Este no es sólo el tercer álbum de los ingleses, también es una placa que documenta el rumbo que el rock británico está siguiendo y que seguirá de aquí a unos años: evidentemente aún entintado de folk y punk amable pero con ciertos toques de sofisticación heredados de la música progresiva. La mano de Chris Thomas (The Beatles, Pink Floyd, Elton John, Pulp, etc.) se nota de principio a fin, dotando a la agrupación de ese gancho comercial capaz de atraer la atención internacional, minimalista y siendo condescendientes, hasta elegante. El problema con Mystery Jets y con la mayoría de las bandas de la última década es que entran a una zona de confort sonora y tal parece que difícilmente la van a abandonar.