#WARPreview – “Boa”

Calificación

9.0

Morbo y Mambo

// Por: Juan Manuel Pairone

sáb 27 diciembre, 2014

Artista: Morbo y Mambo

Diciembre es, por costumbre de almanaque y organización social, momento de balances y cuentas claras; sin embargo, diciembre puede ser, también, momento de sorpresas inesperadas. Tiempo ajeno al rigor del tiempo, defensas bajas por sobreacumulación de estímulos y sensación de finitud se entremezclan en el inconsciente colectivo que rodea al final de un año. Quizás por eso, ningún álbum haya sido tan oportuno ni justo con su propia grandeza como el reciente “Black Messiah”, de D’Angelo & The Vanguard. Con todo lo que implica el hecho de seguir adicionando información en tiempos de saturación mediática, solo un disco que sea capaz de dejarnos en silencio al menos por un puñado de minutos puede sacar provecho de un contexto tan particular como el de las caóticas últimas semanas del calendario. “Boa”, segundo LP de Morbo y Mambo, comparte esa misma cualidad. Estrenado a fines de 2014, el nuevo álbum de la banda argentina se catapulta directo a lo mejor del año y, al igual que el regreso del mesías negro, entrega un auténtico tratado musical contemporáneo, a base de ritmo, sensorialidad y reinvención.

¿Por qué? En principio, porque logra lo que “Morbo y Mambo” (2011, su primer larga duración) no había conseguido del todo. Esto es: entregar una música que representa a la banda como el combo vertebrado que es. Grabado en vivo en uno los estudios más importantes y tradicionales de la Argentina (ION), el debut del grupo mostraba ese particular “No Afrobeat. No Stoner. No Dub. No Funk. Todo junto” pero el registro parecía quedarse a medio camino de lo que podía ser un show cualquiera de Morbo y Mambo. “Boa”, en cambio, no solo muestra una forma más definida desde el arranque (ninguna de las canciones parece tener alguna decisión de último momento), sino que, además, eleva el estándar mucho más allá. Ya no se trata de intentar reproducir con más o menos fidelidad la evidente química grupal. Ahora, además, hay una arquitectura musical que excede lo que pueda suceder sobre un escenario. Un espectáculo por derecho propio, en los oídos y en la cabeza.

Y eso pese a que, hasta la próxima y segura edición de un DVD, Morbo y Mambo sea incapaz de trasladar a sus grabaciones un componente audiovisual (de la mano de los VJ’s Mati Nuevo y Pacheco) que es tan característico de su propuesta como su invitación permanente al baile descontracturado y su texturalidad lisérgica. Poco importa en este caso, a la hora de adentrarse al disco en términos de aventura. “Boa”, fiel a su título, repta y se arrastra sigilosamente, con un comienzo diseñado a partir de programaciones y paisajes electrónicos que, hasta el momento, no aparecían en la paleta sonora del grupo. Luego de un gong que cierra el track introductorio (‘Bao de Gong’) y abre ‘Cara de Combi’, el grupo empieza a apostar fuerte, sin miramientos. Esta segunda canción es, posiblemente, la mejor síntesis de todo lo que sucede en el álbum. Durante el primer minuto, la base rítmica se construye de a poco, con sintetizadores y restos de guitarra que decoran el camino. El ingreso de los arreglos de percusión funciona como alerta. Algo está por pasar y pasa. Un minuto y dieciséis segundos que se hacen silencio para que los vientos hagan su entrada triunfal. Y ahí, sí, “Boa” vuelve a nacer. Con el sello del Morbo y Mambo ya conocido y con la frescura de un mundo sonoro que parece expandirse en todas direcciones.

De ahí en más, la banda se encarga de confirmar las expectativas previas a la salida del disco. Con pasajes que evidencian el crecimiento del grupo desde sus raíces más negras (‘Chori ’95’) hacia un espectro más relacionado a la música electrónica (‘Popoyo’), el grupo parece abandonar de a poco su ligazón casi uterina con el afrobeat y se anima a jugar en todas las canchas. Hay lugar para un acercamiento sincero y no menos enfermo al universo pentatónico de Rage Against The Machine (‘R. Funke’, ‘4-4-2’); ‘Taguzaz’ y la autorreferencial ‘Interludio’ descubren un costado más contemplativo del mapa musical de la banda; reminiscencias dispares a Primal Scream, Aphex Twin, Los Fabulosos Cadillacs y Gustavo Cerati conviven naturalmente y animan al enciclopedismo. Todo parece posible y todo encaja en el poderoso concepto de la Boa que todo lo arrastra a su paso; como si se tratara de una música diseñada para la catástrofe. Como si la propia Tierra quisiera anunciar un ajuste de cuentas por venir.

Los vientos abrazan la épica, el bajo construye una red distorsionada e implacable, las guitarras y los teclados aportan brillo espacial y la batería y la percusión se encargan de funcionar como el corazón y las extremidades de un grupo que, lógicamente, es mucho más que la suma de personas e instrumentistas individuales. “Boa” no muestra a una banda, “Boa” encarna el universo musical y conceptual de siete músicos que podrían ser catorce o veintitrés. El número no importa porque es la unidad la que, a fin de cuentas, impone su grandeza. Morbo y Mambo ha dejado de ser una banda como tantas otras. Y pese a que la edición de su segundo disco representa, también, el horizonte de una escena emergente que encuentra muchos artistas en condiciones de dar el salto definitivo de calidad, no hay en Argentina (ni en muchísimos otros países) un proyecto de estas características. Así de contundente, así de sutil, así de fiestero, así de intrigante, así de rupturista; y así sucesivamente. Porque si Morbo y Mambo necesitaba algo para terminar de establecerse en el pináculo de la música contemporánea, ese algo era un disco como este. Y “Boa”, amigos y amigas, ya ha comenzado a multiplicarse y no pretende ser piadoso.