Recién comenzó el nuevo milenio y a muchos nos sorprendió el primer disco de los neoyorquinos, “Turn On The Bright Lights” (2000), un material que ostentó una íntima correlación sonora con Joy División y bandas afines, pero también una clara distinción gracias a canciones bien armadas. Pasó el tiempo y, como a veces ocurre, el factor sorpresa se disipó: “Antics” (2004) fue un dulce elaborado con los mismos ingredientes —seguía gustando pero su sabor ya no estimuló sonrisas— y con “Our Love To Admire” (2007) no sucedió mucho. A una década de su debut, Interpol regresa con un LP homónimo más denso de lo que uno pensaría, y vaya, si algo caracteriza a esta agrupación es justo eso, que está bien anclado en la oscuridad. “Interpol” (2010) es su cuarto larga duración y un claro regreso a la fórmula que les funcionó después de arriesgarse —un poco y no más— hace tres años. Si eres fan, sin duda encontrarás canciones buenas: ‘Memory Serves’, ‘Summer Well’, ‘Safe Without’ o ‘The Undoing’ cumplen bien, te atraen e incluso te emocionan. Pero hay que ser sinceros, este disco está plagado de lugares comunes interpolianos.