Vean la cobertura completa del Estéreo Picnic 2014, visiten nuestra sección #FestivalFans.
En el cada vez más consolidado circuito de festivales musicales latinoamericanos nos encontramos al Estéreo Picnic bogotano. Lo que arrancó en 2010 con 9 bandas hoy son 3 días de música a cargo de 40 bandas mayoritariamente americanas.
Decidí viajar a Colombia atraído por un nuevo destino y especialmente pensando que el tamaño del evento que al no ser tan grande me permitiría ver más de cerca a la variada oferta musical.
La mejor definición para el Estéreo Picnic es que es el festival ‘Boutique’ de América Latina. El costo del boleto llega a duplicar o triplicar el de sus pares (Corona Capital, Vive Latino, ambos realizados en México D.F.) pero ofrece a cambio facilidades que podrían parecer inimaginable en estos.
Asistencia: rondando los 20 mil asistentes, en los picos más altos transitar entre los dos escenarios no se tardaba más de dos minutos y desde el punto más lejano, la visibilidad era perfecta. Llegar al frente de los escenarios retaba la lógica por la facilidad con que se lograba (cuando tuve a Trent Reznor en frente sin ningún esfuerzo pensé que era una broma).
Locación: enclavado en la sabana del norte bogotano el escenario resulta impactante. Escenarios al pie de la montaña y mucho verde rodean todo el festival.
Horarios: al contar con solo dos escenarios y divido en tres días poquísimos artistas compartían franja horaria, lo que aseguraba no perderse ningún show por choque, o caminando a otro escenario o por tener que sacrificarse guardando lugar.
El público: la educación, cortesía de los asistentes no es algo que se pueda dejar de comentar. No es solo el respeto básico lo que impera en el Estéreo Picnic. No hay quien no ceda campo, la gente no se apila ni en los lugares más cercanos al escenario y en los momentos clímax de los shows no hay empujones. Para ejemplificar esto les cuento una anécdota, arrancando la presentación de Vampire Weekend la persona que estaba junto a mi se me acercó y me dijo “Disculpe si lo golpeo bailando es que esta banda me gusta mucho y no quiero problemas solo pasarla bien”. Sigo bastante impactado por tal declaración porque no fue la única durante el viaje, sino es básicamente la actitud que reina en todo el festival.
Bebidas y Comidas: suelen ser los puntos bajos de este tipo de eventos o lugares que roban valiosos minutos de música con largas filas. Acá nada de eso, los locales de comida más ‘trendy’ de Bogotá dijeron presente sobre las cadenas internacionales y la comida añeja. Desde un pincho de carne Angus hasta hamburguesas gourmet, pasando por comida tradicional a variados postres. Cerveza fría al instante y refinado café a precios razonables completaban la oferta.
Hippie Market: un espacio dedicado al diseño local con variedad de prendas, accesorios y arte que permitía entretenerse y comprar infinidad de cosas.
Oferta musical: presentaciones puntuales (solo dos shows tuvieron atrasos), un público entregado con los artistas locales y los extranjeros, tal vez no tan pasional como en otros lares (mexicanos, argentinos y hasta peruanos, por ejemplo) pero siempre con actitud, baile y aplausos hicieron que los músicos se la pasaran increíble en lo que para la mayoría era su primera visita por el país (“It has been 25 fucking years but we finally made it”, Trent Reznor).
Cada noche cerró con un espectacular juego pirotécnico y ni siquiera el acostumbrado caos vial bogotano daba para arruinar el final de las jornadas mágicas en el Parque de la 222.
La emoción de quienes cumplían su sueño de ver a sus bandas favoritas y la receptividad hacia las bandas que no conocían, completaron la noción de que Estéreo Picnic es un lugar muy feliz.