Construcciones Vivas: cuando la arquitectura se transforma en sueño

// Por: Kaeri Tedla

mié 24 mayo, 2017

En 1944 llegó a nuestro país un personaje particularmente interesante que con el tiempo construiría uno de los espacios más desafiantes creados en tierra mexicana.

Se trataba de Edward Frank Willis James, escocés de nacimiento, pero educado en inglaterra y perteneciente a una de las familias más adineradas del Reino Unido. Dadas las frecuentes visitas del rey Eduardo VII a la propiedad de la familia James, se llegó incluso a afirmar que éste era el padre biológico de Edward, quien creció educado por nanas francesas y alemanas y rodeado de lujos.

Su creciente interés por el arte, la poesía y particularmente su obsesión con una bailarina de nombre Tilly Losch, a la que asedió hasta conseguir casarse con ella a pesar de la oposición firme de su aristocrática familia, le valieron eventualmente verse obligado a aislarse una vez que su corto matrimonio, de tan solo dos años de duración, terminó.

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial el joven y acaudalado Edward James salió de su país para emprender una larga aventura enfocada a buscar el lugar en el que quería “construir sus sueños”.

En el camino fue patrocinador y mecenas de pintores tan importantes como el belga Rene Magritte y los españoles Picasso y  Salvador Dalí, a los que apoyaba con un pago semestral a cambio de cierto número de obras para su colección personal.

Cuando llegó a nuestro país de inmediato se hizo amigo de creadores icónicos como Diego Rivera y Leonora Carrington, con los que consolidó una amistad duradera.

Viviendo en Cuernavaca, su gusto por las orquídeas lo mantenía absorto en el cultivo de estas, que en el clima de la “Ciudad de la Eterna Primavera” no lograban germinar y crecer como él lo deseaba; alguien le dijo que en Xilitla, un pequeño pueblo de la Huasteca Potosina las orquideas crecían silvestres, así que partió de inmediato hacia allá con su amigo Plutarco Gastelum adquiriendo un terreno de unas 40 hectáreas para crear, en el área conocida como Las Pozas, un Jardín Surrealista y un pequeño zoológico cuyo diseño atendió a la obra de Dalí que era propiedad del millonario como inspiración y que recibió también importantes aportaciones escultóricas de Carrington y Rivera entre otros.

Así nació el Castillo Surrealista de Xilitla, un lugar onírico que combina criaturas de piedra multicolor con espacios habitables y escaleras y puertas que no van a ningún lugar; como parte del proyecto, Edward James exigió que no se cortara un solo árbol y que antes que eso la construcción rodeara y se adaptara a la forma de la vegetación de la zona que se integra de manera perfecta a todo el inmueble.

Construído entre 1962 y 1984, año en que Edward James muere en Italia (pasaba 3 meses en Xilitla y le resto del año viajando), el lugar combina, además de un profundo estilo surrealista, elementos góticos, egipcios y mesopotámicos. En la actualidad el castillo está abierto al público y cuenta con un área de hospedaje cercana al Jardín Surrealista.

En pleno 2017 y en el contexto de conceptos de viaje tan originales como AirBnB, un marketplace para publicar, descubrir y reservar viviendas privadas, nos llega un nuevo Castillo Surrealista, más cerca de la CDMX y mucho más moderno, aunque con el mismo espíritu.

El visitante debe posarse frente a la gran boca de la serpiente y dejar que esta “lo devore” para ingresar a un paraiso de cañadas, cuevas y pozas de agua; se trata del Nido de Quetzalcoátl, una increíble obra multiconcepto creada por el arquitecto Javier Senosiaian, en Paseos del Bosque, Naucalpan.

El inmueble está integrado por 10 viviendas privadas que están en renta a través de la plataforma AirBnB; solo reservando una estancia mínima de dos noches se puede acceder a este universo de fantasía… pero completamente tangible.

Pasillos y túneles, esculpidos por la abundante vegetación del Jardín de las Flores que rodea el lugar llevan a un teatro circular creado sobre la piedra viva, a las impresionantes edificaciones en relieve casi siempre recubiertas con pedazos de azulejos de colores que dan la impresión de que las figuras “vibran y se mueven”, idea inspirada sin duda en el insodable Antonio Gaudí y a las habitaciones, cuya disposición simula justamente el cuerpo de una serpiente por cuya boca acabamos de entrar.

En los jardines las bancas simulan nubes y serpientes bebes y la gran estructura remata con una peculiar cola de cascabel.

Tiene un sistema de capatación de lluvia para riego y cuenta con un huerto para el consumo de los vecinos.

Todo el inmueble puede albergar hasta 10 personas en 5 cómodas habitaciones circulares, además de una sala de estar y cocina.

Estos dos conceptos son grandes ejemplos de la arquitectura orgánica que adapta sus diseños al entorno y de tremendas propuestas creativas hechas por mexicanos de gran calibre, que siguen aportando al mundo la belleza de espacios funcionales pero estéticamente hermosos y que además al verlos… cuentan una historia…