Coexist

Calificación

8.5

The xx

// Por: Juan Manuel Pairone

jue 6 septiembre, 2012

Artista: The xx

A primera vista, “Coexist” puede representar un opuesto contundente y necesario de “xx” (2009). Su tapa predominantemente blanca -manteniendo la “x” que parece decir todo lo que hace falta decir, pero agregando una textura aceitosa y multicolor-, la variedad de sensaciones que son capaces de transmitir las voces o el protagonismo de nuevos matices a la hora de pensar la densidad textural de las canciones dan cuenta de una maduración efectiva. Sin embargo, más allá de las diferencias, el esperado segundo disco de The xx no se aleja de la paleta de sonidos que la banda hizo propia en su debut, sino que la profundiza y la trabaja de manera más amplia, con otros recursos a su alcance.

En ese contexto, el cambio fundamental está dado por el lugar y la función de la percusión y los sintetizadores. Las bases -menos toscas y más dinámicas- ganan en detalle y sólo resaltan de manera aislada, en los momentos fundamentales. Los teclados y los efectos, en cambio, ganan un mayor protagonismo no sólo en términos de ambientación, sino también en cuanto a lo melódico. Ya no son un agregado al esqueleto central de la banda -el dúo Oliver Sim/ Romy Madley-Croft, tanto en voces como en instrumentación-; ahora también dan forma a momentos significativos en las estructuras de las canciones y resultan
indispensables en los mejores momentos del álbum (‘Chained’, ‘Try’, ‘Reunion’). Por eso, mientras las guitarras mantienen la reverberancia y la delicadeza de “xx” y el bajo insiste en su función de sostén apagado, es imposible dejar de notar la aparición de nuevos timbres y colores, que expanden el sonido del grupo y, al mismo tiempo, ayudan a consolidar el poder climático y atmosférico de la música de The xx.

De hecho, si bien Jamie Smith -DJ encargado de las programaciones y de la producción- había declarado que este álbum estaba más en contacto con la noche y con las experiencias vividas a partir del éxito del grupo, lo cierto es que, por momentos, “Coexist” pareciera ser aún más introspectivo que su antecesor. De todas formas, los timbres de las bases, los ritmos sincopados y el ambiente que se percibe a través de la resonancia de cada golpe remiten a ciertos sonidos de distintos subgéneros de la electrónica británica de la última década. Y ese es, con seguridad, uno de los puntos en el que se observa un trabajo más pormenorizado y consciente por parte de la banda. “Coexist” no es un disco de dubstep, de 2-step garage o de algún género afín y, de hecho, su horizonte excede por mucho esos límites. No obstante, el álbum es capaz de dialogar con esas corrientes desde un lugar propio. Un nicho que empieza a hacerse cada vez más claro y deposita en el elemento rítmico un protagonismo encubierto, que termina siendo un aporte fundamental a la estética
minimalista del grupo.

Aún así, la clave detrás de “Coexist” se encuentra, inevitablemente, en la dinámica del vínculo que se plantea entre las voces de Sim y Madley-Croft. Una vez más, los dos cantantes monopolizan un magnetismo difícil de ignorar y sus voces vuelven a plantearse como un diálogo musical (y afectivo) que define al disco en su capacidad de emocionar y connotar múltiples sensaciones. Pero en esta oportunidad, el amor idílico y adolescente que emanaba “xx” cambia por una distancia compartida y una sensación de frustración conjunta, que se evidencia en la lírica de las canciones y se hace carne en la interpretación de la pareja. Gracias a eso, los matices se expanden y las voces logran transmitir todavía más. Lo que se canta se siente, y lo que se siente se transforma en música. Una música que, más allá de cualquier estrategia formal que se pueda destacar, es capaz de atrapar por su capacidad de narrar y comunicar sensaciones desde la transparencia absoluta.