Cosmo Jarvis tiene veintidós años y tres discos. Por algo se ha de llamar “Think Bigger” este tercer lanzamiento. Porque hay algo en la música de este hombre, quien también es cineasta y actor, que impide no escuchar una canción y ponerse de buenas. O de malas. O de cualquier otra forma. Porque combina distintos géneros en un solo disco. Del country al pop y de ahí al rock duro, de pronto, gritando a la Dave Grohl o a la Lenny Kravitz, Cosmo Jarvis se revuelca en ellos, en los géneros, se divierte y graba, para dejarle a quien lo escuche la sensación de que el mundo es, al menos por un momento, un lugar donde las etiquetas no existen. Para provocar alguna sensación al oyente. La que sea. Imposible que provoque indiferencia. Sin embargo, en esa mezcolanza de ritmos, el disco se diluye hacia un producto que pierde identidad. Es todo y es nada. El hilo conductor más fuerte, aunque igualmente dispar, son las letras. Porque en ellas se descubre la intencionalidad de este álbum, su esencia, si cabe. Que, como bien dice el músico, van de “personas, lugares, películas, sueños, historias de ficción, dilemas personales, emociones, la condición humana y mierdas como esas”.