No hace mucho mencionaba que el remake del primer Dead Space en realidad no tenía ya mucho atractivo que ofrecernos, después de todo ya sabíamos que va a pasar en la historia, en donde nos iban a hacer brincar y en donde nos íbamos a frustrar. Me equivoqué.
La última vez que jugué la entrega original fue justamente en febrero del 2021, casi medio año antes de que se anunciara que el estudio Motive estaba trabajando en un remake. Para mi sorpresa a pesar de tener fresco en la memoria la primera entrega, este remake a cargo de Motive realmente tiene bastante atractivo nuevo que ofrecernos — con todo y situaciones y momentos que siguen ocurriendo exactamente como en la versión original.
Muchas de las nuevas adiciones al remake de Dead Space se sienten naturales, partiendo del hecho que son cosas que aparecieron a partir de la segunda parte lanzada en el 2011 — como la habilidad de Isaac Clarke de volar en gravedad cero y tener voz — esto cortesía del actor Gunner Wright que lo encarnó en las entregas del 2011 y 2013.
Otras como la nueva calidad gráfica, iluminación y ligero rediseño de la nave espacial Ishimura, realzan la ambientación de horror y suspenso que envuelve a Dead Space. Lo mismo puede decirse del arco de historia, que si bien comienza y termina exactamente igual que en la versión original — en el remake hay un esfuerzo por hacer que los otros personajes que acompañan a Isaac realmente se sientan como personajes y no como meras herramientas o excusas para tener a Isaac yendo de un lado a otro de la nave.
La adición de misiones secundarias y un sistema de niveles de acceso a las distintas áreas de la nave, también buscan darle capas extras a la narrativa original, al exponernos un poco más a las experiencias de la tripulación del Ishimura durante el brote necromorfo.
Las armas también han sufrido sus cambios adicionales a la mejora de diseño, principalmente en el segundo tipo de ataque que pueden realizar. Como en el caso del lanzallamas que cambió la bola de fuego por crear ahora un muero de fuego, que es más efectivo contra un grupo de necromorfos.
Cosas como tener que atacar los glóbulos o ampollas amarillas de los enemigos principales siguen estando presentes, para bien o para mal. Que se puede alegar que, dado que Isaac no es un soldado y está abordo de una nave minera, el que a veces uno no tenga el arma indicada para atacar los puntos débiles de los enemigos, es parte de la “inmersión”.
El “arma secreta” que EA y Motive le están vendiendo a uno para este remake, es el sistema llamado “director de intensidad” que a un nivel básico es medio una forma glamurosa de decir sistema aleatorio o procedimental, el cual se encarga de supuestamente aumentar o disminuir la tensión en el juego usando un banco de 1200 eventos únicos.
Pero en la práctica realmente su valor está para aquellos que planean darle una segunda o tercera pasada a la historia, ya que hasta esas ocasiones es cuando uno realmente notará una diferencia en el cambio de los momentos en los que aparecen los enemigos.
En muchos sentidos podemos decir que este nuevo Dead Space es la versión mejorada y aumentada, la versión definitiva del lanzado en el 2008 — reteniendo esas influencias del primer Bioshock de 2007, Alien, e invariablemente la influencia consciente o inconsciente de H.P. Lovecraft.
Después de que Dead Space 3 del 2013 terminó perdiendo gran parte de lo que hizo memorable al juego original del 2008, es bastante grato contemplar que éste remake le hace justicia a la visión original y con suerte está poniendo nuevamente en el camino correcto a la serie. Eso no quita que al mismo tiempo este nuevo Dead Space realza el hecho de que hoy en día la industria prefiere reciclar su catalogo que invertir y arriesgarse en cosas nuevas.
Si nunca se acercaron a Dead Space, este remake es una excelente excusa para hacerlo — asiduos a la serie es muy seguro que disfruten de esta entrega tanto como la original.