En muy pocos años el Vive Latino ha mostrado un cambio radical en su estructura y curaduría. Tanto el público como el cartel han crecido y han aprendido mutuamente, diversificándose e incluyendo más expresiones. Los esfuerzos han dado fruto, por lo que con el cierre de la edición 2013 podemos afirmar que el Vive Latino se ha convertido finalmente en un festival de cultura musical. ¿A qué me refiero con esto? Si bien desde hace años el Vive presenta múltiples escenarios y de manera más reciente ofrece actividades paralelas como proyección de documentales, venta de libros, homenajes, etcétera; el Vive no dejaba de tener ese halo de concierto masivo más que de festival, tanto por la planeación del cartel como las dinámicas en las que caía el público de ir corriendo de un escenario a otro.
En este sentido, un festival no solo trata de conjuntar infinidad de bandas en un mismo espacio, sino de generar una experiencia donde la música sea uno de sus múltiples atractivos, y así ocurrió en esta edición. Los asistentes, que cada año son más, no solo tienen que caminar de un escenario a otro para divertirse, sino que en el inter pueden encontrar infinidad de actividades con qué distraerse sin tener la obligación de estar viendo bandas en vivo todo el tiempo. Esto parecerá raro para los que no han asistido recientemente, puesto que se siguen leyendo y escuchando prejuicios con respecto a la experiencia de dicho festival (onda “qué flojera estar caminando en masa de un escenario a otro”), pero sin duda la oferta musical, tachada de ecléctica por algunos, demostró que cada quién podía organizar su itinerario a su manera, encontrando siempre una oferta atractiva incluso sin tener que pisar el escenario principal.
Ahora bien, ¿cumplió con las expectativas? Muchos criticaron que los actos principales no eran latinos, y tal vez la culpa fue más del diseño gráfico del cartel que de una verdadera oferta, puesto que presentaciones como las de El Tri, Panteón Rococó, Fobia, Carla Morrison, Ska-P y Los Auténticos Decadentes estuvieron a reventar, sin olvidar que el grupo con más público de todo el festival fue Los Fabulosos Cadillacs. Sin embargo si se notaba la presencia de un segundo público más afín a los grupos anglosajones, pero la convivencia lo disimulaba bastante bien y el mismo festival les permitió estar desde temprano disfrutando de varias propuestas. Lo curioso de este doble público es que permitió que más gente estuviera presente en diversos escenarios, por lo que a pesar de las predicciones de algunos, mientras Blur tocaba en el escenario principal, Las Víctimas del Doctor Cerebro tuvo un escenario bastante lleno y animado: realmente en pocas ocasiones los grupos se pelearon público.
Sin embargo no todo es miel sobre hojuelas, pues sigue estando latente el hecho de que las escenas musicales han superado a la industria, y a ésta le ha costado trabajo desarrollar artistas que sustituyan mediáticamente a los platos fuertes de años anteriores: OCESA no ha logrado convertirse en cantera de grupos emergentes de nivel masivo, por lo que si bien en años anteriores la queja era que siempre tocaban los mismos grupos, ahora la queja fue que tocaron muchos desconocidos (claro, el público nunca estará satisfecho). Esto puede convertirse en un foco rojo, ya que es un hecho que el Vive Latino es una meta a la que muchos artistas aspiran para tocar ante miles de personas, para después regresar a tocar en foros pequeños, desanimarse y desintegrarse. Será interesante ver realmente cuántos de este cartel crecerán en los próximos años y se harán de mayor público.
El Vive, a pesar de las críticas, ha dejado la vara muy alta. Y si bien la conformación del cartel fue ingeniosa, dejando entrever en algunos casos próximas estrategias de marketing (como con los Ángeles Azules), no queda más que preguntarnos: ¿Cómo harán para desarrollar mediáticamente a artistas para que se vuelvan headliners y que a la vez se inserten de verdad en el gusto del público? Espero que no caigan en la estrategia barata de hacer conciertos “internacionales” con teloneros latinos (como claramente fue el caso del día que se presentaría Morrissey), sobre todo porque el público del festival ha sido fiel. OJO, no tiene nada de malo que hayan venido las bandas “no latinas”, incluso creo que fue un GRAN acierto para atraer a otro público y espero que lo sigan haciendo, pero cambiar de lado la balanza sería tirar a la basura, creo yo, años de trabajo por consolidar un festival latinoamericano de proyección internacional. Además, mercadológicamente hablando, el Vive perdería su elemento diferenciador. Al final de cuentas, no hay que olvidar que también como público debemos aprender a dejar de “hacerle el feo” a propuestas que en el fondo conocemos muy bien (aplaudo la marcada presencia de la cumbia en el festival, que queramos o no sigue siendo discriminada por cierto público y medios).
Los momentos que yo destacaría del festival son demasiados, sobre todo por la posibilidad de ver en un mismo espacio a grupos como El Tri, Garrobos, Here Comes The Kraken, Los Ángeles Azules, Real de Catorce, Sonido Gallo Negro, Los Viejos, The Dragulas, así como la instalación sonora Cabo San Roque y sus palomazos con Vicente Gayo, Austin TV y Fobia, sin olvidar la rica oferta de documentales en la carpa Ambulante. Obviamente hay muchísimos grupos que valen la pena (si, todos aquellos que los lectores dicen en este momento “¡¡se le olvidó fulanito!!”), además de muchos “desconocidos”, por lo que simplemente recomendaría que se dieran el chance de escucharlos a todos, seguro encontrarán varias sorpresas.
Ahora bien, ¿A quiénes veremos el próximo año? Difícil, pues este Vive tuvo muchas sorpresas, y si bien hubo quejas con respecto a la calidad del sonido con algunos grupos, la gente estuvo contenta. Yo lo que diría es que simplemente se respete la variedad y se multiplique la oferta de actividades en paralelo; siempre respetando y reconociendo al público, el cual ha permitido que se mantenga y crezca este festival, un público que durante muchos años ha sido menospreciado a conveniencia por los medios “mainstream” y ciertos promotores. Ya si me dijeran a quién quisiera que trajeran, confieso que pasó por mi mente la ausencia de Blanquito Man con Celso Piña y Pato Machete, por lo que si ya se reunió King Changó, pos tráiganselos. También estaría interesante que haya más homenajes y presentaciones multimedia en el escenario principal… además de conferencias. Y bueno, sueño guajiro: ¡QUE SE REÚNA MANO NEGRA!
P. D.: a los que siguen renuentes por asistir al Vive Latino gracias al esnobismo que hace años Radioactivo 98.5 fomentó, realmente los invito a darse una vuelta en la próxima edición. Claro, con la mentalidad de que es un festival y no un concierto masivo. Quién sabe, tal vez descubran cosas que les agraden.