Lograr un sold out en un sábado en el que la Ciudad de México tuvo shows de Zoé, Maná, Santa Fe Klan y evento en House Of Vans, es toda una proeza, y más para un proyecto independiente como el de JKF.
Y no es fortuito: el multiinstrumentista francés ofreció una auténtica exhibición de virtudes y técnica musical en las casi dos horas que duró su concierto en el Auditorio BB de la capital del país.
Un espectáculo que propone una ambientación íntima y desenfadada que recrea, en palabras de su autor: “la sala en la que se la ha pasado los últimos dos años de su vida componiendo y grabando material”.
Los instrumentos en media luna, lámparas de noche, algunos muebles y tres pantallas que funcionaban como paredes formaban parte de una puesta en escena en la que sí nos sentimos como en la sala de Vincent Fenton.
Un intro con “Paloma Negra” de Lola Beltrán que se convirtió en sampleo para la pieza inicial que enganchó de una a su público.
Una confusión en los horarios ocasionó que una buena parte del público llegara demasiado temprano al recinto de la avenida de los Insurgentes, por lo que se generó un estado de tensión agudizado por la falta de ventilación y el calor asediante propio del venue.
Una vez en curso, el set sufrió de algunas pausas para apuntalar las condiciones técnicas en el afán de brindar el mejor show posible.
En su clímax ya no importó el clima ni la demora de tiempo porque la gente estaba entregada al Funk light con matices de soft Techno que el francés trajo para nosotros.
Con tracks que se tocaron en exclusiva para la fecha, hacia la la hora y cuarenta y cinco de set, FKJ empezó a bajar las revoluciones del show y como buen anfitrión, nos arropó para terminar la noche en paz.