinand como álbum del año.
El segundo disco de la banda, You Could Have It So Much Better, fue primer lugar en el Reino Unido al vender 101, 884 copias en su primera semana, lo que los encarriló a una carrera exitosa que perdura hasta la fecha, con sus claroscuros, cambios de alineación y la inobjetable decadencia del rock frente a los ojos de Kapranos.
Alex Kapranos no es un músico particularmente excepcional, tampoco es un conceptualizador fuera de serie, ni un letrista de la liga de Dylan; sin embargo, es un tipo inquieto… Alguien que no para y que siempre tiene las palabras adecuadas para conectar los mundos en los que radica.
“Pase cerca de una semana con él, en su estudio de grabación mientras empezaba a pelotear ideas para el nuevo álbum de los Franz Ferdinand. Lo que me sorprende es su capacidad de hacer canciones de lo que sea, hasta de lo que almorzó esa mañana. Y luego está esa habilidad para que hasta el más pequeño de los procesos técnicos tenga una intención emocional. Es muy didáctico, además te hace participe de la acción para que entiendas todo lo que está pasando. Es un hombre que guarda mucho proceso por el quehacer artístico, no es algo que mira con displicencia”. -Maggie Turner, comunicadora de la Asociación Británica de Compositores
Lo de las canciones sobre comida no es una exageración: de hecho es una de las grandes pasiones de Kapranos. Luego de tres años de girar con Franz Ferdinand, hacia el otoño del 2005 empezó un proyecto titulado Sound Bites en colaboración con el prestigioso diario The Guardian. Dicho trabajo consistía en una columna semanal sobre comida en el cual detallaba sus aventuras culinarias con Franz Ferdinand. Kapranos era tan meticuloso y divertido en sus descripciones que en 2006 se publicó el libro Sound Bites: Eating On Tour With Franz Ferdinand, una compilación de todos los textos publicados en esa época.
Esa espina nunca se le quitó y aprovechó los hiatus de la banda para estudiar alta cocina, una disciplina que sin buscarlo, se convirtió en otro de sus trabajos, mismos que lo han llevado a colaborar en algunos restaurantes reconocidos de la isla.
“Creo que Franz Ferdinand y en general todo lo que hago se va a terminar cuando sienta que ya no está sucediendo entre amigos. Lo más importante es el tiempo y el único tiempo por el que todavía podemos hacer algo es el futuro. Si solo estoy en ese futuro para hacer dinero, significará que habré perdido todo lo demás. Y entonces será tiempo de poner un negocio en el que pueda esperar a la muerte con calma. Mientras tanto, tengo amigos y familia y más de 20 hits que todavía le pueden cambiar el día a alguien”. – Alex Kapranos para NME, 2021.