Where Does This Door Go

Calificación

6.5

Mayer Hawthorne

Republic Records

// Por: Juan Manuel Pairone

mar 16 julio, 2013

Artista: Mayer Hawthorne

Juguemos un juego: imaginemos. Por esas cosas propias del capitalismo y el american-way-of-life, existe una Universidad da la Música Negra. Allí enseñan todos y cada uno de los secretos del soul, el r&b, el hip-hop y todos sus derivados. Se vive la historia de los últimos setenta años de música popular y se aprenden los oficios de la composición, la producción y la interpretación. Un tal Mayer Hawthorne resulta ser un alumno ejemplar, con un conocimiento teórico y práctico que demuestra su pasión por el aprendizaje y su amor por la música atemporal de Curtis Mayfield, Smokey Robinson o Barry White; por el catálogo de hits marca  Holland–Dozier–Holland; o por la estela todavía viva de Michael Jackson y su concepción de la canción como espectáculo. Eventualmente, se gradúa con todos los honores y sale al ruedo. Su destino es el éxito; tiene todo para triunfar.

Esa situación hipotética podría ser perfectamente real. “Where Does This Door Go”, el tercer álbum de Hawthorne, es un compendio ejemplar de distintas ideas de música pop pasadas por el filtro de la negritud. Cada una de sus canciones pareciera ser una síntesis de formas probadas de estimulación al éxtasis. Los falsetes, los sampleos, el ritmo bamboleante, las líneas melódicas de sintetizadores y teclados, la importancia del bajo y la femineidad de las guitarras contribuyen a esta idea. El disco es, en efecto, una invitación a la pista de baile y una banda sonora ideal para, por ejemplo, “Glee”. Solo basta programarlo de principio a fin para sentir como, una a una, las canciones construyen una atmósfera cargada de baile, sensualidad, manos en lo alto y momentos necesariamente más íntimos. La lección, evidentemente, no sólo ha sido aprendida sino que se pone en práctica.

Pero lo interesante es que no se trata únicamente de un revisionismo que se queda en la referencia misma, sin actualizar ni tergiversar ninguno de los lineamientos con los que comulga. En este sentido, las figuras de John Mayer y Justin Timberlake aparecen inmediatamente en el horizonte. Como Mayer, Hawthorne es un instrumentista aplicado, capaz de conjugar su amor por la tradición con un instinto radial que se traduce en arreglos aptos para todo público, que se cuelan entre los huesos. Como Timberlake, su vínculo con la constelación de estrellas del hip-hop y productores mainstream le imprime a su música una contemporaneidad palpable en un sonido grandilocuente y pirotécnico, pero cuidado en el detalle y en la ornamentación. La combinación de ambas aristas confluye en el resultado final: “Where This Door Go” es un álbum absolutamente clásico en su concepción pero está atravesado por una noción de la producción como terreno libre y multiforme.

De hecho, el álbum mismo es resultado del trabajo junto a magos del diseño sonoro como Jack Splash (Cee-Lo Green, Alicia Keys), Oak & Pop (Chris Brown, Nicki Minaj) y el ya inmenso Pharrell Williams. Surge, también, en un momento en el que el hip-hop parece ser la música que todo lo puede, con Kanye West y Jay-Z dominando el planeta y con una camada de artistas novatos (Frank Ocean, Chance The Rapper, Tyler The Creator) que extienden los límites del género cada vez más. La participación de Kendrick Lamar (imprescindible para la fuerza que tiene ‘Crime’ dentro del disco) hace aún más efectiva esta asociación y termina de ubicar a Hawthorne en un contexto privilegiado. Sin embargo, esta ventaja evidente en términos sociales también hace más claras las limitaciones de un disco que, en definitiva, carece de dos de los valores fundamentales que regulan el mercado del (material y simbólico) del pop contemporáneo: la personalidad y la capacidad de distinción.

A excepción de la canción que da nombre al álbum y de momentos como ‘Allie Jones’ o ‘All Better’, prácticamente no hay instancias en las que Hawthorne pueda separarse de su condición de alumno modelo y gran aplicador de fórmulas. Así, si bien es cierto que el disco está plagado de piezas inmensas (‘The Only One’ y ‘Corsician Rosé’, como ejemplos inmediatos) y absolutamente atractivas en más de un sentido, la idea de encontrar una voz propia resulta cuanto menos dudosa. Hawthorne demuestra una capacidad sorprendente para dar forma a hits instantáneos, divertidos y estimulantes. No obstante, más allá de la utilización acertada de una infinidad de recursos y de cierto linkeos de época (la participación de otros artistas y productores, la inclusión de interludios dialogados), “Where Does This Door Go” termina siendo más un ejercicio preciso y pulcro que una declaración personal cargada de sangre y contradicciones. Cerebro antes que corazón.