A lo 16 años, Björk formó parte del coro de su escuela, el afamado Hamrahlid Choir. 37 años más tarde, la islandesa decidió que Cornucopia diera inicio con las voces de sus 52 miembros, hombres y mujeres, todos vestidos con trajes típicos de Islandia y algunos llevando ornamentos metálicos en el rostro, los cuales les hacen parecer cyborgs de voces angelicales.
Durante 20 minutos, el Hamrahlid Choir canta al pie del escenario, de una manera muy tradicional, pero durante su última interpretación se ponen en movimiento y recorren los pasillos y escaleras de la sala de conciertos The McCourt. Suben, bajan, cantan y al final terminan dando saltos de alegría como lo que son: un grupo de adolescentes, en su mayoría, felices de ser parte del espectáculo de Björk.
Sobre una cortina formada con hilos se proyecta a la cantante animada como un personaje del ciencia ficción, suspendida en un espacio sin tiempo ni lugar. Tras la cortina finalmente aparece Björk, interpretando ‘The Gate‘, con su estribillo como promesa para la noche: “If you care for me, care for me,if you care for me, care for me, care for me, care for meand then I’ll care for you, care for you”.
El público la cuida y se preocupa por ella, se abstienen de tomar fotos o videos como ella lo pidió y si alguien se atreve a sacar una cámara de inmediato la persona de junto le pide que la guarde.
Detrás de la cantante está un septeto de flautistas, vestidas como si fueran hijas de faunos y hadas, tocando sus instrumentos y bailando como si celebraran un aquelarre. Junto a ellas la arpista Katie Buckley y los ya habituales colaboradores Bergur Þórisson en la parte electrónica y Manu Delago en las percusiones, tocando instrumentos tan inusitados como una mesa de agua con cuencos de madera.
Todos ellos, junto con Björk, se ubican en un escenario multinivel que por momentos parece hecho de bloques de hielo y al cambiar la iluminación semeja placas de roca sobre lava. El escenario es una reflexión sobre el futuro del planeta, acerca de la inminente catástofre y la última oportunidad que tiene la humanidad para hacer algo, es por ello que para la parte final del espectáculo Björk invitó a la joven activista Greta Thunberg a dar un mensaje que arranca los aplausos del público, “dicen que aman a sus hijos y aun así les están robando su futuro frente a sus propios ojos”.
Destaca también en Cornucopia la cámara de reverberación, un espacio que Björk se dio a sí misma como un regalo para explorar su voz de manera acústica, un sitio al que entra a cantar sus canciones más introspectivas, una capilla que representa a la que ella visualiza en su propio cráneo cuando calienta la voz.
Otra creación para este espectáculo es la flauta circular, un instrumento que desciende del techo y que consiste en flautas curvadas y unidas para formar un círculo y que solo pueden ser tocadas de manera conjunta por cuatro músicos Todo ello, acompañado por proyecciones al fondo y al frente del escenario, algunas tan hipnóticas que llegan a crear el efecto de tercera dimensión sin necesidad de usar lentes especiales.
Este sábado 1 de junio Björk presentó por última vez Cornucopia en Nueva York, tras una residencia de 8 fechas durante casi un mes, y la siguiente parada de tan complejo espectáculo será la Ciudad de México en agosto, el futuro está más cerca que nunca para nosotros.