Amores Perros (2000) se presentó hace 20 años en el festival de Cannes y se convirtió en un fenómeno que catapultó a la industria cinematográfica en México, convirtiéndose así en un clásico del cine mexicano. El film es uno de los eventos definitivos en la historia del país, y en conmemoración de sus 20 años, su director Alejandro González Iñárritu anunció que la película será restaurada para presentarse este mismo año.
Para el reestreno se tiene planeado que la película llegue al Festival Internacional de Morelia. Asimismo, la cinta se proyectará en el zócalo de la Ciudad de México, donde además se presentarán las agrupaciones que participaron en la banda sonora. Aunado a la noticia, Gustavo Santaolalla, quien fue responsable de la parte musical del film, estará tocando mientras la película es transmitida.
En el año 2000 Amores Perros ganó el premio de la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes y posteriormente recibió la nominación al Premios de la Academia. Pero además de recibir innumerables premios internacionales, el film obtuvo 16 semanas en cartelera nacional 3.5 millones de espectadores y 95 millones de taquilla.
El éxito comercial le ganó a esta cinta reacciones adversas entre varios críticos cinematográficos mexicanos, no era posible estar bien con Dios y con el Diablo; algunos críticos de cine etiquetaron al filme como “realismo barato, disfrazado de cultura de vanguardia”.
Las faltas eran, decían los conocedores, disolver los conflictos sociales en un lenguaje de videoclip y vender una vez más la imagen del México violento. No obstante las críticas, la película de Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu dejó huella en el cine mexicano contemporáneo.
En Amores Perros destaca la estrategia de la narración no lineal, misma que conlleva un corte transversal en la cronología del relato que nos hace vivir tiempos simultáneos: a través del uso de anacronías, nos brinda una visión poliédrica de la realidad.
De una forma vario-estética, Iñárritu hace confluir la estética de lo visual, de lo sonoro y de lo kinésico, a la vez que la estética del arte y la estética de los medios de comunicación, y con ello estructuran un paradigma de ruptura, de cambio en el cine mexicano, a través de la anti-narración de la historia.