Como estudiante recién ingresado a la educación superior, The Vaccines, como conjunto, se ve batallando con su identidad. Pelean en contra – y con – ella para encontrarse, pero no cabizbajos sino con toda la fuerza y confianza que podría proporcionarles un avión moderno.
Parece ser que con “English Graffiti” están pasando por experiencias que la gran mayoría de bandas han atravesado a lo largo de la historia contemporánea de la música. Son un libro abierto, el cual se puede comparar con otro elegido al azar en una gran biblioteca, nada nuevo le pasa a los londinenses. Adentrados en este breve viaje (a menos de haber escogido escuchar su versión Deluxe) ‘Minimal Affection’, cuyas guitarras recuerdan a ’12:51’ de The Strokes, le da a entender al espectador que Justin Hayward-Young y compañía han dejado de pensar en él –el espectador- para poder hacer lo que ellos quieran con su proyecto.
Esa confianza, claramente, se las ha proporcionado el éxito de “What Did You Expect From The Vaccines?” (2011) y “Come Of Age” (2012). ‘Handsome’, primer entrega de su más reciente placa discográfica mantiene el punto previamente expuesto al desprenderse de cualquier tipo de presión que la industria musical ejerza sobre ellos, sabiéndose, de la misma manera, talentosos y confiados, por decir algunos calificativos. Musicalmente la canción, a diferencia de lo que seguro quería lograr, no llega a ser pegajosa a la primer escucha, sino que suena desordenada y abruptamente ornamentada. No hay porque quitarle el debido crédito, la pieza realmente penetra hasta al más oscuro rincón de la mente cuando es apreciada de manera recurrente.
Es curioso que haya sido su tercer material el cual represente un salto al arena rock para el conjunto británico. Como lo hizo Foals con “Holy Fire” (2013), The Vaccines se propuso dar el gran paso al reconocimiento comercial. Generalmente, varias bandas deciden hacer el brinco una vez que están confiados de haber encontrado un sonido que los defina. Cabe recalcar que en este caso no fue realmente asertivo, se nota a partir de las tres primeras canciones, que se han desprendido de su distintivo garaje que los ha caracterizado en los últimos cuatro años.
De ninguna manera se les debería de arrebatar el mérito y la valentía de querer subir un par de escalones en la industria, ni de querer ampliar su nicho; si algo se le debería de aplaudir a los autores de ‘If You Wanna’ y ‘Bad Mood’ es eso y el hecho de hacerse de un sonido mucho más robusto y, por tanto, paciente y maduro.
Muestras del sonido recientemente hallado se encuentran presentes en ‘Denial’ y ‘Dream Lover’, cuyos emotivos coros y poderosos riffs clavan una daga de frente al escucha. Aunque afortunados en algunos momentos, la banda sigue sintiéndose perdida en un campo llano, en donde se perciben espacios que ruegan ser ocupados por algo más que efímeras figuras musicales y palabras que, sin la ayuda de la anterior, significan poco. La confianza con que pretendieron desplazarse es igualmente peligrosa y retribuyente, por desgracia la primera venció a la siguiente.