Texto y entrevista por: Karina Luvián
Suena ‘What Me Worry’ y una mezcla envolvente de jazz y blues inunda la habitación, dibujando una postmoderna referencia a Billie Holiday. Las canciones corren y en un siguiente disco, ‘Black Rainbow’ representa, a partir del minuto 2:46, la mixtura perfecta entre lo melódico y lo estridente que después explotaría, con una habilidad más refinada en la guitarra, a través del disco Strange Mercy. St. Vincent, desde entonces, por allá de 2011, se presentaba ya como una artista única, con la curiosidad suficiente para experimentar con cada disco y la astucia necesaria para transformarse y confeccionar una de las personalidades femeninas más interesantes de la última década. En su historia, David Byrne llegaría después y entonces… El gran salto.
“Creo que es muy natural sólo crecer; a veces ocurre rápidamente, a veces un poco más lento. Me gusta pensar en el crecimiento como un tren que va a la misma velocidad todo el tiempo, pero la verdad es que a veces no ocurre así y necesitas una mano… Inspiración.”
La naturalidad del trabajo de Annie Clark es evidente también en su personalidad, que se filtra a través del auricular. Sus palabras entrelazan ideas que luchan por definir lo que la inspiración representa para ella y la imaginería detrás de su más reciente producción homónima, pues no es extraño preguntarse cómo una chica sencilla que creció en Dallas, Texas, se convirtió en el monstruo musical que hoy pisa los escenarios más destacados del mundo, desde Glastonbury hasta el Rock And Roll Hall Of Fame, tomando el papel de Kurt Cobain durante la inducción de Nirvana a dicho recinto.
St. Vincent es el álbum más exitoso que la también multiinstrumentista ha lanzado a la fecha, con un bloque de críticos encantados y un público cada vez más interesado, gracias a elementos estilísticos condensados tras un proceso de crecimiento que empezó a los 17 años, cuando compuso música original para la representación teatral de la novela Alice In Wonderland, de Lewis Carroll, en la secundaria. Sin embargo, fue Marry Me (2007) el álbum que colocó su seudónimo en los medios musicales más importantes y, desde entonces, todo es diferente:
“He aprendido mucho desde la salida de mi disco debut. He aprendido cómo hacer un gran show, un show conmovedor pero también entretenido. He aprendido a refinar mis instintos y le he dado un tono a mi voz como artista. En mi carrera he estado completamente inspirada por personalidades como Miles Davis; sé que no sueno como él, pero su historia como músico me parece maravillosa. Debo decir que, de hecho, titulé St. Vincent a este disco luego de leer su autobiografía, en la que planteaba que la cosa más difícil para un artista es sonar a sí mismo y creo que en este material he podido destilar y redefinir mis propios instintos, estirarlos, para crear un mundo singular.”
El que su cuarta producción solista contenga los elementos necesarios para ser de lo mejor de 2014 no es fortuito, pues aunque son relativamente pocos los años que ha volcado a la música, su camino ha sido acompañado e impulsado por artistas que, sintiendo empatía con su esencia creativa, la invitaron a formar parte de su historia; tal fue el caso de The Polyphonic Spree, con quien comenzó a girar por el mundo aún oculta en un conjunto de numerosos elementos. Al regresar a aquella época, la mujer, hoy de 31 años, se dice afortunada por haber encontrado amigos con quienes crecer en cada periodo, atribuyendo su encuentro, con modestia desmesurada, a la inercia o, como ella misma asegura, a “la convergencia de mucho trabajo haciendo eso que amas con una sincronización afortunada”:
“Cada una de mis colaboraciones ocurrieron de manera muy natural, honestamente. Acababa de dejar Berklee y recién había regresado a Texas. Mis amigos ya eran parte de The Polyphonic Spree y me dijeron: ‘Oh, deberías unirte’. Luego, aún siendo parte de la banda fue que terminé mi primer disco solista, Marry Me. Por ese entonces Sufjan (Stevens) lo escuchó y en ese momento necesitaba a alguien para su banda, para la gira Come On Feel The Illinoise, así que me invitó a tocar para él, y cuando estaba en ello fue que conseguí un contrato discográfico para sacar mi disco. A David (Byrne), por otra parte, lo conocí en un evento de caridad, cuando ya había lanzado mi segundo disco, Actor, él se me acercó y me dijo que el video para ‘Actor Out Of Work’ era muy extraño y que de verdad le había gustado. Después fuimos contactados por una asociación de caridad para escribir música juntos, así que empezamos a trabajar ideas por email, empezamos a escribir, y de repente nos vimos muy emocionados por lo que estaba pasando así que todo se convirtió en un disco completo y en una gira.”
Si bien las circunstancias la llevaron al encuentro de personalidades ciertamente afines, Annie supo aprovecharlas y llevarlas a aquello que se gestaba como un ente individual, explosivo, vertiginoso, salvaje, pero ciertamente melódico, dulce y emotivo llamado St. Vincent. Quizá por esto tuvo a bien incluir a Mike Garson (pianista de David Bowie), Brian Teasley (baterista de The Polyphonic Spree) y un hermoso coro en su primera producción, quizá por eso aceptó participar en el álbum Break It Yourself (2012), de Andrew Bird y en lo que representó un trampolín inmejorable para su carrera, creó un álbum completo junto a David Byrne, ese mismo año: Love This Giant:
“Como artistas, todo lo que hacemos todo el tiempo, es deconstruir cualquier conversación que se tiene con un amigo o con un extraño cualquiera, en la calle”, asegura la autora de ‘Chloe In The Afternoon’, pieza que abre su tercer disco y surge a partir de la película francesa, de 1972, del mismo nombre, sólo que siendo llevada a lugares más oscuros. La intérprete toma un prolongado respiro. Continúa: “Un libro que leí, una película que vi o alguna alocada noche de fiesta es material para una canción, es material para hacer arte, así que para mí fue positivo ver detrás de la cortina de algunas otras bandas cuando empezaba, pues intentaba entender cómo se es el líder en una banda.” Y si de aprender se trataba, tuvo la fortuna de aprender de uno de los grandes:
“Trabajar con David fue maravilloso, el tour fue tan exuberante y divertido. Lo que me inspiró de esa experiencia fue ver que la gente estuviera bailando durante el show. Yo en realidad nunca había tocado música con la que la gente bailara, y pensé que era muy comunal, alegre, quise llevar parte de eso en lo siguiente que hiciera así que intenté hacer un disco de fiesta que pudiese ser tocado en un funeral. Quise mejorar la experiencia de la gente en los conciertos y estuve muy influenciada por un montón de cosas visuales, así que sólo fue cosa de poner todo junto.”
Tras un breve espacio luego de terminar la gira junto al exlíder de The Talking Heads, Annie Clark se presentó renovada, con una estética que la sacaba de su prístina apariencia para colocarla en una excentricidad deslumbrante de cabellera platinada y atuendos futuristas que, en vivo, compaginaría con ejecuciones electrizantes y coreografías creadas, ni más ni menos, que por Annie-B Parson; ese toque Byrne del que se enamoró.
“Debo decir que pongo mucha atención en todo lo que realizo”, asegura enfática al hablar de cada aspecto de su obra. “Como dije, tiene que ver con la experiencia, redefinir y reinventar lo que haces cada vez. Para ser honesta, yo me aburro muy fácilmente, así que necesito mantener todo nuevo y fresco para mí.” El mismo sentido tienen sus letras, elemento indispensable en una discografía que no tiene punto débil y que invita a pensar que, en un futuro próximo, podría alcanzar el aclamo de figuras femeninas como Fiona Apple y, por qué no, el de PJ Harvey:
“Yo trabajo la mayor parte del tiempo, y cuando me voy a dormir despierto con canciones en mi cabeza, así que las grabo en mi teléfono muy rudimentariamente. Cuando estoy de gira no tengo la energía suficiente para ser una compositora en forma, pero me gusta ser creativa, así que articulo ritmos. Por otra parte, cuando se trata de componer canciones, creo que no puedes escribir sobre ciertas cosas que no conoces, así que incluso si invento un personaje compuesto a partir de mucha gente que conozco y cambio detalles aquí o allá, todo es emocionalmente cierto.” Concluyó Annie Clark.