Jack White dice en el documental “It Might Get Loud” (2008) que para él, la música debe ser como una pelea, como una reacción visceral a lo que nos rodea. Una de las situaciones que le dio pelea, explica en el documental,fue pasar de tocar batería a la guitarra, como una forma de retarse, como una forma de cambiar en seco sin dejar de lado el elemento más importante de esta riña: la percusión.
Cuando digo percusión no me refiero a todos lo juguetes del salsero, sino al acto de percutir, transformar la ira, la agresividad, en sonidos, en una expresión artística. El acto de percutir, entonces, es el que marca la pauta en Silence Yourself, el primer LP de Savages; no sólo por el visceral esfuerzo de su baterista, sino por la forma en que se interpretan todos los instrumentos; todas las integrantes de este cuarteto londinenses golpean de alguna u otra manera, todas conspiran para agitar al oyente y sumergirlo en canciones explosivas.
‘She Will’ y ‘Husbands’ explican su modus operandi a plenitud y son —sin tener que analizar mucho— las dos piezas más destacadas del material. Entre tanto movimiento sorprende ‘Waiting for a Sign’, la más lenta del LP y a la vez la más directa y visceral. Las guitarras ruidosas parecen gemir mientras la batería y el bajo dictan una marcha fúnebre.
En música y letra, Savages se expone, se abre y nos explica cómo ser primitivos de nuevo, nos enseña a transformar el golpe recio en una forma de comunicación trascendental, una que exponga una visión pesimista de la cotidianidad para generar reacciones.
Quizá sea contradictorio que este llamado a ser primitivos sea tan premeditado o en palabras de Zachary Cole Smith, se estén tomando todo demasiado en serio; quizá el álbum necesite una cohesión más palpable, un poco más allá de las letras; pero se entiende que esta es una banda cuya carrera apenas comienza y que todavía le quedan canciones, conciertos y álbumes por ofrecer a esos que disfrutan de la música hecha con seso, pero sobretodo, hecha con el hígado.