Desde hace varios meses las autoridades máximas de Florida y Disney emprendieron una batalla mediática y política que esta semana parece haber alcanzado un punto de quiebre del que la compañía de Mickey Mouse no ha salido bien librada: el gobernador republicano y ultraconservador Ron DeSantis firmó una proyecto de ley que básicamente consiste en quitarle a Disney su capacidad para gobernar el distrito en el que tiene ubicados sus parques y resorts, lo cual significa que la administración de Florida proveerá los servicios públicos, trazará los planes de urbanización y tendrá la libertad para modificar los planes de zonificación, los cuales implican temas de cuidado medioambiental y distribución de recursos, facultades que antes poseía Disney.
Ron DeSantis
De concretarse como él mismo planteó esta legislación, DeSantis y todos los gobernadores posteriores serán los encargados de establecer una comisión integrada por cinco personas, las cuales fungirán como una especie de gabinete del otrora Reedy Creek Improvement District y que tras esta ley pasará a llamarse Central Florida Tourism Supervisory District.
En el papel, esta ley parece un paso adelante en la labor por frenar el monopolio que representa Disney, ya que al tener control de los servicios públicos principales y estar involucrado en la recaudación fiscal del distrito, Disney gozaba de privilegios que otros como Universal Studios, Sea World y Fun Spot no tienen.
El mismo Ron DeSantis comentó:
‘‘Permitirle a una corporación que tenga su propio gobierno es una mala política, especialmente cuando esa corporación toma decisiones que afectan a toda una región. Esta ley le pone fin al estatus de autogobierno de Disney, haciendo que Disney tenga que vivir bajo las mismas reglas que vivimos todos, asegurándose que Disney pague sus deudas y los impuestos, como lo hacemos todos. Hoy el reino corporativo finalmente llega a su fin.”
Sin embargo, detrás de esas aparentes buenas intenciones, existe una motivación personal de carácter político que impulsa a DeSantis: su deseo de convertirse en el candidato presidenciable del partido republicano de cara las elecciones de 2024.
¿Y qué mejor sino antagonizar con la entidad corporativa que, además de atentar contra la libre competencia que tanto enarbolan los estadounidenses, también promueve ideas progresistas que contrastan con el discurso conservador que sembró Trump desde 2016?
Y es que si algo ha caracterizado a Ron DeSantis durante el último lustro son sus ataques contra las minorías, principalmente migrantes, poblaciones racializadas y la comunidad LGBTQ+.
La batalla directa con Disney inició apenas hace unos meses, luego de que la administración encabezada por DeSantis aprobara Don’t Say Gay, una ley que prohíbe que los profesores hablen de sexualidad y género en clases con menores de 8 años, a menos de que los tutores lo soliciten de manera explícita.
Dicho proyecto de ley ocasionó una polémica en la que Disney se pronunció en contra, al nivel de incluso sacar a la venta una colección de mercancía ”retadora” en la que aseguraban que sus parque temáticos sí eran un espacio seguro para ser libres.
Con la relevancia mediática de Disney, dicha respuesta dejó mal parado a DeSantis, quien de inmediato puso manos a la obra para que la ley Anti-Disney se convirtiera en una realidad.
Y no encontró mucha resistencia debido a que el foco ya estaba sobre Disney y sus promesas incuplidas como administradores, entre las que destacan la modernización absoluta de la ciudad y una mejora significativa en su red de transporte público.
Ahora DeSantis salió airoso y al menos por el momento, hace lo correcto en función de sus deseos por competir a la presidencia”.
Al ser una historia en curso, te mantendremos informado sobre las actualización de esta situación.