Chaz Bear, el cantante y productor bajo el pseudónimo de Toro y Moi regresa con su sexto álbum Outer Peace.
Un artista que hizo ruido en el mundo musical inicialmente al ser parte de lo que entendemos hoy como el micro-género del chillwave. Una de las propuestas de principio de década más novedosas y que trajo una verdadera nueva aproximación del rol de la música electrónica a segmentos y géneros de estratos más visibles. La propuesta de esta música era nostálgicamente pop, producción novedosa, sintetizadores vintage, downtempo y estética lo-fi digital. Un sonido que permeó por su cualidad detallada, relajada y curiosamente acorde a los estados de ánimo del verano y las fiestas al aire libre. Quizá los actos más cercanos vistos al sonido de Bear vistos Neon Indian o Washed Out.
Este género propiamente nativo a todo el arte nacido en internet y desapareció igual de rápido que llegó, pero que al menos dejó en su influencia este acercamiento a la producción electrónica minuciosa y abierta a toda influencia. Toro y Moi, hoy se sitúa nacido y abandonado por este género, pero con toda la individualidad que a subsistido al proyecto a través de una exploración estilística que lo vio como un acto relevante en la, entonces, focalizada escena indie como término umbrella a los actos de línea parecida a Coachella.
Esta separación del género de culto le permitió a Bear, una carrera que cumplirá casi una década con álbumes que lo han visto crecer como personalidad, vocalista y productor de maneras que solo sin la presión de cubrir espectros musicales específicos se ha llevado a cabo. Sus sensibilidades funk y pop abrieron una escala en su música que lo ve operando todos los instrumentos que desea, de manera prominente y no como otro acto de novedad.
Hoy la propuesta del aún joven talento, conjuga los estilos de producción bajo una metodología similar a la J Dilla, de música rápida y juguetona, también informado por el creciente vínculo de R&B y soul, que aunque ya lejanos de Prince continúan desarrollando un universo accesible y rítmico favorito de los actos del circuito indie.
La música de Toro y Moi en resumen es altamente informada, bien ejecutada pero también rebajada, aunque no parece secreto que Bear se ve en su mejor figura como un artista pop. Algo reflejado en una buena ética de trabajo que en medio de todos sus experimentos encuentra aún un amplio mercado.
En Outer Peace, el artista describe el trabajo como uno reflejando la cultura del “playlist” y parece reconocer la actual responsiva de trabajos musicales como casi desechables ante un superávit de opciones. Es un álbum cuyas canciones no desarrollan a pesar de estar llenas de detalles, pasan una a otra de manera rápida y emulan un moodboard que solo se lleva por las letras de Bear dedicadas al mismo proceso creativo y el arduo trabajo, que pretende inspirar en sus parecidos.
Sin embargo, después de los tres números iniciales, cae rápidamente en su misión de homogeneizar un camino musical al empezar a integrar números que en contraste se ven esqueléticos, como en ejercicios de “chill-R&B” y features que resaltan menos que una segunda mano de pintura. Por momentos salen a destellar homenajes a las sensibilidades de Daft Punk.
El álbum encuentra a Bear ejecutando todo tipo de ideas, pero donde algunas quedan sin más contexto en donde brillar como la integración de ritmos latinos de cajón en ‘Baby Drive it Down’ o la colaboración de trap y crooning en ‘50-50’ con el artista Instupendo. Bear encuentra sus mejores momentos cuando parece buscar todas sus ideas en un mismo momento como en ‘Ordinary Pleasures’ o ‘Laws of the Universe’ donde incluso el sonido se complementa de otra manera.
En la carátula del álbum tomada del video ‘Freelance’, Toro y Moi se ve como un niño entre juguetes musicales y una computadora que dan la idea del contexto de producción hoy en día, pero tampoco parece temerle a confrontar la saludable infantilidad de todo. Sin duda, Outer Peace tiene el espíritu de niño en su atención distraída, más una viñeta que una narrativa, y que brilla cuando Bear está dispuesto a jugar con todo.