La primera jornada de WARP Weekend estuvo cargada de grandes momentos, fue el inicio ideal para un fin de semana en que estaremos rodeados de música y buena compañía.
424 fue la banda encargada de inaugurar oficialmente el WARP Weekend, una tarea que sin duda, sobrepasaron sin problema, continuando una seguidilla de conciertos exitosos en el país (Tercer Aniversario de Radio Hit, Feria del Libro y la presentación junto a Astro). Interpretaron temas de “Oro”, su primer LP, como ya es costumbre. Sonaron en el gimnasio la ascendente ‘Sonábamos’ y la delicada ‘En la mañana’, temas obligados para abrir y luego la explosiva ‘Al Hueco’, que captó la atención de quienes apenas ingresaban al recinto. También interpretaron ‘Nocturna’, una canción que no forma parte de “Oro” pero que poco a poco va creciendo en vivo, sobre todo por el solo de guitarra que le agregó Guayo Mena.
Tras la participación de 424, el escenario recibió a la ya consagrada banda Cocofunka, banda cuyo frontman, Javier Arce, agradeció con mucha sinceridad la oportunidad de compartir escenario con Café Tacvba. Cocofunka dio una sólida interpretación de de su más reciente producción, “Hacer Ecoo”, al tocar canciones como ‘Hacer Eco’, la cual fue coreada por varios desde las graderías; ‘Siente’, canción que puso a bailar a quienes ya estaban acomodados más cerca de la tarima y la hiperactiva ‘Carlitos Bad Boy’, con la que cerraron su participación. Aunque el público era en general menos joven del que acostumbra tener este sexteto, la mayoría aplaudió y vitoreó tras cada canción.
Finalmente, pasadas las 9 de la noche, llegó el momento que todos esperaban. No hacen falta palabras grandes para describir todo lo que Café Tacvba ofrece en vivo, menos cuando en una sola palabra podría facilitarse una definición apropiada: experiencia. El contacto que generan desde el escenario con cada uno de los asistentes y la forma en que estos conviven para disfrutar del momento me obliga a usar ese término tan devaluado por la publicidad para tratar de dar una noción de qué es lo que sucede. Además, esta palabra también engloba una cualidad que no se puede negar de ellos: su millaje, el camino que han recorrido que los a traído en cinco ocasiones al país.
Los cuatro son artistas y como tales tienen intención, una forma de acercarse distinta a cada canción. Desde lo etéreo de ‘Zopilotes’ al histrionismo de ‘La Chica Banda’ se saben dueños del escenario pero no por eso presumen, más bien se dejan sentir como uno más que grita ‘Chilanga Banda’, como uno más que baila emocionado, como uno más que contempla hipnotizado las canciones más nuevas; su relación es horizontal como lo es su mensaje, que invita a la unidad, a actuar de manera solidaria y en plena consciencia de «lo que se tiene», «lo que hay», «lo que nos da la vida».
Iniciaron con ‘Pájaros’, el mismo tema que abre su disco más reciente y continuaron con ‘El Aparato’, el primero de mucho himnos que sonaron aquella noche. El público no escatimó en demostrar a sus amigos del escenario con más o menos intensidad que venían a compartir con ellos, a saltar y cantar. Ni siquiera quienes se ubicaban en graderías lo dudaron: todos estábamos allí para celebrar. Cada que terminaba una canción el público estallaba en aplausos y se oían desde distintos rincones del recinto peticiones, algunos quería escuchar ‘Olita de Altamar’, otros ‘Esta Vez’ o ‘Aprovéchate’.
Rubén Albarrán, cantante principal y guitarrista ocasional, no dejaba de sonreír y felicitar al público por su compañía, mientras a su izquierda, Joselo Rangel se deleitaba acariciando su guitarra, esa que ruge en ‘Chica Banda’ e invita a moverse en ‘El Baile y El Salón’. Al otro extremo del escenario, su hermano Enrique Rangel sostenía en sus manos un bajo y en una postura solemne sonreía, satisfecho, con la misma expresión cuasi seductora de cuando hizo la coreografía de ‘Déjate caer’. Detrás de “Quique” estaba Meme, quien alternó y combinó sus funciones durante el concierto entre tecladista, corista, voz principal, guitarrista y –¿por qué no darle ese mérito?– bailarín. Tal vez sea solo una cuestión de personalidad, pero Meme generalmente se ve preocupado entre canciones, hasta que empieza la siguiente secuencia o el siguiente riff de guitarra: la música, para él y sus compañeros, es su hogar. Los acompañó en la percusión electrónica y acústica “El Children” Ledezma, quien colabora con ellos desde hace una década.
Los momentos dignos de subrayar sobraron en este concierto. La presentación de ‘Zopilotes’ como ya dije, quizá fue uno de los mejores, empezando por la primera aparición de Rubén vestido como su alterego Zopilote de alas blancas y cabeza negra y por la naturaleza épica de la canción. ‘Volcán’ fue otro punto en el que el sonido erigió un monumento frente a los asistentes, quienes optaron quedarse callados, tal vez hipnotizados ante tal ventisca de texturas. En otras ocasiones era el mismo público el que construía estructuras, engranajes que se dirigían por el ritmo de la música, como en ‘Chilanga Banda’ o ‘Cómo te extraño mi amor’. Las buenas memorias, permeadas de euforia y realización, también sobraron.
La banda no necesitó desplegar escenografía gigante o algo más para demostrar que son uno de los actos más enérgicos y queridos de la región y esa quizá es el motivo por el que valoro más su «experiencia» o bien, su «espectáculo», que no necesita sal ni chantilly, sino que se sostiene por sí solo, y es un acto de primera categoría que no tiene que envidiarle nada a lo que hizo Phoenix en Lollapalooza este año, por poner un ejemplo.
Hace unos días decía David que la mayoría de los grupos que aterrizan en Costa Rica ya tienen su millaje y cuesta que nos visite un grupo viviendo su mejor momento. Muchos podrían decir que el momento de Cafeta ya pasó, pero yo (y estoy seguro que el 90% de quienes estuvieron allí me darán la razón) creo que siguen más que vigentes y que los años más allá de acercarlos al comodidad han logrado que exploten su potencial de distintas maneras. Incluso he llegado a pensar que cualquier año u ocasión es su momento, que su momento no fueron los 90s, sino «el ahora». Y que siempre ha sido así.
Debo admitir que por un momento temí que el after party fuera la actividad menos concurrida del Weekend, pero tan pronto llegué descubrí mi error: el lugar se llenó rápidamente de caras conocidas, no solo de aquellos que habían estado gritando y saltando con Cafeta en la zona preferencial, sino de músicos participantes, integrantes de Café Tacvba y otros músicos de bandas locales.
El plato fuerte fue la reunión de Le*Pop, quienes no han perdido la energía e directo que les caracteriza desde que el proyecto salió a la luz. Su set de media hora, visitó los temas contenidos en Bendito Televisor (2007), el único disco que grabaron en su carrera y más de uno de los asistentes aprovechó para cantar y bailar como lo hiciera en aquellas épocas (bueno, no fue hace tanto, pero en la escena han pasado muchas cosas desde entonces).
Tras el final del concierto en el Lucernario (primer piso del Edificio Steinvorth), el público se movilizó al segundo piso, en donde les esperaba Alejandro Franco, que cuando posa sus manos sobre una tornamesa se hace llamar SLKTR. Esta fue una adición muy “familiar” al cartel, dado que él mismo es la cabeza de WARP en México.
La gente se incorporó a bailar en tanto empezó la música y SLKTR inició una fiesta que terminó hasta las 6 de la mañana, el cierre de una noche llena de emociones fuertes, pero sobre todo de satisfacción.
Las actividades de WARP Weekend continuarán esta noche en el Cine Magaly donde se proyectará el documental “Shut Up and Play the Hits” de LCD Soundsystem y el domingo en el Hoxton Pub, donde un concierto con Centavrvs (México), Little Jesus (México), Florian Droids, Passiflora y Colornoise se encargarán de cerrar el lanzamiento oficial de WARP en Costa Rica. Visiten el Facebook de WARP Costa Rica para más información.