A pesar que los inicios siempre son lentos, demorados, congestionados y llenos de situaciones que sobre la marcha se van resolviendo, una vez que empieza el festival el tren no para y se da inicio al primer día de un evento que este año busca darle más importancia a la escena nacional. Lo anterior a pesar de que en los último meses ha recibido grandes críticas del publico expectante por otro tipo de lineup, acostumbrados a recibir a gigantes como New Order, The Killers o NIN.
En el fútbol como en los conciertos existen ganadores y perdedores, y para una banda que abre el festival esto es un arma de doble filo. Luego de los constantes ensayos y las minuciosas preparaciones a las que una banda se somete ¡por fin llega el día! Por un lado se encontraba Telebit de Colombia (uno de los claros ganadores de la jornada). A pesar de que les tocó el escenario principal, no se intimidaron en ningún momento. Los pocos espectadores que había -y los que fueron llegando sobre la marcha- terminaron presenciando un toque con temperamento, lleno de energía y positivismo. Es una banda que poco a poco se ha apropiado de la nueva ola del rock colombiano que está cargado de elementos como lo experimental, mezclado con el ambient, el pop y el electro. Por otro lado a 424 le tocó sufrir las consecuencias de una organización que patina al sortear diferentes problemas de logística, y tristemente terminaron tocando en uno de los escenarios principales frente a un gran campo vacío (no es el mejor panorama para una banda de afuera que le apuesta a construir público en otro país).
Mientras el festival cuenta con varias distracciones y una saturación de contenido publicitario, donde los focos de atención no siempre giran entorno a las tarimas, algunos grupos parecen ambientar las risas de los transeúntes que caminan por ahí, como en el caso de Grupo de Expertos de Sol y Nieve, mientras Pedrina y Rio -uno de los nuevos protagonistas del pop alternativo nacional- patinaba en el escenario. Pero esos 15 chicos del público les hicieron sentir por qué se van ganando el corazón de todos. A pesar de los inconvenientes -que son normales en un primer día- las cosas fueron tomando forma, la gente expectante de ver a The Kooks se iba haciendo más fuerte. Esta banda de ingleses suena perfecto en el escenario: una voz impecable y cortes nítidos, siendo uno de los protagonistas de la nueva escena del britpop supo encantar a un publico frívolo que se iba calentando.
Por el otro lado a Planes –banda bogotana que lanzó el año pasado uno de los discos más bonitos del 2014-, cargado de melancolía adolescente y viajes de carretera, le tocaba luchar contra los problemas de vatio de la tarima de The Kooks, y pese a todos los factores en contra -The Kooks, volumen, sonido, frío- los chicos de Planes supieron hacer un toque fino.
Una de las escenas que ha logrado mantenerse y cultivar el género pop ha sido la chilena. Son los genios en cuestión de ritmos, melodías y syntes completamente envolventes. Astro, uno de los cabecillas de esta escena, luchó contra los gigantes de las otras tarimas, y sin ser muy reconocido dentro de la escena colombiana como uno de los protagonistas de Latinoamérica, supo hacer un show impecable. Se introdujeron con un tema de Enya que de inmediato supieron girar para poner a bailar a las 100 personas que los estaban viendo.
Sin duda las intenciones del festival son las mejores: el fomento de las bandas nacionales que claramente pasan por un buen momento es clave para el consumo del producto nacional y es un punto para los realizadores del evento. A pesar de los desequilibrios entre tarimas que suelen suceder, las bandas locales lograron sorprender y gustar. Mientras Foster The People brindaba un show impecable, Jack White demostraba una clara influencia de Zeppelin, adicionándole un toque fino al evento. También La Tostadora puso a bailar un escenario bastante ocupado que no se dejó intimidar.
Cruzarse con bandas de renombre es la pesadilla de cualquier banda que no va a convocar miles de espectadores. Pero a la vez pueden darse a conocer e intentar que esos chismosos que pasan en frente de la tarima se queden, la parchen y la gozen. Uno de los ganadores de la jornada fue la agrupación colombiana compuesta por Julián Salazar (también Bomba Estéreo) y Franklin “lamparita” Tejedor: Mitú. Aunque no son unos primíparos, no es una banda tan poderosa como los Bomba Estéreo, pero son capaces de sacudir a todo el público con una electrónica de la selva. Un viaje a través de Colombia con house concreto y techno selvático que a pesar de estar al lado del papá del dubstep Skrillex, se le paró duro con una propuesta cargada de LSD.
A pesar de los acontecimientos naturales que se presentan en este tipo de festivales, ser testigo del primer día de uno de los eventos de más renombre de los últimos años en el país es emocionante. El festival marca tendencia, le da frescura a la música y sobre todo genera discusiones y conclusiones que hasta ahora son bastante apresuradas de sacar. Lo que sí pudimos ver fue que pese a que ver escenarios vacíos y un público apático desde meses atrás, las bandas nacionales no tienen nada que envidiarle a las top. Han construido propuestas, han generado identidad y, lo más importante envidiarle a las top.
DÍA 2
Este año el festival sin duda alguna le apostó a las bandas nacionales y una de las preguntas que varios periodistas y críticos musicales se hacen es sobre el valor del producto local. Sobre la necesidad de crear una escena mucho más sostenible, rentable y lo más importante que tenga apoyo. Pese a las grandes iniciativas del festival todavía falta un gran camino, pero afortunadamente, a pesar las supuestas proyecciones de varios, los ganadores de la segunda jornada fueron varios de los nacionales. Demostraron que Latinoamérica es de las regiones más prolíficas en sonidos. Colombia es un territorio musical desconocido para muchos de sus habitantes. La variedad de sonidos que se producen acá puede ser de envidia muchos y partiendo desde el concepto de lo tradicional, esta jornada fue un viaje de sonoridades locales como la chirimía, las cumbias, el folklore y todas esas raíces de la colombianidad.
Los encargados de abrir la tarima principal son unos viejos conocidos: Milmarias. Una banda que, considero, está en su mejor momento. Es una agrupación cuyas raíces se formaron en el electro rock, pero que se ha venido apropiando de diferentes elementos latinos, metiéndole más sabrosura en la percusión y dándole un nuevo giro a su proyecto con el fin de refrescar su música y ser uno de los protagonistas de la escena musical bogotana en este último año. La gente lo ha entendido y fue a verlos. Brindaron un show fenomenal y, a diferencia del jueves, hubo más publico desde el inicio. Punto a favor.
A pesar de las criticas contra el lineup, la gente fue a celebrar una fiesta y a apropiarse de ella. Muchos llevaron sus mejores prendas y otros se disfrazaron, cada uno queriendo sobresalir y pasarla bien. Los chicos de Okraa llenaron la tarde con una propuesta entre el ambient pop con ciertas gotas de introspección, que me recuerda por momentos a Teen Daze más discotequero. Su música estuvo perfecta para una tarde en la que la gente va asumiendo la rutina festivalera y desea entrar en calor. Los más adecuados para poner a gozar a bailar a todos son los muchachos de Rancho a Parte: banda de Chirimia, una música del pacífico colombiano. Aunque mantiene sus bases en la tradición, parecen adicionarle elementos urbanos mucho más modernos a la percusión y a su conjunto de vientos. Cadencias envolventes que nos motivaron a mover las caderas. Herencia de Timbiqui fue la encargada de continuar con ese viaje por la tradición del Pacífico y desatar la alegría completa, demostrando una vez más porqué son uno de los más grandes en su género.
Ver a las bandas Internacionales siempre es interesante por lo que brindan en su show y la manera impecable en que su concierto es producido. La agrupación inglesa Alt-j demostró lo dicho. Con clara influencia de Radiohead, voces introspectivas, un viaje suave, lento y difícil de describir. Pero a medida que pasaba la noche la atención se centró en las pequeñas humaredas que surgían del público, banderas rastafari ondean por ahí y, Damian Marley, encargado de darle el toque de alegría al evento, saltó al escenario. Vivir con el peso de ser hijo del papá, de la insignia del reggae es complicado y, entre temas propios y temas de su padre, Damian supo alegrar la noche y darle paso a una joya colombiana: Puerto Candelaria. Una banda que demuestra por qué es una de las más grandes del país. Este grupo es capaz de poner a saltar y a bailar a todo el mundo, involucrando la tropicalidad, salsa y el free jazz darle a los asistentes uno de los shows más increíbles de la jornada.
Uno de los objetivos del festival, como lo he dicho antes, es darle atención a toda la movida nacional, aunque parece que primero hay que aprender a reconocer la escena nacional. Es necesario que la gente conozca sus raíces, su sonido y de donde vienen. La jornada ha sido un viaje por el territorio colombiano y todo lo que esto representa ha sido en parte gracias a Aterciopelados. Es por ellos que hoy podemos mostrarle un nuevo sonido al mundo. Colombia se ha encargado de ser uno de los protagonistas de la escena musical de los últimos años y los atercio son los encargados de mostrarnos el camino. Ver el reencuentro de la banda fue increíble, mágico. Pasar por joropos, bambucos, porros, champetas, salsas y una diversidad de sonidos de la región, con un sello propio y sobre todo con memoria, demostraron porque son lo más grandes y una clara influencia para todas las jóvenes agrupaciones nacionales.
Otro momento clave para muchos vino con Kings of Leon, un banda que los influenció y marcó a muchos. Un concierto nítido, al igual que el de Kasabian, lleno de energía que logró conectar a los espectadores. Todos pudieron gozar con altas dosis de emociones dependiendo de los gustos.
Para terminar con Major Lazer, dupstep, dembow, salsa, reggaeton, champetas y un gran soundsyste, momento en que la gente entró en extasis y el parche, comandado por el gran y polémico Diplo, demostró porque son la sensación, la tendencia y los sound deegers más importantes del momento.
Claramente el día dos estuvo mucho más organizado, pero aún así dejó varias preguntas sobre la organización del festival, la escena nacional y la difusión de la música colombiana. Aunque se demostró que las bandas nacionales tienen un nivel impresionante, las bandas internacionales están mucho más organizadas y un nivel técnico y operativo envidiable.
Nadie nos quita lo bailado y el hecho de que gente tan grande como Major Lazer funcione ritmos latinos como la salsa choque, la salsa tradicional, con cumbias, porros y champetas, sólo demuestran el potencial que tiene y ha tenido nuestra música.
DÍA 3
Sin duda el último día siempre promete, tiene una energía especial. A pesar de que desde muy temprano el evento comenzó a llenarse, la dinámica de los shows entró en calor al finalizar la tarde. Generando una relación entre los asistentes, la música y el evento. Esto es determinante a la hora de vivir la experiencia total del festival, el cual ofreció diferentes opciones para todos. Por más de que se critique o se cuestione el festival a nivel curatorial, la experiencia va poniéndose cada vez más interesante.
Por un lado, las tarimas a lo largo de estos tres días nos brindaron diferentes sonidos, y alternativas, que se evidenciaron mucho más en último día. El escenario TigoMusic, que desde sus inicios convocó a los amantes del reggae con propuestas como Soja, logró tener a su público expectante durante varios minutos. El escenario Club Social, por su lado, estaba enfocado en el nuevo sonido de cantautores como Ulises Hadjis y Andrés Correa. Perfecto para relajarse, sentarse y apreciar. Ulises Hadjis, viejo conocido de la escena latinoamericana, demostró que ha logrado dar un paso en el formato tradicional del cantautor, involucrando elementos del pop que han enriquecido inmensamente su sonido. En el Escenario Caracol, el sonido alternativo latinoamericano fue el enfoque. Los chicos Reyno (México) brindaron un show interesante, que por momentos me recordó a Zoé en sus inicios. Sin tanta producción y con acordes cargados de emotividad y una voz que expresaba sentimiento.
A pesar de que la poca circulación del público por el escenario Caracol a lo largo de los tres días, este logró tener shows bastante bellos como el de Elsa y Elmar: una de las propuestas que más han encantado al público colombiano a pesar de que no estén radicados en el país. De ha poco han sabido construir un público que disfruta de los sonidos latinoamericanos como los de Monsieur Periné, Pedrina y Rio o Andrés Correa. Este último, uno de los líderes del Proyecto Barrio Colombia, ha generado un espacio importante para la música del país, y en la jornada de ayer logró ambientar la tarde con bellos temas aptos para jóvenes enamorados.
A lo largo de estos tres día ha surgido una pregunta : ¿cómo fortalecer una escena que parece estar en uno de sus mejores momentos? Las producciones alcanzan un nivel superior, inclusive superando a algunas extranjeras, pero falta fortalecer desde otros campos el consumo del producto nacional. Es muy importante que estos interrogantes se generen en espacios como los del Estéreo Picnic. Los primeros 15 minutos de Robi Draco fueron buenos, llenos de misticismo, atmosferas folky-campesinas y temas íntimos y fuertes. Tristemente y a pesar de que el show prometía, Robi Draco nunca debió tocar en un estado de salud tan delicado. El artista tuvo que parar el show en repetidas ocasiones por esto y por su incomodidad con el sonido. En cambio, el mexicano Caloncho, quién luchaba contra un horario difícil, terminó siendo una de las revelaciones y sensaciones del festival. Logró dar un show lleno de muy buen energía que encantó al publico en general y, por supuesto, a sus fans.
El escenario Caracol empezó a llenarse de todos los adultos encorbatados (entre 40 y 30 años) que había en el Estéreo Picnic, todos reunidos para presenciar un bello concierto que les hizo recordar a su juventud. Se trataba de Ciegossordomudos, banda insignia bogotana de los 90 que todavía sigue vigente y que puso a bailar a todo aquel dispuesto a recordar sus épocas de juventud. Ciegossordomudos dio paso a uno de los proyectos que ha sacudido fuertemente la escena del hip hop nacional en los último 5 años: los Crew Peligrosos.
Durante estos tres días Estéreo Picnic planteó unas propuestas interesantes en cuanto a sonidos, unas más arriesgadas que otras. Están proyectos como Miami Horror, una de las apuestas de los organizadores. En cuanto a la movida nacional fue un repaso por diferentes proyectos de renombre como Puerto Candelaria, que tocó el día viernes, o más emergentes como Telebit, que perfilan para ser grandes y estuvieron abriendo el festival en la tarima TigoMusic. Salt Cathedral, banda colombiana radicada en Nueva York, tiene un poco del sonido actual del hip- hop y del future R&B, al mejor estilo de FKA Twigs o la mismísima Kelela, pero con la voz de Juliana Ronderos (a quien le falta tomarse más el escenario). Pese a todos los errores que el Escenario Club Social presentó este ultimo día, Salt Cathedral refrescó bastante la escena y planteó un sonido actual en cuanto a la electrónica y el futuro en la movida nacional.
Proyectos como el super star group Compass, compuesto por Instituto Mexicano de Sonido y Toy Selectah, mostraron una idea bastante popular sobre la fiesta, tocando cumbia con cierto toque de Sonidero y banda chicana. Demostraron por qué actualmente son de los más grandes productores en Latinoamérica. Pusieron a bailar a todos pese al frío que ya empezaba a apoderarse del festival, para luego darle paso a la Mala Rodríguez, quien tiene una gran fanaticada en el país. Con cierto toque parecido al de Calle 13 alegró a su audiencia fiel, para luego darle paso a la verbena futurista primitiva de Systema Solar, que se mueven deliciosamente entre el bien y el mal y pusieron a bailar a una carpa completamente llena.
Esta versión de Estéreo Picnic plantea una serie de interrogantes claves para entender el futuro de todos los agentes, medios, sellos y, sobre todo, públicos que componen la industria musical en Colombia. Surgen preguntas sobre el consumo, apoyo, difusión distribución, promoción, venues y una interminable lista de factores que no han permitido el desarrollo completo de una escena local, de la que además se cuestionó fuertemente su protagonismo dentro del festival. Por otro lado, pese al gran bombardeo publicitario que se ha cuestionado desde el año anterior, me pareció que estas relaciones publicitarias son un gran acierto, ya que generan dinámicas de otro tipo dentro de un festival de música.