Iron Maiden, Slayer y Ghost en el D.F.

// Por: Staff

mié 18 septiembre, 2013

Franccel Hernández para WARP

Artista: Iron Maiden, Slayer y Ghost

Lugar: Foro Sol

Fecha: 17 September 2013

La última gota de agua cayó justo antes de que iniciara ‘Raining Blood’. No era de imaginarse cuando la lluvia había empapado a aquellos que todavía no acababan de entrar a mirar el concierto que inició Ghost, mientras caminaban o pasaban los accesos o mientras seguían afuera viendo playeras, y que después reunirían más de 50 mil asistentes, muchos de ellos cubiertos con impermeables azules o transparentes; con paraguas o sin considerar aquel diluvio una amenaza. Así llegaron y sus asientos eran inútiles de tan mojados; en el escenario las pantallas se encendieron tarde, pero fue gracias a ellas que notaron al papa Emeritus sin “su sombrerito” sacro. Se lo robaron, dijo, y siguió llamando a misa con la huesuda cabeza expuesta. Los que estaban –que hacían ver huecos enormes en las pistas y butacas, pero que formaban grupos azules para soportar los golpes del cielo– permanecieron de pie como se está cuando el padre da la palabra e hicieron gala de obediencia al escuchar ‘Per Aspera ad Inferi’ o ‘Con Clavi Con Dio’. Así se pasaron siete canciones, entre la lluvia que no daba tregua ni espacio para protegerse y los llamados a Satán. Para la gran expectativa que el grupo sueco causó con su primera vez en México, a algunos les hizo falta ‘Elizabeth’, pero la satisfacción de verles no sólo estaba en los aplausos, sino en las cabezas y en las piernas que se movían prácticamente con voluntad propia.

AspectoExactamente una hora después, y a la segunda canción, el águila que resguarda la espalda de Slayer cayó, mostrando el apellido de la profunda ausencia: Hanneman. En el logo emulado de Heineken, en la parte superior se leía “Angel of death”, y abajo, “Still reigning”. Para regocijo de los encapuchados de azul, la vuelta de Paul Bostaph a la batería de la banda de Kerry King hizo sonar ‘Disciple’ como se debe. Ejecuciones como esa destruyen cualquier argumento de si Dave Lombardo es mejor que él. Aun así la expectativa por “el nuevo baterista” dio paso a tales afirmaciones, o incluso a mencionar que tocaron ‘Postmortem’… quizá en otro concierto, la lluvia estaba muy ácida. Sí se echaron, en cambio, ‘Hallowed Point’, ‘Seasons in the Abyss’, ‘South of Heaven’ y con ella las imágenes de Jeff: de su boda, desnudo en la bañera cuando era bebé, fotos de tantos años de en vivo… La última gota de agua cayó justo antes de que iniciara ‘Raining Blood’. Al final, con los cielos apaciguados después de tanta violencia (‘Angel of Death’), Tom Araya agradeció a Gary Holt su presencia, y se despidió de todos con un “gracias por todo”.

Slayer

Slayer

Slayer

Slayer

Slayer

Slayer

Slayer

Slayer

Slayer

Slayer

Slayer

Slayer

Iron Maiden. No hay grupo tan agradecido y conectado con su público. Incluso la lluvia se pone de su lado y se detiene para que aquellos (los encapuchados de azul) lo disfruten sin paraguas, y observen. Porque en canciones como ‘The Clairvoyant’ o ‘Seventh Son of a Seventh Son’ no le queda a uno más que observar cómo corre Steve Harris por el escenario y detenerse de pronto para apuntarle al público con su bajo; o cómo el trío de Murray, Gers y Smith ejecutan solos imposibles y riffs universales (‘The Trooper’, ‘The Number of The Beast’); u observar al incansable Bruce, con sus sombreros charros o de aviador. De no ser por las pantallas, jamás se vería la impecable relación de Nicko McBrain (siempre oculto detrás de sus toms) con su batería y el contratiempo en ‘Can I Play With Madness’ o ‘Run To The Hills’. Sí, Maiden tocó las de siempre, sus clásicos que realmente son nuestros, con todo y la llovizna que también quería escuchar ‘Run To The Hills’, Maiden lo envuelve todo en una caja nueva, con diferente pretexto, como si fuera la primera vez que nos regalan ese sublime espectáculo. Y a uno no le queda más que mirar, anonadados, al Eddie clarividente gigante, en medio del escenario, estrujar nuestro corazón.

Iron Maiden

Iron Maiden

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P.D.: Nótese que, sin querer, son 666 palabras…