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// Por: Staff

mié 28 agosto, 2013

Un disco acústico no suena como algo que debería ser arriesgado. La mayor parte del tiempo éstos son elaborados para cumplir con un contrato, o para convencer a los fanáticos de comprar un lanzamiento con lo mejor del artista; al final estos discos unplugged se clasifican sólo como algo “seguro” para el artista.

Claro que con Beck, nada entra en lo que entendemos como común. Publicado en 1998, Mutations , un disco acústico en su mayoría, disparó incertidumbre y controversia tras su salida. Originalmente tenía como intención ser un recurso provisional en el que su disquera independiente incluiría material acumulado durante años, aunque terminó marcando la llegada de Beck bajo un sello discográfico grande como Geffen, después de que una intervención ejecutiva de último minuto terminara originara que el músico tomara acción legal para evadir sus contratos. Era claro que este disco no era otro lanzamiento acústico para ganar dinero seguro.

Naturalmente, el riesgo se manifestó artísticamente. Después de una década de discos bien recibidos pero pobremente vendidos –a excepción del éxito repentino de ‘Loser’– Beck finalmente pudo salir de su cascarón con Odelay. Esta vez los sencillos sí salieron en la radio y los discos se acabaron en las tiendas, siendo este el disco con el que las masas reconocieran el talento del músico, además fue un triunfo entre los críticos y se llevó varias menciones como disco del año.

Hacer un sucesor para esa sinfonía de sampleos y rapeos -que fue Odelay- con un disco acústico lleno de blues resulta una decisión poco obvia. Aún así, Mutations incluía esa sombra para el universo que su predecesor había marcado. Lleno de guitarras confortantes y armónicas chillantes, las raíces countries y blues del disco conectaban los puntos de las influencias de Beck entre los Beastie Boys y Bob Dylan. ‘Nobody’s Fault But My Own’ funciona como un bizarro folk psicodélico con influencias de la India, mientras que el desafinado ‘Bottle Of Blues’ encuentra a Beck aullando desde la esquina de un bar de mala muerte como los grandes. ‘Sing It Again’ es un lamento de amor y arrepentimiento directo del corazón y el alma, ya que por primera vez Beck no está intentando reinventarse ni pintarse con nuevos colores. En su lugar, Mutations es un cuidadosamente considerado y delicado disco que da una honesta y poco mediada impresión de su creador. Probó ser un movimiento arriesgado y valiente, pero uno que funcionó.

Cualquiera que hayan sido las ramificaciones legales –difícilmente es una fuente confiable, pero Wikipedia sugiere que la disputa por el contrato desencadenada por el lanzamiento del disco nunca fue resuelta– Mutations no sólo fue exitoso, sino que también permitió que la personalidad musical de Beck saliera a la luz. No más lanzamientos de discos informales.

Discos de folk extraño nunca más volverían a ser enterrados y sustituidos por sus endemoniadas contrapartes de funk llevado al exceso. En cambio, Sea Change fuertemente influenciado por Nick Drake, podría salir y oponerse a los ritmos electrónicos de Güero, mientras que Modern Guilt cómodamente mezclaba ritmos de hip-hop y producción por parte de Danger Mouse con algo de blues.

Con el siguiente y muy esperado disco de Beck en camino (más tarde este año) rumorado para ser otro lanzamiento inclinado a lo acústico, Mutations sigue demostrando que más que ser un riesgo y camino sin salida para Beck, fue una prueba afirmando que los genes del artista son superiores.