Ante la magnitud de un evento tan grande como Zona Maco, resulta fácil extraviarse entre compromisos administrativos, banalidades y distracciones; pero es de vital importancia recordar por qué hacemos las cosas: por pasión.
Nuestra conversación con Sara Hermann -directora de Zona Maco Foto- fue más bien un intercambio de ideas sobre el optimismo y la posibilidad de imaginar pasados y futuros más alentadores a partir del Arte, al partir de la premisa de que todo debe hacerse desde corazón.
A continuación te presentamos la charla que sostuvimos con Sara Hermann en medio de la exhibición de su propio trabajo: la Zona Maco Foto de la edición 2023.
“Yo siempre intento ser más optimista y más que pensar en regresar a los años pre pandemia, me imaginaba en qué podríamos hacer para regresar aún mejores. Acá la clave ha sido la confianza que todos seguimos teniendo en el proyecto, y esa confianza solo se puede construir a partir de la solidaridad y la transparencia.
Y del mismo modo, a esa solidaridad y a esa transparencia solo pudimos llegar gracias a que durante el encierro aprovechamos ese tiempo de aparente inactividad para acercarnos y conocernos de manera más íntima entre los colaboradores y cabezas de la feria.
Al final la clave estuvo en recordar que lo más importante es el Arte y el Arte viene de la carne y de la memoria de la gente, y eso, más que frustrarse por la enfermedad, floreció”.
“Tal cual. Fíjate que hace unas semanas yo me contagié de COVID por primera vez desde que empezó la pandemia y no había caído en cuenta de todo lo que implica aislarse socialmente cuando lo contraes porque antes solo es precaución pero en esa situación ya sabes que un abrazo o un beso pueden ser muy dañinos; entonces, cuando me dieron de alta lo sentí como una fiesta en mi corazón porque significó que iba a poder estar acá de manera presencial y lo estoy viviendo como eso: una fiesta, una celebración que supera todo discurso académico y enarbola las cosas bonitas de las que somos capaces los humanos”.
“Lo que estamos haciendo ahora: las pláticas, el contacto final entre las obras y el público; y cómo todo adquiere significados totalmente diferentes en los ojos de las personas. Sin el público las obras no tienen trascendencia, por muy conocidos que sean los autores o por muy caras que sean las piezas.
Lo más lindo son las discusiones, el choque sano de ideas, porque a fin de cuenta son los diálogos que contextualizan y ayudan a que esto trascienda más allá de unos cuantos días de feria”.
“Creo que lo que mencionas nos lleva a una conversación vital porque, como alguien que está a favor de la democratización de la fotografía, también soy consciente de que el tener cámaras tan avanzadas en los celulares nos ha orillado a perder el respeto por lo que significa tomar una fotografía: es jugar con el tiempo, es intentar manipularlo a nuestra conveniencia aunque eso en realidad sea imposible; entonces tomamos fotos en cantidades industriales y las usamos o desechamos de tal manera que las condenamos al olvido; que es, precisamente, antítesis de hacer foto en primer lugar.
Y en esa misma intención por atrapar al tiempo, también es posible construir pasados o futuros más esperanzadores. No solo es documentar con fidelidad’.
Justo esa paradoja fue la intención curatorial: exponer posibilidades y mundos alternos a través de la fotografía, siendo un medio que aparentemente está encarcelado en la dinámica de lo real; pero al final, ¿qué o quién define lo que es real o no?”
“Es curioso porque el ser humano siempre ha tenido la obsesión con sentir que su época es la última de la historia del mundo. Llevamos siglos pensando que somos los últimos que van a habitar la tierra; sin embargo, yo más que apadrinar el sueño a través del Arte, prefiero el hacer, el tomar acción desde nuestras ideas y emociones.”.