Cuando un festival cumple con puntos básicos como la buena organización, asistentes dispuestos a pasar un gran fin de semana y música de calidad, entonces el último día de actividades se resiente más por el simple hecho de significar la despedida y el fin de una cuasi efímera relación. Quizá por eso también se vuelve justificable la necesidad de disfrutar más y ver a cuanta banda sea posible aunque, aceptémoslo, la extensión territorial de Lollapalooza lo hace un tanto complicado.
Pero ni la extensión de Grant Park pudo detener el entusiasmo de este domingo, pues desde temprano inició el arribo de cientos de personas, moviéndose cual hormigas a los diferentes escenarios y espacios. Porque no todo era música al pie del Red Bull Sound Select o Petrillo, familias completas, personas con la poca energía que deja el correr de los años o jóvenes simplemente necesitados de un espacio donde comer, se reunían al pie de árboles, en zonas de comida con bancas de madera e incluso en zonas con cómodas sillas de mimbre, con transmisión de lo que ocurría en los escenarios completamente en vivo.
Quienes sí recorrimos el parque completo, en más de una ocasión, disfrutamos de mucha música, entre ella la ofrecida por Wild Belle, a partir de las 13:30 horas, en el escenario Lake Shore. La dupla conformada por Elliot y Natalie Bergman consiguió aglomerar a mucha gente con temas de su recién lanzado “Isles”, que fueron del reggae al soul, pasando por el indie pop, una mezcla bien nivelada que hizo pasar el mejor momento como inicio del día. Como cada una de las bandas que formaron parte de esta edición, Natalie agradeció los aplausos tras cada interpretación, los cuales no fueron fortuitos, pues Wild Belle lo hizo sumamente bien, con la voz de ella a la Nancy Sinatra y la ejecución instrumental de él, especialmente del saxo barítono. Gran inclusión en este lineup.
Con quince minutos de diferencia en el inicio de su presentación, respecto a lo hecho por Wild Belle, el cantautor inglés Jake Bugg demostró el talento que posee sobre el Petrillo. Y es que en ocasiones no se trata de ser magistrales en un instrumento, en ocasiones se trata de la voz expresando sentires. Eso es lo que hace Jacob Kennedy –nombre real del músico–, interpretar, tomar su guitarra y hablar de situaciones y sentimientos compartidos con una multitud que se ve reflejada y que ama ese estilo folk con el que cuenta su música. ‘Fire’, ‘Broken’, ‘Trouble Town’, ‘Two Fingers’ y un cover a Neil Youg con ‘My My Hey Hey (Out Of The Blue)’ fueron acompañadas con coros, palmas o contoneos cadenciosos al ritmo de la música. Excelente debut de Jake Bugg en Lollapalooza.
Cabe destacar que este día de festival también nos trató de la mejor manera, con un sol radiante y con una temperatura, aunque calurosa, disfrutable, pues fue acompañada por viento fresco que hacía más llevaderos los trayectos; nada de tormentas, sólo una ligera llovizna al caer la tarde. Pero eso sería después, porque con el clima delicioso fue como MS MR subió a The Groove, siendo un proyecto joven que saludó a la audiencia que ya los esperaba desde varios minutos antes. Su disco debut, “Secondhand Rapture”, fue el protagonista, con cortes que pusieron a bailar al respetable al tiempo que éste halagaba la belleza de MS (Lizzy Plapinger). ‘Hurricane’ y ‘Think Of You’ formaron parte del listado de canciones de su show, con el tiempo suficiente para dejar su huella este domingo.
Y justo a la mitad del día llegaban los platos fuertes, esos nombres que ya cuentan con prestigio sobrado y que ocupan un lugar importante, ya sea en la escena actual o en la historia de la música.
El primero de ellos fue Two Door Cinema Club, con Alex Trimble elegantemente vestido y con copa en mano, limitándose a saludar para dar inicio a un show potente, lleno de exitosos temas como ‘Undercover Martyn’, ‘Something Good Can Work’, ‘Cigarettes In The Theatre’ y ‘What You Know’, con la que dijeron adiós al efusivo público del escenario Bud Light. Esta no es la primera vez que la banda se presenta en Lolla, por lo que agradecieron el estar de regreso con tan tremenda acogida.
Un poco encimados en tiempos con TDCC, el cuarteto inglés Alt-J tomó el escenario Lake Shore en medio de aplausos, con discretas sonrisas que revelaron el gusto que les causó estar ahí, ante tan lindo público. Así fue que, acto seguido, Joe Newman, Gwil Sainsbury, Thom Green y Gus Unger-Hamilton interpretaron el tema abridor de su excelente álbum “An Awesome Wave”, para después dar muestra de su bien acoplada voz con el segundo track del mencionado disco, ‘(Ripe & Ruin)’.
Es impresionante lo bien que sonó la banda oriunda de Leeds, un show que en su próxima visita a México seguramente dejará encantados a los asistentes, pues más allá de la carencia de elementos visuales atractivos, se trata de un proyecto que apoya su acto en vivo en su música, algo sobrio que encanta por el producto central que motiva a la gente al asistir a un concierto: la música. ‘Dissolve Me’ fue uno de los tantos momentos de brillo, una hora completa en la que cautivaron a todos.
Pero mientras unos disfrutaban del acto tranquilo y con ambientes musicales sicodélicos de Alt-J, otros decidieron dirigirse al Petrillo, donde The Vaccines arribaría con el poderío que se le conoce. Bastó verlos pisar el escenario para que todo el público estallara en gritos e iniciaran a moverse, agitados, con los tintes punk de esta querida agrupación.
Algo que se agradece y se contagia es la energía desbordante de un músico, no sólo a través de sus canciones, sino también de su ejecución instrumental, de su interpretación, de sus gestos, de su convulsivo mover, y eso es algo que The Vaccines sabe ofrecer muy bien, con un Justin Hayward-Young elocuente, un Árni Árnason preciso y con cada integrante al cien por ciento, tocando como debe hacerse en un festival, dándolo todo de principio a fin. Qué buen momento fue ‘Ghost Town’, ‘Wetsuit’ y ‘Nørgaard’. Imborrables recuerdos dejan en Lolla.
Inmediatamente después de que The Vaccines dejó el escenario, era el momento preciso para dar la vuelta y correr justo al área de enfrente, donde se ubicó el escenario Bud Light, para ver el inicio de Vampire Weekend, que arrancó su set recordando su placa anterior, “Contra”, con la divertida ‘Cousins’; mejor elección no pudieron hacer, pues fue rememorar ese disco que los catapultó a través de saltos, baile, emoción total. Lo que presentó la banda no fue más que un compilado musical de toda su carrera –incluida su más reciente producción– mediante cortes como ‘Diane Young’, ‘Step’, ‘Ya Hey’ y más.
Si algo tienen estos músicos es carisma, por lo que bastaba una sonrisa de Ezra Koenig para que todos se desvivieran en aplausos. Si se intenta buscar qué show fue el más divertido del día, Vampire Weekend compite fuerte, pues era bastante fácil girar 360 grados, desde donde se estuviera, y ver un mínimo de tres grupos de amigos bailando al ritmo que marcaban estos neoyorkinos, eso, nos guste o no la música que suena en ese momento, siempre causa una sonrisa en cualquiera que lo presencie.
Como decíamos, por variedad no se detuvo Lollapalooza, por lo que Lake Shore tuvo el gusto de recibir a Beach House y su dream pop a lo largo de 60 minutos. Si bien la respuesta no tuvo punto de comparación con lo logrado por The Lumineers un día anterior, a esa misma hora como cierre del escenario, pudo verse a la audiencia gustosa de su trabajo, disfrutando de un momento de tranquilidad en medio del bombardeo auditivo que en momentos puede convertirse el ambiente; no es que no sea parte del encanto del festival, pero siempre se agradecen esos espacios de simple contemplación.
Pese a tener una especie de paredes luminosas a sus espaldas, la oferta visual de Victoria Legrand y Alex Scally fue poca, con luces de diferentes colores que encendían de vez en vez sin ser impresionantes. Si hablamos de la forma en que la banda ejecutó piezas como la hermosa ‘Wishes’ –con la que decidió cerrar– no hay nada de qué quejarse, pues la dupla sabe bien lo que hace; aún así hubiese sido maravilloso poder verlos apoyados de atmósferas luminosas, un poco de humo quizá, herramientas que dieran a su música ese realce del que es posible. Como sea, siempre es un gusto ver a Beach House en escena.
Termina Beach House, unos minutos de silencio, y The Cure, justo enfrente, hace suyo el Red Bull Sound Select, abrazando al público con los primeros acordes de ‘Plainsong’. Vaya ovación la que obtuvo. Acto seguido ‘Pictures Of You’ y un set constituido en buena medida por éxitos que arrancaron coros multitudinarios y aplausos, muchos aplausos. ‘Lullaby’, ‘High’, ‘In Between Day’, ‘Fascination Street’, grandes canciones de principio a fin, sin momentos extraños que causaran un dejo de desencanto a aquellos que no son admiradores fehacientes. Como siempre, Robert Smith se mostró dedicado a su quehacer, sin embargo era imposible no detectar ciertos movimientos o leves gestos de alegría por estar en este, su primer Lollapalooza. Llegó así ‘Desintegration’ y con él la salida fingida de la banda, pues era claro que volverían, a sabiendas de que el show debía concluir a las 22:00 horas… si a Smith no se le ocurría desobedecer.
Ya de vuelta, The Cure arrestó ese último golpe musical con ‘Lovecats’ y un encore de seis cortes magníficos: ‘The Caterpillar’, ‘Close To Me’, ‘Let’s Go To Bed’, ‘Why Can’t I Be You?’ y ‘Boys Don’t Cry’, con lo que The Cure cumplió con los organizadores y con cumplió los asistentes, quienes pedían un poco de rebeldía con su regreso al escenario. No ocurrió, pero eso no demeritó ni un ápice el acto impecable que acababa de ocurrir.
Para ese momento Phoenix ya había dejado el escenario también, pero veamos que ocurrió allá, en el Bud Light. Las 20:30 horas y la multitud impaciente, de repente se escucha una especie de marcha imperial y Phoenix sube, en penumbras, para ser iluminados segundos después con la inmensa pantalla roja que resaltaba sus siluetas. ‘Entertainment’ sonó entonces poderosamente y la gente explotó en gritos.
Hace unos días recibía comentarios muy positivos sobre el show en vivo de los franceses, hecho que quedó más que comprobado la noche de ayer, pues, sin duda, una cosa es escuchar un álbum de ellos y otra extremadamente distinta verlos en directo; una grata sorpresa para aquellos que no son adeptos fervientes de su música. Esto sólo hace imaginar que si incluso los escuchas ocasionales quedaron impresionados, quienes aman lo que esta agrupación ofrece quedaron complacidos al extremo por el espectáculo de Thomas Mars y compañía. ‘Long Distance Call’, ‘The Real Thing’, ‘Run Run Run’ y ‘1901’ –con Thomas al pie del escenario, entre la gente– son parte de los momentos que no se olvidarán de este cierre, uno por demás exitoso que no hace sino reafirmar la posición de Phoenix en la escena musical y respaldar por qué se han convertido este 2013 en headliners de festivales internacionales.
Lollapalooza 2013 llegó a su fin, dejándonos recuerdos imperecederos y vivencias irrepetibles. Porque cada festival es eso, la oportunidad de crecer experiencias, de disfrutar de la música y de llevarnos fotografías en la mente gracias a todos los elementos que lo conforman: la gente, los atuendos, las risas, los bailes, las bandas, su música y, en el caso de Chicago, la ciudad misma que rodea Gran Park. Ahora sólo queda, esperar el próximo año.