Con un sol resplandeciente y un cielo despejado, Chicago se preparaba para celebrar el segundo día de Lollapalooza, con un lineup prometedor que desde el inicio de actividades puso los ingredientes necesarios para que fuera un día memorable.
Fue así que el escenario The Grove dio la bienvenida, alrededor de las 13:00 horas, a Pujol, banda liderada por Daniel Pujol que no logró demasiado aforo –debido también al horario en el que tocó– pero sí consiguió buena respuesta del público que se dio cita en dicha área de Grant Park, pues su ejecución fue impecable, con piezas de su álbum debut “UNITED STATES OF BEING”.
Algo que ocurre con el público estadounidense es la facilidad que tienen para gritar por cuanta cosa sea posible, sea por haberse encontrado a un amigo, porque se les perdió algún otro, porque ya está tocando su banda favorita o porque es el único tono que conocen, ya estando pasados de copas. Lo mismo para bailar y relacionarse, pues no es difícil ver a chicas contoneándose y saltando de un lugar a otro o que, al ir caminando entre la multitud, alguien se te acerque de la nada a querer bailar contigo o tan sólo a estrechar tu mano… sería maravilloso que en México –al menos– se nos quitara lo pudorosos en ese sentido.
Como sea era momento de ver a Ben Howard en el escenario Red Bull Sound Select y… ¿a St. Lucia en The Grove? No. Debido a una modificación en la alineación de este último escenario, luego haber sido anunciada la cancelación de Death Grips, quienes “decidieron no aparecer en Lolla”, según informaron los organizadores (su aftershow del viernes tampoco ocurrió, por cierto), dicho proyecto tuvo que aparecer más tarde, dejando su lugar a Family Of The Year, mientras que Howard endulzaba los oídos de miles con su excelente folk inglés.
Para Howard, con todo el talento interpretativo y de composición que posee, no fue difícil envolver a la audiencia en su música, pues desde que pisó el escenario cada asistente prestó atención y se desvivió en aplausos para el artista; hasta ese momento, el público más nutrido del festival. Canciones de su disco debut “Every Kingdom” lograron llamar a más y más personas, además de algunos tracks extra a formar parte de su próxima producción, entre ellos ‘I Forget Where We Were’. Un gran, gran momento fue el que vivió el cantautor en Chicago.
Ahora sí, era momento de ver a St. Lucia, a.k.a. Jean-Philip Grobler, que con un discreto pero eficiente juego de luces y su muy gustado synth pop ofreció una buena presentación, aunque con un ligero retraso con base en el horario programado. Eso, al final, quedó compensado con el divertido momento que regaló a los asistentes, quienes disfrutaron de principio a fin de la potente ejecución de canciones como ‘We Got It Wrong’, su nuevo sencillo ‘Elevate’ y ‘All Eyes On You’.
Poco antes de que St. Lucia dejara The Grove, Local Natives llegó al Red Bull Sound Select con su “Hummingbird” bajo el brazo, sin olvidar su disco debut, “Gorilla Manor”. Como era de esperarse, la banda californiana no dejó a desear y continuó con el buen ritmo que llevaba el festival, haciendo un recorrido por su carrera.
Uno de los momentos cumbre de su show fue al interpretar ‘Airplanes’, en la que todo el publicó se encargó de corear y aplaudir al unísono con la banda, quien agradeció por el cariño mostrado. Casi a la mitad de dicho show, los organizadores del festival dieron a conocer la aparición de Perry Farrell –fundador de Lollapalooza– en el escenario Kidzapalooza, un hermoso espacio dedicado a los niños en el que el músico se encargó de presentar a Shawn White & Bad Things, además de tocar un poco con ellos, frente a varios pequeños que ocuparon la zona frontal al escenario; un gran recuerdo de infancia.
Y como la música no podía detenerse, Foals llegó al Petrillo para incendiar el lugar con enérgicas ejecuciones. Aunque sin duda no tuvo el alcance que momentos antes logró Ellie Goulding en el Bud Light –impresionante, por cierto– los originarios de Oxford hicieron valer la buena fama con la que cuentan sus shows en vivo, haciendo del atardecer en Grant Park un hecho aún más agradable.
Los rayos caían cada vez más débiles y pintaban el paisaje de naranja, lo que, unido a la música de Yannis Philippakis y compañía, hizo del momento algo memorable. Incluso el frontman de la banda decidió lanzarse hacia los asistentes en un momento de extrema fascinación, entre guitarrasos y energía pura que iban del escenario hacia fuera y de regreso. ‘My Number’, ‘Two Steps, Twice’, ‘Providence’ y ‘Blue Blood’ formaron parte del setlist de la tarde.
A la par de ese momento, The National también engalanaba las actividades en el escenario Red Bull Sound Select, promocionando su más reciente disco, titulado “Trouble Will Find Me”, y aprovechando las posibilidades de alcance que un evento tan importante como Lollapalooza ofrece.
Este show pudo ser visto por millones de personas alrededor del mundo, además de los presentes en el lugar, y el simple hecho no es fortuito, pues se trata de una banda prolífica que ha logrado colocarse fuerte en la escena. Con la hipnotizante voz de Matt Berninger el público no pudo mas que rendirse ante interpretaciones de tracks como ‘I Should Live In Salt’, ‘Bloodbuzz Ohio’ y ‘Abel’, con esa facilidad de llevarnos de la tranquilidad a la exaltación de las guitarras y la batería que esta agrupación tiene.
Nuevamente a moverse al otro extremo del parque, pues uno de los nuevos talentos del hip hop californiano subía al escenario Bud Light para poner en movimiento a tantos brazos como fuera posible, ese arriba abajo tan típico en este tipo de presentaciones. Y así fue que con su sola presencia, Kendrick Lamar puso a todos a moverse, a sentirse un poco negros –una disculpa a aquellos a los que incomode el calificativo, porque nunca faltan– y a rapear en su estilo particular. El artista no se cansó de exhortar al público a que formara parte del show, lo que creó una especie de unidad que no hizo sino llamar a más gente. Su debut en Interscope Records, “good kid, m.A.A.d city”, sonó fuerte durante la hora que le fue asignada, además de otros extractos de glorias pasadas. Gran tarde para Lamar.
Siempre hay más opciones en Lolla, por lo que California volvió a hacer acto de presencia pero ahora de la mano de las chicas de HAIM, quienes se adueñaron de The Grove en un área cercana al Bud Light. Feliz, sumamente contenta estuvo la banda, con un tanto de incredulidad por estar sobre un escenario de Lollapalooza y ya no como espectadoras.
Su interacción con los asistentes fue considerable, totalmente alejado de un simple saludo o un agradecimiento corto; al parecer, la plática también es lo suyo. ‘Better Off’ y ‘Forever’ formaron parte de su set, a la vez que compartían tener listo su álbum debut y preguntában a un chico subido en lo alto de un árbol cómo carajos llegó hasta ahí. Potente show el de HAIM, lo que mantiene la expectación de ver qué es lo que ofrecerán en su esperada nueva producción.
Y así, sin siquiera darnos cuenta del todo, la noche había caído en Chicago con sólo dos bandas restantes: The Postal Service y Mumford & Sons, ambas de historia breve pero llegadas de temporalidades diferentes. Aunque era previsible la cantidad de gente que lograría cada agrupación, fue impactante ver la cantidad de personas que se dieron cita frente al Red Bull Sound Select, miles y miles de asistentes, cientos que seguían llegando, corriendo, para ver a los autores del aclamado “Babel”. Caso distinto el de Ben Gibbard y Jimmy Tamborello, quienes tuvieron mucha menos concurrencia. Pero vayamos por partes…
The Postal Service, una banda querida y añorada por muchos años en la industria musical, volvió este año para revivir éxitos añejos y ofrecer su álbum “Give Up” en Lollapalooza, un show que de acuerdo con el propio Gibbard se trató del penúltimo de su gira de reencuentro, pues luego del aftershow de esta noche en Metro, la banda no volverá a tocar. Con ese dato en mente, la presentación de la banda fue más entrañable para el reducido número de espectadores que pudimos estar ahí.
Sin embargo, ese pequeño dato no importó a la banda que de inmediato demostró lo contentos que estaban, con una sonrisa casi imborrable en sus rostros y una ejecución cuasi perfecta. Extremadamente complacido de la respuesta, Ben agradeció en nombre de la banda el haberlos elegido a ellos de entre los shows programados para esa hora: “Gracias por venir a vernos, sabemos que también están grandes músicos como Azealia Banks y Mumford & Sons, así que gracias por venir”, fueron sus palabras, visiblemente conmovido.
No era nada difícil deducir qué canciones formarían parte de la noche de The Postal Service, pero ir descubriendo el orden y escuchar los primeros acordes de cada canción siempre provocó gritos de sorpresa, de emoción, con títulos como ‘We Will Become Silhouettes’, ‘Be Still My Heart’, ‘Such Great Heights’ y, claro, ‘Brand New Colony’, con la que cerraron, invitando a la gente a cantar, junto con ellos, “Everything will change…”, cuasi como despedida de este regreso de la banda que satisfizo todo este tiempo de espera.
Si The Postal Service no logró gran cantidad de público, ¿en dónde estaba esa masa de gente que deambulo durante el día por el festival? Sí, eran las 20:20 horas y fue en ese momento en que un grito colectivo se escuchó en Gran Park, cuando Ben Lovett, Marcus Mumford, Winston Marshall y Ted Dwane subieron al Red Bull Sound Select y la gente, contenida hasta el momento, dejó salir la emoción de ver a Mumford & Sons en dicho escenario. Sin duda, esta presentación pasará a la historia del festival como una de las más exitosas, pues con 18 canciones la banda inglesa extasió al publico y viceversa, pues no ocultaron lo conmocionados que estaban con la respuesta obtenida.
‘Babel’, ‘Little Lion Man’, ‘Whispers in the Dark’, ‘Winter Winds’, ‘Holland Road’, una a una fueron sonando, con un encore que incluyó el cover a ‘I’m On Fire’, de Bruce Springsteen, definida por la banda como “la canción más silenciosa que escucharán este fin de semana”. El coro multitudinario en el cierre del show fue estremecedor, lo que se vio llevado al extremo de la euforia con los fuegos artificiales que sucedieron el momento.
Más actos imprescindibles están por ocurrir en Lollapalooza, por lo que saldremos hacia Grant Park ansiosos por vivirlos y, poco después, compartirlos con ustedes.