Julio Galán (Coahuila 1959, Zacatecas 2006) tuvo una gran virtud: creó una obra complejísima con la que no cuesta trabajo identificarse. Un hombre extrovertido que al mismo tiempo no dejaba que nadie lo viera pintar. Su obra conmueve profundamente.
Galán es uno de los artistas definitivos de la contemporaneidad mexicana; sin duda el artista definitivo de los años 80. Se fue joven, apenas 47 años. Pero como dice Guillermo Sepúlveda, su amigo y curador, vivió como para 300 años. La angustia de la muerte siempre lo persiguió. Cuando expuso por primera vez, a los 19 años, dijo que sentía que la vida no le iba a dar para pintar todo lo que llevaba dentro.
En su pintura ‘Autorretrato con con el oso, la estatua y la carta de adiós‘, Galán escribió: “Yo conozco el otro lado de la Luna”. Si no era cierto, al menos pintaba como si lo fuera. Galán fue un explorador del infinito; de lo insondable de su propia personalidad.
Prácticamente toda su obra son autorretratos: es la influencia de Frida Kahlo, a quien admiró a morir. Como la de Frida, la obra de Galán es completamente vivencial. Habla mucho de su infancia y adolescencia como hijos de una familia norteña adinera y conservadora que veía como una desgracia tener un hijo artista y encima gay.
Galán se arriesgaba: se revelaba a sí mismo en cada cuadro. Mezclaba imaginería cristiana con pornografía y a Goya con Superman. Se ponía a sí mismo como príncipe persa y también de boxeador. Pintaba a su madre para examinarla y revivirla. Se pintaba a sí mismo para verse: Julio, el otro.
‘Me quiero morir’, una de sus piezas más conmovedoras
Como ya dije, la obra de Galán está muy influida por la de Kahlo, pero la diferencia es grande: Frida es un cubo y Galán un dodecaedro. En la obra de la pintora hay pocas capas de significado, es muy directa. En cambio Galán es un torrente de mensajes: hay crucigramas mentales, laberintos, dolor, dolor, dolor. Chistes albureros y detalles textiles. Agredía el lienzo con apliques, rupturas, objetos encontrados. Miedo a morir. Hambre insaciable de vida.
¿Todo era actuación, histrionismo vacuo, lo de Galán? Pues sí alguien piensa que Julio Galán solo se hacía el “rarillo” delante de sus amigos, puede revisar las horas de video que dejó grabadas y que algunas veces son expuestas junto a su obra. En esos videos, Galán se grababa a sí mismo en soledad, siempre, es cierto, con una idea de posteridad, y hace en esas horas verdaderos performances en los que se disfraza 100 veces y organiza desfiles de moda para sus juguetes. La documentación de su propio objeto de investigación y deseo: él mismo. Julio Galán, el verdadero Mil Máscaras.
No es que su personalidad se comiera a su arte. La obra era todo, las pinturas, los videos, su vida. Su arte fue Julio Galán.