En punto de las nueve de la noche y con un auditorio a reventar, Steven Wilson dio inicio a una experiencia musical de otro mundo. Después de aquella última vez en que visitará nuestra bella ciudad, el artista británico deleitó al público con temas que según dijo, solo los tocaría esa noche, como regalo por todo el cariño que solo los mexicanos sabemos dar.
Detrás de ellos una pantalla enorme, mostraba un sinfín de imágenes y videos animados característicos de la banda. El sonido estuvo impecable, era fácil identificar cada arreglo y cada sonido que emitían los diversos instrumentos. En conjunto se escuchaba, como si cada uno de los músicos estuviese en la cima más alta a punto de estallar.
Haciendo promoción a su nuevo disco “Hand. Cannot. Erase”, fue proyectada la triste historia que dio inspiración a este material y que habla acerca de una mujer inglesa que murió en su apartamento en el 2003, y fue descubierta hasta el 2006 sin nadie que la extrañara o dijera algo.
A pesar de haber reemplazado de último momento al baterista y al guitarrista original, y de haber tenido poco tiempo para ensayar, el auditorio no lo notó, o al menos eso parecía, pues todo el tiempo se escuchó un coro a todo pulmón por parte de los presentes.
El artista bromeó e hizo juegos con el público, haciendo de su concierto una presentación agradable, divertida pero sobre todo grande, (musicalmente hablando). Temas como ‘Lazarus & Trains’, enloquecieron a cientos de fans que seguramente entraron en frenesí durante este evento.