Astro en Costa Rica

// Por: Staff

sáb 15 junio, 2013

Foto por Roberto D'Ambrossio.

Artista: Astro y 424

Lugar: Club Vértigo, Paseo Colón

Fecha: 13 June 2013

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“Nadie sale indiferente de lo que pasa en el escenario” dijo una vez Octavio Caviares, baterista de Astro, sobre su show en vivo. Una frase atrevida que en nuestro contexto incluso podría ser tachada de presumida.

Caviares no mentía. La primera visita de Astro a Costa Rica dejó con muy buenos recuerdos a quienes llevaban años esperándolos y a quienes recién los conocían, casi con la misma intensidad. Al igual que 424 —quienes también dieron un espectáculo de primera— Astro venía de México, donde se encontraban de gira.

Ambos conjuntos grabaron un tema del otro recientemente y aprovecharon el concierto para presentar estas versiones.

Felipe Pérez de 424

Felipe Pérez de 424. Foto: Roberto D’Ambrossio

424 fue construyendo poco a poco paredes de sonido acuerpadas por el ruido de sus guitarras, como es costumbre, pero no por eso dejaron de lado sus temas más conocidos o, por decirlo de alguna manera, lo más “pop”. De hecho iniciaron con ésos y poco a poco se fueron moviendo a lo más oscuro. Ellos son una de las bandas nacionales que ya tiene la pericia para codearse afuera con los grandes, y es que claro, venían de hacerlo.

‘Soñábamos’, ‘Cinco Cuartos’ y ‘Gala’ fueron parte de ese primer bloque más directo, que continuó con la presentación del cover de Astro, ‘Ciervos’. Iniciaron bastante tímidos, estaba claro que la habían ensayado poco. Lentamente fueron dominando la pieza y para el final ya se sentía como propia, sobre todo por esa “oscuridad” con la que impregnaron el tema.

Guayo Mena de 424

Guayo Mena de 424. Foto: Roberto D’Ambrossio

Leonardo Valverde de 424.

Leonardo Valverde de 424. Foto: Roberto D’Ambrossio

Fue ‘Los Cuervos’ —tema que no interpretaban desde hace mucho en suelo nacional— la pieza que cambió de página y nos introdujo al bloque más denso. En ambos, la interpretación del grupo estuvo bastante amarrada y el sonido que escuchaban los asistentes era casi salido del LP, sino fuera por la forma en que nos retumbaba el pecho cada vez que Juan Carlos Pardo golpeaba el bombo de su batería y Leonardo Valverde su bajo.

Seguida a ésta, interpretaron ‘Verano Verde’, la cual cerraron con un jam espacial que paralizó a gran cantidad del público. La batería intentaba salirse de la métrica mientras los dos guitarristas se inclinaban para hacer ruido desde sus pedales; el bajo continuaba su línea normal para amarrar todo lo que sucedía a su alrededor. La intensidad fue subiendo y las luces intermitaron con violencia hasta que la batería explotó en platillazos y el ruido se fue.

Juan Carlos Pardo de 424.

Juan Carlos Pardo de 424. Foto: Roberto D’Ambrossio

Guayo Mena de 424.

Guayo Mena de 424. Foto: Roberto D’Ambrossio

Todo este ruido predijo la salida de 424 de escena, quienes, sin duda, dejaron al público en el mood correcto para Astro.

Aún así, pasaron al menos 20 minutos para que los chilenos entraran al escenario. Con un salto, fue que el cuarteto ingresó a escena entre aplausos y gritos, un gesto simbólico que resumiría más o menos lo que pasaría por la próxima hora y media.

Andrés Nusser de Astro

Andrés Nusser de Astro. Foto: Roberto D’Ambrossio

La mayoría de la música chilena contemporánea suele estar permeada de lamento. No lo digo yo —aunque lo creo—, sino Álvaro Solar, quien grabó con su banda Protistas un disco bajo la producción de Andrés Nusser, cantante de Astro. Álvaro habla del lamento como una constante en la música de su país, y le creo.

Uno tiende a asumir que la música con “sabor latino”, esa que a pura percusión lo pone a uno a bailar, es exclusiva de Centromérica, México y el Caribe. Astro viene de un país más frío y distante, “una isla”, citando a Álvaro de nuevo, de ahí mi sorpresa cuando escuché percusión en uno de sus temas e incluso presencié un solo de tambores de parte de los cuatro integrantes en medio ‘Manglares’. Astro tiene ese sabor, esa característica que lo pone a uno a bailar sin tener que proponérselo.

El grupo que nos visitó en Club Vértigo ha llegado a desarrollar un sonido bastante propio que, me atrevo a decir se debe en gran medida a los teclados de Zeta Moustache y la particular voz de Nusser, eso, claro, sin restarle mérito a sus otros compañeros, como Lego, quien sin duda puso la fiesta cuando empezó a tocar la percusión en ‘Colombo’.

Lego Moustache de Astro

Lego Moustache de Astro. Foto: Roberto D’Ambrossio

Gran ejemplo de esto fue cuando interpretaron ‘Panda’, momento en que quienes estaban más cerca de la tarima cantaron y saltaron. Andrés Nusser tomó su teclado y bajó a saltar con ellos, en una maniobra muy agradecida que rompió las barreras entre público y escenario, si es que para ese punto aún las había.

Esta euforia duró hasta que ellos, como estaba pactado, interpretaron una versión propia de una canción de 424, y vivieron un momento un tanto más complicado que el que tuvo 424 antes la tocar el cover. Nusser no se sabía la letra de la pieza y llegó al escenario con un “filete”; un “forro”, diríase aquí.

Los chilenos también se apropiaron del mood de la canción. Si no fuera por la voz de Andrés, hubiera jurado —por las secuencias que escuchaba— que era El Guincho quien estaba en escena. Su intento fue bien recibido por el público que les aplaudía sin condiciones, pero lamentablemente bajó el ritmo que llevaba su presentación, para mal.

Ese fue el único punto en que uno podría decir que fallaron, por el resto, Astro es de los grupos que en verdad no pasan desapercibidos mientras está en el escenario, están llenos de energía y aprovechan casi cualquier situación para inyectarle ese mismo ánimo a quienes tengan en frente hasta que llegue la última canción.

Octavio Caviares de Astro

Octavio Caviares de Astro. Foto: Roberto D’Ambrossio

Entre todos los puntos altos de la presentación, ‘Maestro Distorsión’ fue, por mucho, el clave. La guitarra de Nusser y la batería de Octavio Caviares encendieron al público, pero fueron los teclados de Zeta los que erizaron la piel de más de uno.

De pronto quienes no habían cantado una sola pieza en todo el concierto estaban alzando sus voces. “Mucha bencina / para quemarme, para quemarme”.

La palabra himno suele ser mal empleada muchas veces por la crítica de música, pero esta canción, de veras es uno. Prueba de ello fue que la banda decidió dejar que solo el público cantara esta parte y ellos respondieron positivamente. “Mucha parafina / para quemarme, para quemarme”.

Lego Moustache de AStro

Lego Moustache de Astro. Foto: Roberto D’Ambrossio

El lugar parecía hacerse más grande (o el público más pequeño), pero aún quedaba un rato de concierto. Los de Astro continuaron con la tranquila ‘Miu Miu’ para luego contrastar con ‘Coco’, otra que inquietó los cuerpos del público y que sin duda rearmó la fiesta.

En ese momento anunciaron que la siguiente canción sería la última. Tocaron, ‘Ciervos’, la cual el público aprovechó para corear por una última vez y luego se retiraron, tras informar que partirían de suelo tico en unas cinco horas. La despedida fue cálida, aunque definitivamente hizo falta esa “otra” que tanto pedían.

Astro Costa Rica 2013

Astro. Foto: Roberto D’Ambrossio

Misterio resuelto. Ya sabemos por qué Astro ha estado (y de seguro estará) en muchos festivales.

Las condiciones para verlos a ellos y a 424 fueron las ideales, aun con la poca asistencia, que no se le podría achacar a ninguno de los grupos ni mucho menos al público, que una semana antes no se había enterado de este concierto.

Astro dejó una estela agradable y sin tener nada que demostrar, logró el aplauso de todos quienes lo presenciaron.