Let England Shake

Calificación

8.7

PJ Harvey

// Por: Aldo Sosa

lun 14 febrero, 2011

Artista: PJ Harvey

El octavo disco de Polly Harvey reinventa, como ya es costumbre, su estilo e imagen musical. “Let England Shake” aleja la supremacía del piano que coronó a “White Chalk” (2007) y lo transporta a un nivel más etéreo, sublime y surreal. El título del álbum se lee como una declaración revolucionaria, pero lo que emana en el aspecto lírico se antoja más como un lamento de guerra, una serie de ecos mortales que claman no ser olvidados.
Estos temas (guerra y muerte) hilvanan la naturaleza de este disco concepto. La desesperanza contenida en la sutil voz de Polly emerge gradualmente a medida que transcurre el disco, primero en unas breves apariciones líricas, para luego contaminar también el aspecto melódico e instrumental. Al final, la tristeza y la nostalgia lo dominan todo, por lo que el fragmentado y apagado arte de portada no pudo ser más acertado. El mismo cuidado que Harvey pone en su música fue rigurosamente empleado en las letras. Con una extensiva búsqueda de inspiración, que abarcó desde la poesía de T.S. Elliot, hasta las producciones de Velvet Underground y los testimonios de guerra de soldados en Irak, “el conflicto”, concepto coral de “Let England Shake” contrasta con la armonía y la angelical voz de la cantautora, al punto que las referencias a la Segunda Guerra Mundial (como la Batalla de Galípoli) plasmadas en temas como ‘Battleship Hill’ implantan sentimientos adversos a la perfección. Ni que decir de los coros y la desgarradora interpretación de ‘England’, con unos coros búlgaros que tintan referencias de un choque religioso.
Títulos como ‘The Dark Places’ ganan, irónicamente, un toque depresivo al ser interpretados con la dulzura que caracteriza la interpretación vocal de Harvey. Asimismo, aparece el retrato de una Bretaña inundada por la gris suciedad del paso de las épocas, con una bruma descendiendo a través de las montañas, imágenes hermosamente plasmadas en uno de los adelantos del disco, ‘The Last Living Rose’, que dio a conocer en dos shows durante julio de 2009.
Con el disco ya en el mercado, los comentarios no pueden ser menos que halagadores, augurando una pieza imponentemente creativa, libre, cohesionada pero con la suficiente independencia entre cada una de las canciones. Un ritmo que asciende y desciende sin resultar pesado, una mezcla interna de instrumentos que aparecen y desaparecen a lo largo del material. Al parecer, el margen de improvisación otorgado por Harvey a sus colaboradores habituales, John Parrish y Mick Harvey, además de la influencia ambiental de grabar el disco en una iglesia, fueron piezas adicionales que logran una aportación etérea en la genialidad de esta entrega.