Cuando recién comencé a escuchar música “en serio” pasando la mitad de los 90 inevitablemente choqué contra ese puño alternativo que orgullosamente reinó la época (y que estaba por entregar su corona a la electrónica). En ese momento conocí a Sleater-Kinney, un trío de chicas originarias de Washington que según recuerdo llamaban la atención por la energía y el júbilo adherido a su música; punk rock del que se había sembrado y cosechado durante la revolución grunge a granel, pero con un giro menos oscuro.
Basta con escuchar “Call The Doctor” (1996) y “Dig Me Out” (1997), para entender de qué va la música del proyecto. Creo que precisamente ahí radicaba el mayor encanto de la banda de Corin Tucker, que no había pretensión en su arte, su único objetivo era hacer música y, en consecuencia, pasarla bien. Con ayuda de John Goodmanson, el gurú indie, dieron vida a este par de esfuerzos sonoros que, aún con cierta timidez e inocencia, se convirtieron en fotografías sónicas de la música en Estados Unidos de aquel momento específico.
Hoy, tras un largo descanso creativo de casi 10 años, Tucker, Carrie Brownstein y Janet Weiss están de nueva cuenta entregando guitarrazos y restregando actitud con su nuevo vástago, “No Cities To Love”. Una vez más, Goodmanson, lleva de la mano a la triada por los viejos y conocidos, los cuales, parece, nunca debieron abandonar. Con apenas unos día de haber visto la luz el trabajo ya ha sido altamente elogiado por la crítica alrededor del mundo, convirtiéndose en el proceso en uno de los álbumes de los que estaremos hablando cuando 2015 llegue a su fin.
No me malentiendan, reconozco la importancia de “The Woods” (2005) y entiendo la necesidad de Dave Fridmann (Mercury Rev, The Flaming Lips, Weezer, MGMT, Tame Impala) por evolucionar el sonido punk de la banda en algo más épico. Sin embargo, su nuevo álbum nos pone frente a un proyecto que conserva todas las habilidades musicales del comienzo de su carrera, con madurez y genialidad añadidos a la lista de sus súper poderes. Tracks como ‘Price Tag’ o ‘Surface Envy’ son el ejemplo perfecto, hooks arrebatadores y una buena dosis de guitarras devastadoras y pegajosas. Básicamente esa es la fórmula de un disco de poco más de 32 minutos que llevará a las Sleater-Kinney a pararse a los escenarios más importantes del mundo durante este año, apenas el pago perfecto para una banda que nunca debió bajar de los escenarios.