Daniel Ortuño es posiblemente una de las voces más importantes de la movida alternativa local, aunque esta no se escuche muy a menudo.
Actualmente Ortuño termina sus estudios en ingeniería mecánica y trabaja en esa misma área. También es parte de proyectos musicales como Los Waldners y Extremos Sonoros y es programador de radio. Se acercó a ésta última faceta gracias a que una amiga le cedió a él, a su hermano y a otros amigos Fin De Pendiente, un espacio en radio para géneros que no suelen escucharse en la radio. Tras nueve años al aire, él es el único que no ha desistido de la labor de elegir temas para este programa que se transmite los viernes a las 3 p.m. en Radio U.
También fue productor de lanzamientos como el compilado “Sí, San José” (2011) y “La Pequeña Muerte” (2012) de Niño Koi.
Nuestro colaborador Carlos Soto conversó con él sobre el noveno aniversario de Fin De Pendiente, de sus proyectos musicales, las bandas que ha grabado en un estudio de ballet y la música como arte. A continuación, un generoso extracto de esa extensa conversación.
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Cuando leí que Fin De Pendiente cumplía nueve años, me sorprendí muchísimo. ¿Lo recibió de igual manera? ¿Cómo se ha mantenido por tanto tiempo?
Sí me sorprende, de hecho. Cuando se acercaba el aniversario como que había perdido la cuenta pero luego lo asimilé y pensé “pucha, son nueve años ya”. ¿Por qué lo he seguido haciendo? No sé, supongo que me satisface de alguna forma. Siempre me ha gustado buscar música nueva y en algún momento me surgió el ímpetu de compartirla de alguna forma. De hecho, consideré en algún momento construirme un transmisor pero después de ver que salía muy caro y que el radio de alcance era muy corto desistí y al par de años surgió esta oportunidad.
En ese sentido y haciendo una pregunta peligrosamente amplia: ¿qué tiene Fin De Pendiente distinto a cualquier programa de radio?
Tal vez ahora hay más programas de radio nacionales que tienen cierto traslape musical. En su momento tal vez sí fue un poco más único porque no había otros medios explotando ese nicho. Pero ahorita, lo que propone diferente es esa parte histórica (…) siempre estoy investigando de cosas que me gustan, entonces trato de exponer un poco de esos hallazgos que quizá para otros no sean un hallazgo pero que para otros tal vez sí lo son. También se amplía el cuadro con ciertos géneros, que tal vez no son el fuerte del programa, pero que no suenan en otras radios; cierto tipo de hip hop o cierto tipo de electrónica que no suena en la radio tradicional.
Hace un tiempo hizo un especial de noise y ambient costarricense, de los cuales, confieso, solo conocía las propuestas de Jose Acuña y Wiesegrund, el resto eran desconocidos. Ese mismo acercamiento a la investigación, queda claro, lo aplica a nuestro contexto. ¿Cómo lo hace en este país, considerando que a veces hay pocas posibilidades de encontrar algo que uno no sabe que existe? ¿Boca en boca?
Es curioso, porque al ser este medio tan pequeño y tan baja la producción, no hay información en internet, pero al mismo tiempo al ser un país tan pequeño, siempre hay alguien aunque sea un conocido de un conocido que sabe de la vara, entonces se vuelve relativamente fácil indagar. Yo también conocía a pocos, pero por ejemplo a Jose Acuña lo contacté y me pasó su música… Por ahí también ya conocía aUTOPerro. A otros los contacté por correo y nada más así los conocía, y de paso me pasaron otros grupos que yo no sabía que existían. Y a otros los conocí a raíz del primer programa, porque me contactaron directamente.
¿Cree que tener un medio tan pequeño es positivo?
Siempre he pensado que el avance de una escena, el núcleo de una escena, se basa en redes; personas que interactúan y tratan de llevar a cabo una agenda —si se quiere ver así—, proponiendo lo que cada uno pueda. Si uno se pone a ver escenas de otros países, a través de la historia, han funcionado así, mediante la existencia de redes entre bandas que se pueden llamar contemporáneos que son parte de una misma disquera o una misma región… Aquí se da en algunos aspectos, en otros no; hay secciones de la escena que están más conectadas que otros y es buena medida es beneficioso porque se pueden compartir contactos o fines.
Volviendo al programa de radio, ¿por qué programar noise, que es, básicamente la última música que un programador de radio pondría? ¿Cómo diferencia el noise bueno de malo (si mucha gente podría decir que todo es ruido sin sentido)?
Bueno, sobre la primera pregunta, afortunadamente Radio U no es una radio comercial, entonces no tiene restricciones de ese tipo con la música que poner; el espacio está hecho como para experimentar un poco más y por dicha a mí me dejan experimentar todavía un poco más (ríe). Entonces ahí no existen una norma de poner una canción que dure solo tres minutos o que haya música muy bajita o… No sé, que no haya silencios. Entonces si quiero poner canciones como esas de ambient o noise que son muy largas y tranquilas o muy ruidosas, no hay problema. No hay límite.
Sobre la segunda pregunta… tiene que ser algo que me llame la atención (ríe)… es que es algo muy subjetivo. Al igual que a alguien le puede parecer que el reggaetón no es música, sí lo es y como el noise, es una expresión más.
Usted dijo una vez en 89decibeles, justo después de una entrada de blog, que no era fanático de la nostalgia y tal cosa me extrañó, ¿a qué se refería?
Quizá a lo que me refería con la nostalgia era a esa idea de mucha gente insiste de que ya no se hace música como la de antes. No me gusta esa actitud de condenar la música nueva o decir que lo actual nunca va a ser tan bueno como lo que ya pasó, empezando porque esa misma actitud, la pudieron haber tenido sus padres o los padres de sus padres sobre la música que ellos escuchaban.
Hay una edad a la que las personas están expuestas a música nueva porque están yendo a conciertos o porque pasan más tiempo pegados a eso que les brinda música nueva: en una época fue radio, en otra tele y ahora es internet. Después crecen, forman una familia y no tienen tiempo para estar tan conectados y probablemente se van desactualizando y tienden a recaer en esa zona de confort donde solo tienen lo que ya conocían de su adolescencia.
Esto último que estoy diciendo lo leí en un artículo y lo comparto; es artículo se llama The Generationally Biased —o Los sesgados generacionalmente— y ahí exponían que sí, que esa actitud respondía a que la música que escucharon durante su adolescencia, que fue cuando se estaba forjando su personalidad, fue la que les causó mayor impacto y entonces todo lo que vino después (que ya no le causó tanto impacto) lo desdeñan.
¿Quiere causar impacto la música que programa Findependiente? ¿Sacar a la gente de esa zona de confort?
Con respecto al noise, no hay una intención de shockear al oyente, pero en general el programa sí tiene una intención de exponer música nueva, de hecho, que el 95% de la música que se programa desde hace tres años, tal vez, es música nueva del año en curso. Antes había más variedad porque no tenía tanto acceso a música nueva y la alternaba con música vieja de mi colección, pero eso ha ido cambiando gracias a internet, por eso suena más música nueva y trato de cubrir ese campo más amplio del que hablaba incluyendo información e historia para dar un contexto.
Ya que habla de su colección, ¿es digital o tiene copias físicas?
Pues ambas, porque me gusta coleccionar discos. Me gusta tener el arte en grande o pensar que estoy creando un archivo personal, porque todos hemos visto este montón de música que desparece en la memoria de las personas, y me gustaría pensar que por lo menos, a través de un archivo, alguien pueda ver que existían ciertas varas que tal vez no sean de conocimiento general.
Me parece que usted tiene afinidad con el DIY. Un ejemplo, para no sonar jetón: el EP de Las Robertas, que usted grabó con su equipo e hizo el arte. Bueno y la idea aquella de la antena de radio.
(Ríe) Pues creo que sí.
¿Lo hace conscientemente?
Estoy consciente de que existe una filosofía o movimiento DIY. Me identifico con tal. Pero no hago esas cosas estrictamente por que sea cool ser DIY, o querer adherirme a un precepto de “indie” (que cada vez pierde más sentido). Es solo que encuentro satisfacción en hacer las cosas yo mismo, o que en muchos casos no encuentro a alguien más que esté haciendo lo que yo necesite o me guste, entonces, en vez de quejarme al respecto, me doy a la tarea de hacerlo yo mismo.
Usted tiene una faceta como “ingeniero de sonido”, si se quiere, que remite a hace unos ocho o nueve años. ¿Cómo le surgió la inquietud de hacer sus propias grabaciones?
Sí, como ocho años. Empezó grabando mis grupos, mis proyectos… pero ésa es la historia corta, también tengo algunos casetes de tercer grado cuando grababa canciones estúpidas con mis compañeros, por ejemplo. Pero sí, empecé a grabar como en 2005 mis proyectos y los de un par de amigos cercanos y eventualmente se fue poniendo un poco más serio, digamos. En el 2010 fue que salió el primer EP de The Great Wilderness, quizá la primera grabación “formal” que hice, o bueno, al menos la primera que tenía el propósito de lanzarse y publicarse más en serio.
Varias de esas grabaciones (los EPs de las Robertas, The Great Wilderness, Raging Bull, Zopilot!) se hicieron en un estudio de ballet, ¿cierto? ¿Por qué utilizar ese espacio, cómo lo consiguió?
Mi mamá es profesora de ballet y tiene ese espacio. La única razón que hay detrás es porque estaba disponible y se podía hacer un poco de bulla durante el día, porque yo no tengo estudio, entonces siempre hay que buscar un lugar adonde hacer las grabaciones y éste se prestaba.
¿Cree que eso ha limitado su trabajo o más bien le ha dado más carácter al sonido?
Sí tiene cierto carácter porque la arquitectura del lugar tiene un techo alto, entonces tiene una reverberación natural, y si uno escucha las grabaciones tienen ese sonido fluido, no se capta como el típico sonido muerto de estudio equis. Pero, al mismo tiempo sí tiene deficiencias, la reverberación no se puede controlar ahí (ríe). Entonces tal vez, cosas que quizá habría sido tuanis que sonaran más secas, tienen ese reverb gigante que no se podía quitar.
Hablemos de sus propuestas propias. Usted es parte de Extremos Sonoros y Los Waldners, proyectos muy distintos uno del otro.
Me gusta la música en general. Tengo varios intereses que abarcan una gama amplia de música y esos proyectos reflejan tal vez polos opuestos de esos intereses, Los Waldners siendo el más pop y el otro siendo la vara más ruidosa y amorfa.
¿Cuál es su motivación, su propósito en todos esos proyectos, siendo que su programa de radio no es ni aspira poner música comercial, la música experimental no es la predilecta del público e incluso el entorno limita hasta dónde puede llegar un proyecto más digerible? ¿Por qué hacer todo esto en un contexto donde uno no sabe si se va a trascender?
Pues lo sigo haciendo porque me gusta. A veces uno está muy tallado de tiempo por el trabajo o la universidad y de pronto recuerda que al día siguiente tiene que hacer el programa, escoger las canciones; (en ese momento) empiezan a pesar las responsabilidades, pero a final de cuentas, tras todo este tiempo, me sigue gustando hacer un programa y me sigue gustando hacer música. ¿Por qué hacerlo aunque no se sepa si se va a trascender? Pues no está en manos de uno decidir si algo es trascendental o no, dependerá de la intención con la que uno hace las cosas y que esta sea honesta, y por honesta me refiero a comprometida con lo que uno está haciendo.
Porque honesto también podría ser solo querer pegar en la radio, y si desde la concepción del proyecto, esa es su intención ¿por qué no llevarlo a cabo? Si usted se interesa por eso, lo van a tomar en cuenta, puede que trascienda en ese aspecto. O si su idea es hacer música solo en su cuarto, grabarla, subirla a Bandcamp o sacar solo ediciones limitadas en casete, lo van a recordar por eso. Hay que tener claro el mensaje, porque uno de los aspectos del arte es tratar de comunicar algo y si la vara no tiene un mensaje, es más difícil que la gente tenga una reacción a esa obra.