Yeezus

Calificación

9.0

Kanye West

Roc-A-Fella/Def Jam

// Por: Héctor Adolfo Ituarte

mar 18 junio, 2013

Artista: Kanye West

Seis álbumes y decenas de escándalos después, la premisa detrás del gusto por Kanye West sigue siendo la misma que define a la escucha de su música.

Le amas o le odias.

Este ejercicio no admite escalas de grises para graduar la preferencia que se tiene (o no) por él y su música. Tal vez para muchos en México y América Latina sea la misma medida con la que se exprese el aprecio por el rap en general, empero en el caso de West, puede ser que especialmente los más fanáticos del género coincidan en que hasta en este mundillo, su figura es polarizante.

“Yeezus” ya está disponible para conversos al culto ‘Raptólico‘ de Kanye. La megalomanía acostumbrada no se ausenta en este volumen, por lo que —quienes como yo— gusten de su material, seguro le esperaban con el morbo y anticipación que la presentación mundial con los screenings de ‘New Slaves’ sembró desde hace semanas.

La forma en la que ‘On Sight’ apertura las hostilidades es la de sintetizadores, efectos sawtooth y procesamiento nada discrete (donde colabora el dúo Daft Punk). Podemos transportarnos del Chicago actual y la atmósfera que electrónica se gozaría con excesos de molly, a un momento de paz que sería mejor disfrutado en vinilo.

Con títulos como ‘I Am A God’, y temas que musical y líricamente se ubican en la parte pesada de la escala, Kanye deja claro que no viene a jugar. “Yeezus” es ya un lugar más obscuro en la carrera de Kanye y en la escena en general. No pide disculpas, no se inclina ante nadie. Es la hora estelar de “the only rapper compared to Michael“.

En lo melódico y lo rítmico es dónde más brilla el álbum. Capaz de crear momentos de auténtica paranoia con la sinfonía electrónica y los ambientes Trap, además del Drill con una marcada tendencia industrial. Las colaboraciones con sus coterráneos, célebres y desconocidos así como con la tropa de auténticas figuras del calibre de Bangalter, de Homem Christo o el propio Rick Rubin, dejan ver que el tiempo en el estudio no se desperdició. El número y gusto de las capas y sonidos entre los muestreos brillantemente escogidos sólo se empañan por el trabajo del mismo West, quien sigue teniendo más habilidad para provocar con pocas palabras, que para terminar de formarse como un liricista de rap consumado.

El soul al que nos tiene acostumbrados hace sus climáticas apariciones, con la misma relevancia que las muy escogidas colaboraciones. Es aquí que presentar una reseña sobre un álbum de rap se vuelve una tarea algo complicada: los samples, los invitados —los elementos constitutivos del género— son materia inseparable, intrínseca de esta forma de arte plenamente urbano, contemporáneo, constitutivo de la cultura de compartir. Y es quizás, donde más se aprecie que en temas como ‘Hold My Liquor’ haya un tremendo riff, de clarísima procedencia francesa y en cierta forma, digno quizás de otro álbum y otro artista. De otro género. Pero presente acá magistralmente.

Los temas usuales son eso por una buena razón: lugares habituales en la historia discográfica de West. No son vecindarios desconocidos aquellos en donde brillan los gemidos del dolor que provocan las rupturas. Donde el eco de la misoginia es tan agridulce como la salsa con la qué acompañar un asian pussy [sic] o la tácita equiparación que el muestreo de ‘Strange Fruit’ (en la versión de Nina Simone) terminaría haciendo entre el sufrimiento de una mala relación de pareja, al de los linchamientos con el que se asocia el tema original; así resulta el tal vez más poderoso tema de “Yeezus”: ‘Blood On The Leaves’.

Se puede reprochar a Kanye de demostrar un gigantesco ego consistentemente a través de esta y sus pasadas producciones. En lo particular, me quejaría de la duración total del material, aunque se dice podemos esperar cuatro temas más a modo de bonus. La declaración que “Yeezus” eleva a modo de posición política (carente de sustancia) y esquema de negocios en una de las etapas de mayor reinvención en la historia de la industria disquera; es la de un trabajo que no puede ser seccionado o etiquetado para su venta individual. Irónicamente no es un trabajo digerible en episodios, como lo vienen siendo tantos álbumes de este y otros géneros en la generación iTunes. De una forma intensa y personal se expresa como un conjunto de no sencillos. Hay posiblemente una ausencia de temas “radiables” en un trabajo tremendamente corto. Una demostración más de que si Kanye quiere, Kanye puede. Puede vendernos su Swag-hili a cuentagotas, en una dosis controlada por únicamente por él y que merece espacio en nuestro gabinete de remedios musicales para este año.

Me quedo inmerso en ‘Bound 2’, mi tema favorito del álbum que debo calificar y cuyo grado expreso en términos aritméticos simples, como un promedio de su música, lírica y producción; libre a la interpretación matemática de quien escuche y lea. En una más amplia definición de lo que esta producción representa, qué mejor que su aliteración en la exquisita prosa del propio West:

“You see there’s leaders and there’s followers. But I’d rather be a dick than a swallower…”

Word.