La carrera de Drake contempló directamente el abismo luego de que Pusha T acribillara su imagen pública con ‘The Story of Adidon’, uno de los diss tracksmás memorables del siglo. Entre escándalos sobre un hijo no reconocido con una ex estrella porno, escritores fantasmas, amiguismo y hasta por su color de piel, identificado como -“moreno claro”-, el golpe pareció completamente certero.
Allí, parado entre las cenizas de su persona, Drake anunció el lanzamiento de Scorpion, un álbum doble con la dura tarea de contestar todos los señalamientos hechos en su contra. Desafortunadamente, si bien hay suficientes pruebas de la capacidad lírica del cantante, el resultado es un disco excesivo en todos los flancos y en última instancia tibio.
Drake repasa a lo largo de 25 canciones distintos estilos de la música afroamericana con la ayuda de una treintena de productores, pasando por el R&B, el gangsta rap de los noventas y el trap moderno. Sin embargo, a diferencia de otros artistas del género, se deja llevar muy fácilmente de un estilo a otro sin lograr interconectarlos, comprometiendo así la coherencia del material como un todo.
Como con cualquiera de sus lanzamientos, Scorpion brilla cuando Drake se muestra expuesto y desnudo ante el escucha. ‘Emotionless’, tema en el que Drake reconoce la existencia de su hijo y reflexiona sobre el estado del mundo y como escondía el mundo a su hijo y no al contrario, es uno de los puntos más fuertes del disco. En ‘Finesse’ lleva esta idea al extremo reconociendo que preferiría haber tenido a su hijo con una chica distinta, pero eso ya no es posible.
Siguiendo esa línea, con ‘Is There More’ habla valientemente de la vida que hay detrás de los reflectores y de cómo cierto estilo ha sido glorificado, llevando a una pérdida de humanidad en el proceso. ‘8 out of 10’ mezcla estos pensamientos con un tono mucho más violento para dirigirse directamente a sus detractores.
La parte del disco correspondiente al alardeo es sin lugar a duda su punto más bajo. Pese al sólido beat de ‘Mob Ties’, el intento de Drake por sonar peligroso termina pareciendo forzado y fuera de lugar. El único momento en que esta fracción logra consolidarse es cuando la agresividad y lo personal se mezclan en ‘Sandra´s Rose’, un momento de inspiración cercano al final del lado A.
Un último conjunto de canciones no presentan aparente relación con el resto del concepto, principalmente ‘Summer Games’ y ‘Ratchet Happy Birthday’. La primera es una balada estándar sobre el desamor muy bien decorada con un ritmo electrónico melancólico, la segunda es musicalmente menos afortunada, pero presenta una interesante historia sobre una chica que no se siente animada en su propio cumpleaños.
Algo decepcionante son las colaboraciones, desde un tibio Jay-Z en ‘Talk Up’ hasta la inexplicable incorporación de diez segundos de Lil Wayne en ‘In My Feelings’, canción en que Drake decide utilizar las mismas inflexiones vocales de ‘God’s Plan’, añadiendo a la pesadez del álbum. Solamente ‘Don’t Matter to Me’, colaboración póstuma con Michael Jackson, logra mediante una producción muy inteligente balancear a ambos cantantes.
En su mejor momento, Scorpion es una reflexión deliciosamente vulnerable sobre las imperfecciones y decisiones de Drake y una declaración valiente hacia sus detractores. En el peor, es una colección embarazosa de ostento poco merecido. Todo se resume en fuego puro envuelto en un empaque tedioso y sobresaturado que pierde potencia con cada minuto que pasa.