“We Are The 21st Century Ambassadors Of Peace Of Magic” (2013) es un gran título de uno de los álbumes de una banda como Foxygen, principalmente por aquello de la magia. Han peleado, recorrido diferentes ciudades y festivales y hasta han dicho que se separan […pero siempre no], el punto es que después de todo Sam France y Jonathan Rado siguen juntos cobrando el saldo que les dejó una pierna rota durante un show.
“…And Star Power” es justo lo que imaginamos, una versión diluida y extensa del álbum por el que los conocimos. De entrada espanta que se trate de 24 canciones pero después de la primera escucha se hace evidente una cosa: el eterno pleito/amor que traen France y Rado sirvió para que lograran un álbum en conjunto que, a su vez, muestra claramente la personalidad de estos músicos por separado.
Sam es la parte psicodélica, ese agente nocivo que explota cuando menos lo esperamos y nos hace percibir las cosas de otra manera; da la opción de volarnos los sesos mientras estamos viendo el techo o el cielo, mientras que Jonathan es la conciencia que te dice “hey, no te vayas” y te da un jalón para que no te pares de ese sitio y pongas atención.
El mejor ejemplo de esa dualidad son los cuatro episodios de ‘Star Power’: el primero suena limpio y bien estructurado ya que el piano es bien complementado por el bajo para después soltarnos un vómito cósmico [¿tal vez catarsis?] acompañado de guitarras que podrían sonar todavía más sucias. El tercer capítulo es el tema a destacar del álbum, son los dos músicos haciendo su trabajo y dándose espacio; la cuarta parte es simplemente un descanso, es como regresar de la fiesta más atascada al amanecer sintiéndonos devastados pero con el corazón tranquilo.
‘666’ es psicodelia y punk, ‘Hot Summer’ parece un viaje a la iglesia en algún estupefaciente que hace que el sonido del órgano se distorsione y el camino seguro al malviaje es ‘Cold Winter/Freedom’, la redención lleva el nombre de ‘The Game’.
Esperar que una banda nueva hiciera el mejor disco de su corta carrera en el segundo intento tal vez es demasiado estricto, mientras nos internamos en este experimento sonoro podemos notar la madurez y la experiencia que les han dejado los kilómetros recorridos. Al parecer no les tomó tanto tiempo hacerlo y eso provocó que el sonido no esté tan lejano de su sucesor, en algunos momentos parecen furiosos y en otros hasta se siente que se están perdonando.