Justo al borde del olvido, Interpol trata de aferrarse nuevamente a una escena cambiante que dejó los esfuerzos de Paul Banks y compañía hace ya un par de años. Después de un álbum tan carente de originalidad que decidió ser homónimo sin ninguna razón aparente, la banda neoyorquina vuelve gritando que volteemos hacia aquellos dos miles que nos hicieron enamorarnos, descubrir nuevas cosas, e incluso cautivarnos con un increíble “Antics”, que colisionaba con un movimiento de bandas, de las que hoy sobreviven en su mayoría solamente sobras.
“El Pintor”, un anagrama en español del nombre de la agrupación, abre con una ‘All The Rage Back Home’ aparentemente simplona y sin gracia, pero conforme avanza, la duda empieza a surgir…“¿Será?”… ¿Interpol está de regreso?… increíblemente el álbum comienza de manera grandiosa, manteniendo toda la genialidad que alguna vez desapareció por la necesidad de complacer a un público que evolucionaba con el pasar de los años, pero que simplemente no cumplía con las expectativas y repetía la sobriedad y carencia de un “Our Love To Admire” que a pesar de pecar de incomprendido, era una desilusión después de dos gloriosas placas.
El disco sigue, ‘My Desire’ aparece con un ecléctico riff que rompe en una lírica clásica de la banda, ‘Anywhere’ estalla con la fórmula que elevó a Interpol a un status legendario. Es imposible no recordar las viejas glorias propias y de la banda con este círculo completo que trae de vuelta algunos de los matices básicos de una oleada musical que poco a poco desapareció para dejar el rock en segundo plano.
El mayor problema no radica en “El Pintor”, no radica ni siquiera en Interpol en sí, el conflicto es el público al que está dirigido, una audiencia que ahora parece darle la espalda a la banda, en lugar de recibirla con los brazos abiertos, y sin ofrecer ninguna justificación.
La verdad es que Interpol perdió el piso, perdió su base, y perdió todo lo que alguna vez había creado para unirse a estas agrupaciones de migajas como The Strokes, que ahora simplemente han decidido explorar un sonido completamente distinto; pero a diferencia de los pocos destellos de Julian Casablancas y su desquebrajada banda; Banks, Fogarino y Kessler deciden volver a una línea poderosa con un álbum que reclama a su fanbase y que incluso parece abrir la puerta para un regreso en forma de todos los caídos de 2002 a la fecha.
La placa no solamente se queda ahí, no trata de emular lo que se hacía en el pasado, “El Pintor” inclusive trae nuevos ingredientes a la mezcla como en el caso de ‘Same Town, New Story” y un beat permanente durante todo el track, o en el caso de ‘Everything Is Wrong’, ‘My Blue Supreme’ o ‘Twice As Hard’ cuya magia radica en las habilidades introspectivas e incluso autoreferenciales de Paul Banks para crear letras que comienzan a tomar un significado después de un par de vueltas, sin dejar esa fuerza melódica de ‘Ancient Ways’ o ‘Breaker 1’, muy características de la banda, pero con ciertos toques de la nueva era que incluso podrían pasar como imperceptibles debido a la perfecta estructura de “El Pintor”.
Interpol regresa para pedir que no olvidemos su pasado, e incluso batalla por introducirse nuevamente al lugar que dejaron hace más de una década, y a pesar de que su pertenencia vital ya está en manos de nuevos actos y géneros, la última palabra no está en su anagrama con sabor a álbum debut, está precisamente en las nuevas generaciones y los fanáticos que ahora deciden ignorarlos, así que “El Pintor” por lo menos merece una mirada de reojo, que seguramente servirá como un viaje nostálgico y al mismo tiempo un vistazo al futuro, gracias a un material no creado para el consumidor, sino por la música en sí, con grandiosos resultados.