James Murphy se había mantenido entretenido produciendo discos pero era momento de volver con su proyecto más importante tras la que parecía una inminente despedida: LCD Soundsystem. Siete años de espera han dado como resultado un álbum considerablemente extenso pues, a pesar de que únicamente tiene diez canciones, dura más de una hora, pues cada uno de los tracks supera los cinco minutos.
La vibra ochentera de los sintetizadores es el rasgo que impera en este disco cuya simple portada y título nos indican que estamos por escuchar canciones salidas de un sueño y, como un sueño, parece que te hablan únicamente a ti. La música electrónica nos ha acostumbrado a tener ritmos alegres pero hay en este material una oscuridad imposible de describir. Es difícil adivinar, sin saber, en qué año fue lanzado American Dream, pues podría ser fácilmente contemporáneo al Disintegration de The Cure. La voz de James Murphy recuerda por momentos a la de Robert Smith.
El ambiente del álbum parece indicar que se trata de una vieja y esperanzadora idea de “sueño americano” muy lejana a la realidad y del que es mejor despertar. Las oníricas letras, junto con las percusiones de canciones como I Used To y How Do You Sleep?, hacen a este material uno notablemente temático que, indudablemente, gira alrededor de la palabra “sueño”. El disco no tiene demasiados cambios de ritmo, así que en todo momento te pondrá a bailar mientras reflexionas sobre la muerte. A pesar de ello, hay canciones como Call The Police, que coquetean más con el rock de guitarras distorsionadas y letras subversivas (Wear your makeup like a man).
En algunas de las palabras que pronuncia James Murphy nos encontramos ante una especie de guía que le cuenta su propia historia a quien las escucha como si el cantante buscara dirigir un sueño (Wake up with somebody near you/ And at someone else’s place/ You took acid and looked in the mirror/Watched the beard crawl around on your face). En otras ocasiones, se trata de un diálogo de despedida esperando a ocurrir.
Quizá lo más criticable del álbum sea el abuso en su duración. En la época en la que todo a nuestro alrededor se rige por la velocidad, resulta complicado encontrar a alguien dispuesto a ponerle atención durante más de una hora a un álbum cuyo ritmo no tiene grandes variaciones y hasta parecería un poco ególatra asumir que mucha gente lo hará.