Por: Carlos Noriega
A las 7:15 pm una periferia de estremecimiento rítmico apaga las luces del Auditorio Nacional y los gritos revientan la atmósfera dejando solo ‘Humo’.
El público corea en trance: “solo expectativas nada más…” las pantallas reproducen a Adrián Dárgelos, vocalista de Babasónicos, introducido en un ajuar de gladiador contemporáneo aferrando el micrófono.
Una descarga de estrobos incendia el escenario con Diego “Uma” en la guitarra eléctrica; detrás de los teclados Diego “Uma-T” Tuñón generando las primeras atmósferas; Mariano “Roger” Domínguez en la guitarra; Diego “Panza” Castellano arremetiendo contra las percusiones; el “Tuta” en el bajo y situado en los tambores el “Carca” aguarda su entrada.
‘Fiesta popular’ explota en el espacio; un rayo ilumina a Dárgelos ondeando la cintura, aproximándose al abismo de manos y miradas febriles.
—¡Adriaaán!—clama una voz femenina— ¡Hazme un hijo tuyo!
En el público hay chavos y chavas procedentes de flujos alternos. Hay sombreros, minifaldas, tenis, chamarras, modelos de pasarela con el pelo recogido e intelectuales cargando libros. También blusas vaporosas, playeras de los Babasónicos, hippies, punks, chavas con aretes como racimos de ‘escamas’ y labios color tutsi-pop, y un despliegue de “indefinidos sociales” apartados de la ley de la urbe.
Entre melodías misteriosas y hermosas y delirantes letras transcurre el tiempo. El público se apasiona en un frenesí de cantos y luces hipnóticas. De pronto una descarga electrizante materializa ‘Los Burócratas del Amor’ dejando una órbita de poder inflamable paralela a ‘Aduana de Palabras’ y ‘Run Run’.
Ahora el Auditorio se cubre de flores tóxicas y vapor. Un inmenso fauno encarnado por la voz del vocal, dice: “Ahora dejame que me engañe a mí mismo/entiendo que no soy de fiar”. Una ráfaga prende a la multitud que entona ‘Flora y Fauno’.
Al final de la noche la explosión de la bomba molotov propaga su perfume femenino integrando sus consumaciones musicales en un público vibrante de fascinación.
Setlist
Encore