El desarrollo de la liberación femenina de La Bruja de Texcoco, el mayor icono LGBTQ actual de la industria musical mexicana

// Por: Staff

mar 4 agosto, 2020

Por: Sheila Navarro

La música constituye un hecho social innegable, presenta diversos engranajes de carácter social, se inserta profundamente en la colectividad humana, recibe múltiples estímulos y crea, a su vez, nuevas relaciones entre seres. Desde temas como la experiencia humana, identidad, hasta representación y poder, la actividad musical da cuenta de la realidad en la que nos situamos y las luchas que se han suscitado para que la misma industria tenga más apertura.

Es cierto que durante años la corriente feminista ha exigido el reconocimiento de los derechos de las mujeres a representarse a sí mismas en el ámbito de la industria musical, donde han sido históricamente excluidas como consecuencia de la supremacía patriarcal. A este aporte feminista, en el desarrollo del género dentro del sector, se han unido discursos propuestos por integrantes de la comunidad LGBT+, quienes no sólo han resultado excluidos, sino ocultados o incluso vulnerados por todo un sistema heteronormado.

 

La bruja de Texcoco: música y feminidad

La Bruja de Texcoco es un personaje que resulta imprescindible conocer en el mapeo de la música nacional; ella representa no sólo un estilo, una ciudad y una cultura mexicana es símbolo además de diversidad y de este misticismo que emana de nuestras propias raíces.

La Bruja tuvo un nacimiento poco usual: Sucedió en una casa dentro de un bosque, sumergida en la dinámica social de una fiesta de Texcoco, Estado de México con un curandero como líder del encuentro; desde esa noche, el proyecto surgió entre magia, misticismo y mucha música, pero también en medio de un proceso de identidad que necesitaba ver el camino iluminado por la luz de la luna. En ese momento inició lo que hoy es un proyecto definido con sonidos novohispanos, prehispánicos y populares mexicanos, mismo que ha ido abriéndose espacio en la oferta musical del país, cuya estética y letras han resignificado la concepción de la feminidad.

“La bruja es un proyecto musical 100% pero va acompañado de un proceso de transición, un proceso de estar buscando una identidad; saber qué parte de mi identidad tiene que ver con la cultura mexicana y también es un proceso de identidad hacia la feminidad.” Explica.

Históricamente la feminidad ha atravesado un proceso de reivindicación del ser y ha adquirido además un sentido vital y reconocimiento de sí, por su contribución a la realización total de aquellas personas que se reconocen en algo tan profundo y sublime como lo es la feminidad misma. Sin duda la prohibición de ser para sí, se constituyó a partir del patriarcado en una especie de tabú cultural, cuya trasgresión es socialmente peligrosa y se vive con vergüenza y culpa, lo cual ejerce una función de control y coerción introyectados bajo la modalidad de una visión moral.

A mí me pone muy cómoda estar en un espacio femenino, relacionarme con el género femenino para mí es muy cómodo… yo me presento como la bruja de Texcoco, en femenino total y me he dado cuenta también que yo desde niño oculté y omití mucho esta feminidad, la oculté desde muy pequeño. De pequeños, las personas heterosexuales cisgénero solo se preocupan por jugar, y las personas distintas de incidencia como yo, afeminadas… lenchas, nuestras infancias están cubiertas por esto, por cuidarnos que no se nos note lo puto, cuidar que no se nos note lo marica. Entonces eso te pone en otra posición, una posición totalmente vulnerable y en una posición no privilegiada ante los demás y es una situación totalmente absurda, porque son niños… los niños solo tienen que jugar.

Todo eso que a mí me sucedió, me encerró en una burbuja y no experimenté mi feminidad como yo hubiera querido de niño; eso ahora está como muy presente, me está ahorita posicionando y empoderando en una posición muy linda que es esta feminidad y aparte va de la mano con toda la magia con la música y lo que me gusta hacer”.

La liberación y búsqueda de un espacio

Es preciso mencionar que la expansión de un movimiento social no es fruto del azar, pues para ello es necesaria la formación de una identidad colectiva; expresiones artísticas son el epicentro de tales identidades, es este incentivo que las mantiene unidas, en el caso de la construcción de la identidad LGBT+, la música ha implicado un papel fundamental, pues funge como este vehículo de expresión y cohesión social.

Al mismo tiempo se trata de una lucha constante encontrar un espacio libre de discriminación o de esta visión sexista que reduce a la comunidad LGBT+ a un mero espectáculo, donde los estereotipos insisten en permanecer bajo diferentes discursos o representaciones, generando violencia mediática. Actualmente se puede afirmar que hay una transformación en el sector musical, pero aún hay una gran brecha por disipar.

Lamentablemente la industria musical, al igual que muchas situaciones en el mundo, están controladas por el patriarcado totalmente, por este binarismo, entonces sí está sucediendo un cambio, pero para que ese cambio suceda debes tener una cartilla de presentación porque no te pueden tratar ni mejor ni peor que las demás personas, te tienen que tratar igual.

A mí me gusta posicionarme en espacios donde las personas que están generando música estén en la misma frecuencia que yo, me gusta mucho saber que, si en algún momento me van a invitar a un concierto, me van a invitar a una colaboración o a cualquier situación musical sea por mí música, por lo que hago y lo que represento, no tanto porque “bueno, vamos a invitarla porque es de comunidad vulnerable” ¿sabes?, o es como minoría. No. O sea, no solamente las mujeres trans estamos para shows nocturnos, o para que la banda se divierta. Hay muchas mujeres trans que son doctoras, son científicas, son cineastas; hay mujeres trans en la música, entonces que nos reconozcan por ello, ese es el verdadero reto”.

Redes y activismo digital

Sin duda el internet se ha convertido en un espacio propio para que la ciudadanía se empodere y tome conciencia de su capacidad de influencia en la toma de decisiones. En el mejor sentido de la palabra, la ciudadanía se apodera de la tecnología para convertirla en una herramienta cívica. El activismo digital a su vez, nos ha ayudado a ser proactivos y no solo receptores, dar voz, educar y movilizar a la sociedad. Esto convierte a la ciudadanía en potenciales activistas que participan activamente en el ejercicio de sus derechos como seres humanos y como grupo social, ya que la difusión es el primer paso para la movilización. 

En ese sentido, nos encontramos hoy en un despertar que mucho tiene que ver con cuestionarlo todo. Esto no solo ha provocado que se visibilice la violencia que se ha ejercido por décadas a través de conductas o contenidos que ya se habían normalizado, sino que también ha suscitado una concientización colectiva que ayuda no perpetuar la violencia sistémica, estereotipos y todo tipo de discriminación.

“Sin duda estamos pasando un momento de transición muy importante. Por ejemplo, en Netflix ya están quitando algunas películas con temática racista, con temática homofóbica o transfóbica. Eso está muy chingón.  A mí se me hace también súper poderoso también ver una crítica real que se le hace a todos estos comediantes de los 90’s, 2000, como Eugenio Derbez, todos estos comediantes que se burlaban de la feminidad, de que un hombre sea afeminado, y llevarlo al chiste.

Yo lo recuerdo cuando era niño y a mí me incomodaba mucho ver esos personajes y me ponía en una posición muy incómoda porque eran momentos como de estar en familia y estar viendo eso y sentir que tú tenías esas sensaciones y decir “no, yo no quiero ser así, yo no quiero ser la burla en la familia; yo no quiero que se burlen de mi por ser afeminado” y eso seguramente le pasó a más de una persona como yo. Eso fue algo muy violento para mí, sobre todo para las infancias porque lo normalizaron al grado de que esos programas los podían ver niños. Pero ahorita se están cuestionando y están saliendo a la luz como parte de este despertar, totalmente”.

Trascender de la imagen corporal

Uno de los retos más grandes en la era moderna es sin duda acabar con los estereotipos que se construyeron alrededor de la imagen humana, independientemente del género, hay una serie de factores que se involucran con la idea de belleza y lo que es aceptable y aquello que no.

Este uso de los estereotipos responde más a un tema de confusión y desconocimiento, que a un uso deliberado, porque generalmente se asume y se justifican modelos aspiracionales. Sin embargo, esta representación se queda muy lejana y fría, porque sólo se reduce a una imagen y no constituye una representación integral de la persona. En ese sentido, la Bruja precisa lo siguiente:  

Para mí sí es un poco difícil que la gente en todas las entrevistas este tipo de situaciones como de “Bruja, cuéntanos cómo has sufrido”, “Bruja, cuéntanos qué piensas de esta violencia”, “¿Cuándo has sido discriminada?” entonces a la gente le gusta mucho llegar por esto, que es un poco el morbo. Incluso yo en mis entrevistas yo pido que se refieran a mí en femenino, que me pregunten por mi música y me pregunten por mi trabajo, pero claro es súper necesario hablar de esto. 

Estamos trabajando para llegar a un momento en que podamos reflejarnos a partir de estas vivencias y poder generar como una igualdad. Incluso no es de época, o sea, las verdaderas estrellas que pasaron por aquí son las autoras de un empoderamiento, te puedo decir Juan Gabriel, Chavela Vargas, Frida Kahlo, personas de la disidencia, personas maricas, personas queer que fue más su poder musical, su poder de convocatoria, su presencia, que sus preferencias sexuales. Incluso la propia María Félix, una mujer muy empoderada que pudo más este empoderamiento femenino que tenía en su época que su propia visibilidad de mujer. También ahorita que está de moda el documental de Walter Mercado, ¡qué maravilla! En esa época, en los 90’s una persona, en TV abierta, con toda la feminidad radiante, esas capas increíbles y aparte él diciéndose que era una persona asexual… imagínate el poder. Este wey estaba en el 2050 jajaja…esos son los verdaderos artistas que no necesitan estar como explicando. Lo que decía Juan Gabriel “Lo que se ve no se juzga”.