I Love You, Honeybear
Father John Misty
Arts & Crafts México
Por Victor G. García
Josh Tillman, el hombre detrás de Father John Misty, nunca ha tenido miedo de mostrarse tal como es. Eso le ha traído unos cuantos detractores, quienes no llegan a entender el tono irónico con el que Tillman se desenvuelve en la vida. Es notable que en los últimos años ha madurado como músico y como persona, pero eso no ha mermado su sentido del humor, al contrario, lo ha hecho aún más incisivo, la diferencia consiste en que su humor se ha vuelto autorreferente.
Tillman ha perdido el miedo a burlarse de sí mismo, y una vez que llegas a ese punto no queda más que aceptar lo absurdo de la vida. Esa personalidad cruda, dramática y, muchas veces, egocéntrica es su mejor activo a la hora de escribir canciones. Si no me creen, basta con darle una escuchada a I Love You, Honeybear.
I Love You, Honeybear es un disco bello que cuenta con una grandiosa instrumentación y una producción impecable pero, sobretodo, es un disco brutalmente honesto. Sus letras nunca tratan de disimular el hecho de que los hombres pueden ser unos monstruos si se lo proponen, como podemos escuchar en ‘Nothing Good Ever Happens on the Goddamn Thirsty Crow’, donde compara a la mujer que ama con una muñeca inflable: “But my baby she does something way more impressive than the Georgia crawl / She blackens pages like a russian romantic / Gets down more often than a blow-up doll.”
Sin duda, esta segunda producción firmada por Tillman como Father John Misty tiene como tema central el amor, pero no en el sentido más romántico de la palabra. Y es que para este artista dicho sentimiento es una navaja de doble filo, que puede sacar lo mejor y lo peor de una persona, facetas que han sido plasmadas perfectamente en este material y que implican el querer compartir tu vida con alguien aunque eso signifique sacrificar la individualidad misma.
Escuchar este disco representa subirse a la montaña rusa emocional que J. Tillman vivió durante los últimos años, cuando pasó de ser un bohemio borracho a conocer a la mujer con la que finalmente se casaría. En el transcurso, logró retratar aspectos nada agraciados del amor, como los celos y los deseos de posesión, pero lo hizo de una manera tan honesta que el resultado ha sido fastuoso.