Ha quedado claro. Morrissey es, definitivamente, un artista capaz de codearse con la tradición rockera (géneros, estéticas, formas de ruptura mediática) sin dejar de lado su ambición de juventud eterna. Porque en su décimo disco como solista, Mozz confirma su grandeza como intérprete y como arquitecto de emociones y consigue redondear un álbum cargado de momentos intensos y estruendosos. De todos modos, “World Peace is None of Your Business” es, también, un auténtico tratado de renovación personal. No busca ser algo nunca antes escuchado pero, de la mano de una serie de arreglos musicales mitad exquisitos y mitad sorprendentes, y con la inventiva que caracteriza a su autor, consigue mostrar una frescura propia de las mejores obras de la carrera solista de Morrissey y de ese cadáver exquisito que representan The Smiths para la historia de la música pop.
Cinco años pasaron desde el último álbum grabado por la voz anglosajona por excelencia. Y sin embargo, ese es apenas un detalle de almanaque. “World Peace is None of Your Business” retoma el espíritu de esa hermosa posible trilogía que significa la seguidilla “You Are the Quarry” (2004)-”Ringleader of the Tormentors” (2006)-”Years of Refusal” (2009), y esa es una gran noticia. Porque no se trata de reciclaje ni de piloto automático, sino de continuidad. Son esos últimos discos los que mostraron a Morrissey en su mejor forma, como un artista completo: interesante, sugerente, divertido, elegante, provocador, melancólico en su punto justo. Y “World Peace…” no hace más que evidenciar esas mismas características con bastante más que un conjunto de canciones bien elaboradas, pasando por encima de los años de silencio, las polémicas y las enfermedades recientes.
De hecho, el álbum muestra, en iguales dosis, el costado más auto-paródico y el plano más experimental de la obra de Morrissey. Y sería difícil elegir en forma excluyente entre uno de los dos términos del binomio. “World Peace is None of Your Business” es, desde su título y su portada, una nueva clase de ironía fina y fulgurante. Morrissey no deja de exhibir esa grandiosa capacidad de explicar el mundo en apenas una frase. Pero además, el disco coquetea libremente con una estética ibérica que se vale de guitarras clásicas de éxito variable, castañuelas, palmas y vientos que refuerzan los aires de divismo de su protagonista. Algo que, sin dudas, resulta desconcertante puesto al lado de la excéntrica y poética decisión de presentar los cuatro singles del álbum con igual cantidad de intrigantes videos de interpretaciones en formato spoken word. En definitiva, un concierto de desconciertos, sí, pero una muestra de vitalidad contundente y, sobre todo, multiplicadora de sensaciones.
Ese mismo espíritu es el que se deja entrever en el variado pero siempre intenso tracklist que da forma al disco. Por un lado, acierta con la inclusión de un single instantáneo como ‘The Bullfighter Dies’. Apenas un par de minutos y algunos segundos más, una falsa fanfarria que deja lugar a una línea (de) melódica irresistible y listo: Morrissey se ha anotado en su cuenta otra de las grandes canciones radiales de los últimos veinte años. Sin embargo, sería injusto recalar automáticamente en esos ciento veinticuatro segundos para intentar resumir “World Peace is None of Your Business”. ‘Kiss Me a Lot’ y ‘Staircase at the University’ son, quizás, las canciones más importantes e impactantes, con estribillos poderosísimos y algunos motivos españoles que consiguen ser originales, simpáticos y efectivos (a diferencia de lo que sucede en la exagerada ‘Earth is the Loneliest Planet’). En tanto, el track que da título al álbum, ‘I’m Not a Man’, ‘Smiler With Knife’ y el final con el tridente ‘Kick the Bride Down the Aisle’-‘Mountjoy’-‘Oboe Concerto’ ponen acento en otro tipo de registro. Las primeras tres están entre las interpretaciones más sentidas que se pueden escuchar en el disco y contienen, además, las explosiones instrumentales más sorprendentes. Las del final, en cambio, son baladas que encuentran a Morrissey como protagonista del juego que mejor juega: su capacidad para enriquecer la melodía y el grano de la voz desde la pasión es lo que lo convierte en un cantante capaz de llegar a las entrañas y al corazón.
De todas formas, ‘Istanbul’ es, junto a ‘Neal Cassidy Drops Dead’, la canción capaz de condensar el exotismo y la sencillez que pueden leerse en las líneas imaginarias del sobre interno de “World Peace is None of Your Business”. En ambas, la fórmula es la misma: contundencia, efectos especiales, recursos sonoros de todo tipo, melodías entrecruzadas y la sensación de estar al borde del abismo al final de cada estribillo. Como si este no fuera el décimo disco de Morrissey o, mejor aún, como si este fuera su último álbum; el final glorioso y épico de una carrera con vaivenes y silencios, pero con una colección de momentos altísimos que, con el paso de los años, no ha hecho más que acrecentarse. Porque si algo debe decirse en defensa de “World Peace is None of Your Business” es que muestra a Mozz en su mejor forma. Dispuesto a pelear contra el paso del tiempo y el ir y venir de las modas. Como el clásico contemporáneo y siempre retornable que encarna, de cuerpo entero, en (casi) cada paso que da.