Alejandro González Iñárritu recibió un Oscar especial por el proyecto de realidad virtual que desarrolló con el cineasta Emmanuel Lubezki, titulado Carne y arena, que simula las experiencias de los inmigrantes que cruzan el desierto del oeste de Estados Unidos.
Iñárritu aprovechó el reconocimiento para dedicarlo a los a los 800.000 “soñadores” que perdieron su amparo migratorio como consecuencia de la decisión de la Casa Blanca de anular la Acción Diferida (DACA):
“Se lo dedico a los millones de inmigrantes en el mundo entero a los que se les ha negado su realidad, secuestrada por la política y las ideologías que no dejan ver al mundo lo que les está pasando. No sé si esta gota de agua hará alguna diferencia, pero es un intento de transformar a la gente, especialmente a quienes tienen prejuicios sobre los inmigrantes. Ojalá exploren esta instalación y tengan un mejor entendimiento de esa situación”, dijo Iñárritu durante su discurso.
En el nuevo cortometraje de seis minutos del cineasta, producido y financiado por Legendary Entertainment y Fondazione Prada, se puede explorar la condición humana de los inmigrantes y refugiados:
“Fue una exploración, un experimento. Esto no es cine, sino que es el nacimiento de un nuevo arte. Se utilizará para desunir y para fines comerciales lucrativos y vulgares, pero también para ofrecer experiencias artísticas alucinantes. Las nuevas generaciones lo llevarán a lugares inimaginables. Si se desarrolla artísticamente y se subordina a la emoción humana, será algo maravilloso”, dijo González Iñárritu.
“Ojalá los políticos mirasen a los ojos de esas personas para conocer sus historias. Si lo hicieran, verían la realidad, la entenderían. Si lo hicieran, querrían a esas personas”.
La instalación, que está basada en el testimonio de varios inmigrantes, fue presentada este año en el Festival de Cannes. Alfonso Cuarón, otro destacado director mexicano, considera que Iñárritu y Lubezki “están rompiendo barreras y empujando los límites del cine”.
La estatuilla también fue entregada al actor canadiense Donald Sutherland, a la cineasta belga Agnès Varda, al guionista y director estadounidense Charles Burnett y al director de fotografía neoyorquino Owen Roizman.